Hoy
acabo con la dieta de líquidos, estoy con ganas de pasar a la siguiente etapa
que comenzaré con compotas de frutas y purés, las “tomas” serán cada más tiempo y
no cada hora y media como ahora y entre tomas agua o aquarius 0. Eso te da más libertad para poder salir de casa.
Llevo
perdido en 9 días 8 kilos 200 gramos.
Me
encuentro muy cansada, sin ganas de hacer nada, supongo que es por la falta de
alimento, eso me fastidia mucho pues normalmente soy muy activa, supongo que
tengo que tener más paciencia. En gran parte del día estoy somnolienta y a la caída
de la tarde más, por lo que, aunque lucho por mantenerme despierta, no pasa de
las 22 horas que estoy en la cama. Eso hace que me despierte muy temprano, pero
sigo allí tirada hasta las 8:00 que empiezo con la rutina de “tomas” y
medicinas.
Me
he hecho una experta en ponerme la inyección para que no se formen coágulos y
me sigue pareciendo desagradable la pastilla que se chupa para la protección de
estómago, pero es lo que hay, no tomo ninguna otra cosa, desde el martes no he
vuelto a tomar el paracetamol, no soy de mucha medicina y los dolores realmente
son soportables. Eso sí tengo la tripa llena de cardenales por el tema de la
inyección, así que me aplico Thombocid Forte 5 Mg/g en pomada. No me dijeron
nada en la clínica, pero creo que no me hará daño y si algún beneficio.
Hablé
con una enfermera sobre los agujeros y si quedarían marcas, me dijo que solo
quedarían como pequeños arañazos de gato, he pensado que cuando todo esté
curado me aplicaré Rosa Mosqueta, suele ser muy efectiva para las marcas,
manchas y cicatrices.
“El
quinto elemento” aún tira de mi hacia abajo, pero es muchísimo más resistible,
me cuenta menos agacharme o estirar los brazos.
Ayer
me quité los apósitos que cubrían los cinco agujeros que me hicieron en la
intervención, tienen buena pinta y por ahora todos los días al ducharme me los
lavo con agua y jabón y luego me pongo una simple tirita en cada uno de ellos,
tal como me indicaron en la clínica.
Llamé
a la Clínica y me dieron hora para el lunes, no se lo voy a decir a mi hija que
quiere acompañarme, pues le fastidiaría en su trabajo, y además quiero volver a
una actividad normal donde pueda coger el transporte público y andar yo sola. Me
verá el médico y la nutricionista.
Aún
no quiere traerme a Caifás, dice que aún no estoy preparada para bajarle a la
calle y sobre todo para recoger sus “restos orgánicos”, puede que tenga razón.
Ayer
fui al cine con mi hija y su pareja, hacía muchísimo calor, pero estoy segura
que yo lo sentía menos que ellos pues siempre tengo frio. Aunque no anduve
demasiado a la vuelta solo me quedó fuerza para arrastrarme hasta la cama.
NO
TENGO HAMBRE, pero si ansiedad por la comida, sueño con comida, me doy cuenta que
en mi zapin diario de la tele me paro en los programas donde cocinan, ¡qué obsesión!
Pero lo bueno de esto es que sé que no puedo comer nada sólido, no sé qué catástrofe
ocurriría si lo hiciera, así que toca aguantarse. Pero esto me indica que debo
de hablar ya con la psicóloga de la clínica, se lo comentaré a la nutricionista
el lunes.
No
quiero caer en la auto conmiseración, debo de superar el cansancio y activarme,
todo este proceso me tiene que hacer sentirme feliz, yo lo he elegido, es para
una buena causa: salud, tengo que pensar que tengo suerte de que todo haya ido
muy bien y tener la oportunidad de tener otra vida y en ella solo tiene que
tener cabida la comida sana y en su justa medida. Tengo que cambiar el chic
cerebral, conseguir no pagar con la comida la ansiedad, la tristeza, la alegría
o el aburrimiento, esa es mi labor, ese es el fin al que tengo que llegar, mi
objetivo en la vida.
Si
alguien está pensando hacerse una manga gástrica, que le quede muy claro que se
pierde peso porque no se come y que cuando se coma se hará en diminutas
porciones y solo alimentos buenos, es la dieta más estricta el mundo mundial.
Es decir, la operación solo te sirve para que te de miedo comer lo que no debes
y que te encuentres satisfecha con poca ingesta, el resto lo tienes que hacer
tú. Y haber cómo nos apañamos para seguir viviendo en una cultura donde todo se
celebra con comilonas, cada fiesta y reunión de amigos es a base de grandes
cantidades de comida y bebida, allí donde vas hay un bar, cafetería o
restaurante que te ofrecen mil manjares y donde la tele te pone anuncios de hamburguesas,
patatas fritas y coca cola cada cinco minutos de emisión. Los alimentos malos
son más baratos que los buenos, comer un bollo es más barato que una ensalada,
o un kilo de judías verdes más caro que una tableta de chocolate, sin que decir
tiene que los restaurantes de comida rápida son más baratos que los tradicionales,
que, a pesar de ser un país rodeado de costas, el pescado fresco es caro y el
pollo está lleno de hormonas.
Dejé
de fumar hace muchos años, en un momento en el que todo el mundo fumaba y en
cuanto decías que lo habías dejado, siempre había alguien que te ofrecía un cigarro,
me costó esfuerzo. Ahora que el tabaco casi está prohibido debe ser más fácil de
dejar y además del tabaco no se vive, sin embargo, todos los días tienes que
comer si o si, así que es más complicado “dejarlo”.
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