Nos ayuda
a activar nuestra creatividad, en sentirnos bien con nosotros mismos al hacer
cosas y más si las compartimos con la gente que queremos.
Cuando
valoran y agradecen nuestro trabajo e fortalece nuestra autoestima, no importa
que el mismo haya sido realizado con fines de regalarlo o venderlo. Además, el
mostrar nuestras manualidades nos da la oportunidad de enseñar a otros.
Está
comprobado que manualidades como el crochet tiene un beneficio directo para
activar positivamente nuestro cerebro en función del hemisferio cerebral
derecho, (Lo ideal es que trabajemos ambos hemisferio).
Como
pequeñas arañas las tejedoras o los tejedores tenemos que prestar atención a lo
que hacemos, contar, recortar, concentrarnos, mover las manos, crear una imagen
mental de lo que queremos hacer y todo esto es alimento positivo para nuestro
cerebro.
Hay
personas que han encontrado en el tejido una forma de combatir la depresión, la
frustración, la soledad (al hacerlo en grupos), desarrollar paciencia y
tolerancia. A veces hacemos un tejido por horas y nos damos cuenta de un error
que altera la pieza y lo desbaratamos en pocos minutos y comenzamos de nuevo
con la esperanza de hacer algo mejor.
También
en el tejer pasamos las equivocaciones por alto y tratamos de enderezarlo para
que no se noten tanto, y más aún tomamos la experiencia con buen humor. Opino
que hay toda una sabiduría en el tejer que nos ayuda a mejorarnos como
personas.
Nunca es
demasiado tarde para empezar a combatir el envejecimiento del cerebro y esta es
una forma agradable y útil de hacerlo, además de sacar al artista que
TODOS llevamos dentro.