Las
verrugas son excrecencias cutáneas, generalmente redondeadas e indoloras, que
suscitan diversos problemas, desde los meramente estéticos hasta algunos de
carácter grave.
Antiguamente
debían plantear graves problemas estéticos, pues existen gran diversidad de
remedios supersticiosos para hacerlas desaparecer.
Plinio,
en la Historia Natural, relata: “El primer día de luna nueva, cada verruga debe
tocarse con un garbanzo y después se debe guardar el garbanzo en un trozo de
lino, que debe echarse por encima del hombro; actuando de esta forma se cree
que las verrugas desaparecen”.
Se
suponía que si se tiraba una bolsa conteniendo tantos guijarros como verrugas
tuviera una persona, por encima del hombro izquierdo, se transferían las verrugas
al que tenía la mala suerte de recoger la bolsa. Se conseguía lo mismo si el
contenido de la bolsa eran garbanzos, alubias, granos de trigo, etc.
Se
creía que las verrugas desaparecían si alguien las compraba.
También
se creía que si una persona se encontraba con un funeral tenía que coger algo
del barro que había sido pisado por los hombres que portaban el féretro y aplicarlo
a las verrugas, deseando que desaparecieran.
Parece
ser que las verrugas desaparecerían frotándolas con un caracol, que a continuación
había que ensartar en un espino. Las verrugas desaparecían al morir el animal y
nadie debía tocarlo, porque en este caso se creía que volverían a aparecer.
También
se decía que desaparecían frotándolas con un trozo de carne cruda, que después
se enterraba. Una vez que la carne se hubiera podrido las verrugas
desaparecían.
Se
consideraba que, así como las verrugas eran una señal de mala suerte en la
mujer, en cambio eran signo de buena fortuna en el hombre.
Y
por último se creía que las verrugas salían por haberse puesto a contar estrellas.
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