El agua se ha utilizado en los ritos con significados diversos. Las supersticiones relacionadas con ella son muy variadas, y están conectadas con prácticas hechiceras, curanderas, etcétera.
La
Biblia menciona el agua en diversos paisajes: Eclesiastés, I,7: Todos los
torrentes invernales salen al mar, no obstante, el mar mismo no está lleno. Al
lugar para donde salen los torrentes invernales, allí regresan para poder salir”.
Libro
de Job, 26,8: “Encierra las aguas en las nubes, y las nubes no se rasgan bajo ellas”;
36,27-8: “Él atrae las gotas de agua y diluye la lluvia en vapores que destilan
las nubes, vertiéndola sobre el hombre a raudales”; 38,37: “¿Quién puede contar
las nubes con sabiduría, y quién derrama los odres de los cielos?”.
El agua y la hechicería
Sprenger
y Krämer explican en el Malleus maleficarum: “Si una mujer introduce una rama
en el agua y sacude el agua recogida en ella al aire para causar la lluvia… ha
hecho un pacto con el diablo mediante el cual hace este sortilegio como bruja y
es el diablo quien trae la lluvia”.
Se
decía que introducir una rama en el agua y sacarla al aire era un procedimiento
propio de brujas para provocar grandes tormentas y lluvias torrenciales.
Cuando
se perseguía a una persona sospechosa de brujería se pensaba que se detendría
al tropezarse con un río porque era creencia general que los espíritus no
podían cruzar una corriente de agua.
Se
creía que había que escupir tres veces en el suelo antes de cruzar una
corriente de agua al anochecer para protegerse de los malos espíritus y
hechiceros.
El agua como contra
hechizo
Se
suponía que para contrarrestar el mal agüero había que tirar agua por la
puerta, balcón o ventana.
También
existía la costumbre de que cuando moría una persona había que arrojar a la
calle toda el agua que hubiera en la casa, ya que se creía que los muertos
bañaban su alma para purificarse y no querían beberse sus culpas.
Se
solía utilizar la llamada agua de alicornio para contrarrestar el mal de ojo.
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