CAPITULO II . UN PASADO



Llegó a casa y se duchó rápidamente, las horas de visita eran muy estrictas y si llegaba tarde no podría ver a su padre.

Cuando estaba entrando en el garaje se cruzó con ese vecino que siempre era tan atento, le sonrió y el la cedió el paso educadamente inclinando levemente su cabeza, se preguntó si ese hombre era así con todo el mundo, o con ella tenía un trato especial.

Conducir siempre le había servido para concentrarse y pensar, en ocasiones llegaba a los sitios sin recordar nada del trayecto, a veces pensaba que debía ser un peligro en la carretera.

Siempre que iba a visitar a su padre, se acordaba de su madre cuando ella era pequeña. La recordaba delgada y triste, pocas veces sonreía. Le vino a la memoria cuando volvía del colegio y a su madre recogiendo las cosas que había en la mesa del comedor para que pudiera hacer sus deberes y preparándola su cola cao con gallegas maría fontaneda.

Pero también recordaba cuando a su madre le daba un ataque de migraña y no salía de la habitación, su padre le había dicho que cuando estuviera así no la molestara y entonces ella se preparaba el cola cao con leche fría y las galletas, por aquel entonces no había microondas y la leche había que calentarla en un cazo, pero la tenían prohibido tocar el fuego.

Recordaba también a su madre en el balcón, cosiendo a punto de cruz, haciendo ganchillo o punto, bañada por el sol de la tarde y escuchando los seriales de la radio.

Había temporadas que su padre la llevaba de la mano hasta la casa de su tía Rufina, la hermana soltera de su madre y allí pasaba unos días. Eso ocurría cuando las migrañas de su madre se acentuaban y no podía cuidar de ella.

La casa de su tía estaba cerca también del cole así que seguía yendo sin falta, la encantaba el colegio y la encantaba la casa de su tía, pues era un dúplex con jardín trasero donde habían plantado parras y una higuera inmensa destacaba del resto de la desordenada vegetación. Su tía hacía mermelada de higo y ella nunca había probado algo tan rico.

Además, su tía tenía un pastor alemán que cuidaba de todos en esa casa y a ella le encantaba jugar con él. Todos decían que había pertenecido a un Guardia Civil y que se lo había dado a su tía al ser destinado a otra provincia, y que el perro era un poco peligroso, no es que fuera agresivo, pero cuidaba la casa y a sus moradores estrictamente y no le gustaban las visitas ni el cartero que en varias ocasiones le había dado algún susto.

Cuando llegó a la edad de hacer el bachillerato superior, la hicieron ver que lo mejor para ella, viendo que su madre empeoraba por momentos, era ir a un colegio interna solo para chicas, de Segovia, y a pesar de sus ruegos y lloros para que no la llevaran, así se hizo y empezó el primer curso de bachillerato en un colegio inglés y viviendo en una habitación compartida con otra niña que con el tiempo llegó a ser su mejor amiga, lástima que esta falleciera en un trágico accidente fortuito. 

Pensó, por aquel entonces que toda la culpa era de su madre. Su tía y su padre la visitaban cuando podían, pero su madre nunca fue, ya que al parecer la fuerte medicación la hacía estar en cama mucho tiempo.

En una ocasión se presentó su tía dándole la noticia que su padre había tenido un accidente doméstico y que estaba hospitalizado por lo que no podía visitarla por algún tiempo, ella se preocupó y pidió ver a su padre, pero la tía le dijo que no era tan grabe el percance y que mejor siguiera con su rutina, que en cuando su padre estuviera mejor la visitaría. Pasó un mes sin ver a su padre, pero nunca le contó que es lo que le pasó realmente.

Una vez terminado el bachillerato en la rama de ciencias y gracias a sus buenas notas entró en la universidad a estudiar criminología, le apasionaba la química forense, la fascinaba conocer cuales elementos químicos podían matar a una persona sin dejar rastro y estaba obsesionada como idear un crimen perfecto. Estaba segura que multitud de muertes naturales eran a consecuencia de un crimen perfecto.

Un día que volvía de la Universidad encontró a su tía llorando, al preguntarla que la pasaba esta le contó que su madre había fallecido. Por aquel entonces su madre estaba ingresada en un hospital de reposo, o así era como lo llamaba su padre. 

Gracias a su muerte ella se enteró de toda la verdad, ya nadie se lo pudo ocultar. Su madre padecía esquizofrenia desde muy jovencita, pero se lo descubrieron nada más casarse, cuando intentó clavar a su padre un cuchillo. Se enteró que el accidente de su padre no fue tal, sino que la madre intentó quemarle mientras dormía. Gracias a la rapidez de reacción de su padre la casa no se incendió, su madre no tuvo más que unas leves quemaduras, llevándose él la peor parte al quemarse un brazo y una pierna. Así que tuvieron que ingresarla en aquel hospital psiquiátrico.

Todo esto la dejó muy afectada, de un plumazo habían cambiado su pasado, todo lo que ella creía haber vivido era mentira, la habían engañado y ella se había inventado una historia muy diferente de la real, había sido apartada de una verdad que, de haberla sabido, su vida hubiera sido otra.   

CONTINUARÁ...


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