El puerro


Solemos consumirlo cocido, pero también se puede hacer a la plancha, asado o rehogado.

Su principal característica es que es rico en potasio y pobre en sodio, y por tanto diurético, lo que beneficia en casos de hipertensión, pero también si se tiene el ácido úrico elevado o se sufre gota, cuando hay presencia de cálculos renales o se retine demasiado líquido.

Por si fuera poco, facilita el proceso digestivo y el hecho de que no aporta apenas calorías unido a todo el resto de ventajas nutricionales justifica que esté muy presente en los platos de quienes desean o necesitan perder peso.

Rico de todas formas.

Destaca, además, su riqueza en sales minerales como hierro, magnesio, azufre, sílice, sodio, potasio, manganeso, fósforo y calcio.

El aceite esencial presente en el puerro actúa sobre las vías respiratorias y facilita la expectoración, algo importante si tienes tendencia a los catarros y bronquitis.

Pero cuidado, porque ese mismo compuesto, tan beneficioso en los casos que he mencionado, puede causar reacciones alérgicas en personas predispuestas.

Ten en cuenta que lo ideal es prepararlo al vapor, ya que, si lo tomas hervido y desechas el agua de cocción estás dejando de tomar sus minerales, que habrán quedado en el líquido. De todas formas, puedes emplear esa agua para elaborar sopas o beberlo en la comida. Otra opción, más sabrosa, es gratinarlo al horno. En ese caso, se hierven y luego se enrolla cada uno en una loncha de jamón cocido. Se colocan en una fuente, se añade la bechamel y el queso rallado. Una posibilidad más es preparar una vichyssoise o crema de puerros.

Ojo con los gases.


Su contenido en azufre no es despreciable y eso puede provocar gases y flatulencia. De ahí que las personas con aerofagia o dispepsia (molestias digestivas recurrentes) pueden no tolerarlo y deban tomarlo con moderación y sin mezclarlo con otros alimentos flatulentos. 

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