MANGA GASTRICA

Creo que la mitad de mi vida ha sido, dentro de lo que cabe” muy uniforme, me casé joven, tuve dos hijos y el mismo trabajo durante casi 34 años, y así es como yo me veía envejeciendo.

El primer cambio en mi vida fue cuando me di cuenta que no podía más y que tenía que divorciarme inmediatamente, y así lo hice. No fue fácil, me costó sufrimiento, miedo, dinero, olvido del pasado y un par de psicólogos, pero lo conseguí.

Tuve que aprender a estar sola, a tomar decisiones sola, a ir a los sitios sola, a enfrentarme a mi futuro sola, pero ha sido maravilloso.

Durante bastante tiempo tuve miedo de encontrarme con mi ex e incluso de hablar con él por teléfono. Al principio me dio mucha pena por mis hijos que su padre (el que durante mucho tiempo pensé que era un gran padre), no quisiera saber nada de ellos, pero poco a poco me di cuenta que, particularmente mi hija de 13 años tenía miedo de hablar con él, y mi hijo mayor de 19 años cuando hablaban tenía que soportar el “mono tema” de lo mala y bruja que yo era, por lo que estaba claro que era mucho mejor para todos (incluido mi ex) que no tuvieran contacto.

Al principio me sentía como si yo fuera la única divorciada en el mundo, todos mis amigos y conocidos estaban supuestamente felizmente casados. Tienes que acostumbrarte a ser el non de los pares además de dar mil explicaciones de por qué has querido divorciarte. Creo que solo dos personas sabían el infierno que se había convertido mi hogar y mi vida, el resto nunca supo nada por lo que se extrañaron mucho cuando di la noticia.

El espacio físico que él había llenado con sus cosas como por ejemplo sus cajones me costó llenarlo con las mías, un día me di cuenta que todo lo que había en mi casa era mío y que podía hacer lo que quisiera con ello y esto me llenó de felicidad, creo que hasta entonces no me di cuenta de la verdad.

Poco a poco empecé a hacer cambios en la casa para adaptarla a mi nueva vida. Hablaba mucho con mis hijos sobre cómo íbamos a hacer a partir de entonces y las nuevas reglas y todos estuvimos de acuerdo, a consecuencia de esto entró en nuestras vidas Caifás (mi pequeño perrito) y al poco tiempo mi hijo se fue a vivir con su pareja que meses después fue la madre de su hija.

Tengo que decir que la marcha de mi hijo me trastocó nuevamente mi vida, pues hacia muy poco de mi divorcio y no me había acostumbrado a una cosa cuando llegó la otra. Al parecer había abierto la “Caja de Pandora” y todo se trastocó. Una vida que parecía placida y sin sobre saltos se convirtió en cambio tras cambio.

Tres años después me despidieron de la empresa en la que había trabajado durante casi 34 años, yo tenía 52 años y fue una tragedia durante unos meses. De pronto otro cambio importantísimo que hizo que tuviera que volver a replantearme la vida. Aún a mi hija la faltaban varios años para terminar sus estudios y eso me producto mucho miedo y ansiedad, ¿podría pagarla los estudios y podría mantener nuestro nivel de vida?

Seis meses después encontré otro trabajo al que me entregué con pasión como tabla de salvación, allí estuve dos años justos, hasta que nuevamente la crisis económica golpeó brutalmente a la empresa y decidí irme de allí.

En esos dos años mi hijo decide volver a mi casa al tener problemas con su compañera, otra vez me tengo que adaptar a tener a mi hijo en casa y a recibir a mi nieta cada dos fines de semana, con todo lo que ello suponía. Mi hijo y yo nos queremos infinitamente, pero nos somos diferentes en nuestra forma de ver la vida, por lo que chocamos muchísimo en la convivencia.

Un año antes de mi baja en la nueva empresa recibimos un burofax donde un abogado le da la noticia a mis hijos que su padre a fallecido. Yo me quedé consternada y tengo que decir que le odié más que nunca, pues “todos los muertos salen a hombros” y desde el mismo momento del óbito parece que siempre han sido maravillosos y nunca han hecho nada malo.

Por aquel entonces también había fallecido mi única hermana, con la que no tenía relación hacia años y sentí lo mismo que con el fallecimiento de mi ex.

Poco a poco salí de esa vida, en la actualidad mi hijo se ha ido a vivir con su nueva pareja, está estudiando y se va a casar este año, mi hija terminó brillantemente sus estudios y ha entrado a trabajar, mi nieta ya tiene casi 10 años y yo estoy feliz de estar sola.

Con el tiempo y las dificultades la vida ha hecho que recabara arrugas, canas y grasa. Soy la misma de siempre pero más sabia y al parecer la sabiduría pesa un “huevo” y me sobra también kilos, muchos kilos.

Así que después de hablar con mi hija y que esta me aconsejara que hiciera por mi algo que nunca había hecho y era gastarme mi dinero en mí, he decidido hacerme un “reseteado” y volver a cambiar mi vida drásticamente. Así que voy a realizarme una reducción de estómago o una manga gástrica, como lo llaman en la clínica que voy a  ir.

Tengo 60 años, no tengo tiempo que perder, quiero estar feliz conmigo misma. Sé que soy inteligente, he demostrado ser muy capaz y hacer muy bien muchas cosas, pero no me gusto físicamente, así que tengo que hacer algo para cambiarlo y lo voy a hacer.

Así que he decidido ir haciendo un pequeño diario de cómo va a ser el proceso físico y mental de mi nuevo cambio de vida.










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