La buena mesa

Estáis cenando en casa de un amigo; hay otras personas sentadas a la mesa. Entre ellas, algunas con las que ya tenéis una cierta confianza, mientras que a otras no las habéis tratado nunca o simplemente d forma muy superficial. Entre un bocado y otro, entre dos carcajadas, la conversación recae sobre un argumento conocido. Al principio os dirigís a vuestros interlocutores habituales, pero esa vez interviene una chica/chico a la que sólo conocéis de vista. No dice nada en especial, nada nuevo, pero os “atrae” lo mismo; notáis que esa forma de hacerse notar, el ambiente cordial que se ha creado ente los invitados, el placer, el sabor de la comida, regada de vez en cuando por un buen vino, han tenido su importancia, a la hora de hacer que una determinada persona os pareciera “interesante”. En vuestro fuero interno nace un deseo de cultivar ese nuevo sentimiento, dedicándole una parte de vuestro tiempo libre. Es el principio de una relación…

He descrito una experiencia en la que podemos reconocernos a nosotros mismos sin dificultad; el comienzo de una relación nueva, de amor o de amistad, no importa; se trata, de todas formas, del comienzo de una relación humana. Los amigos, la compañía, el placer de estar juntos, nos traen a la memoria el placer de alguna comida agradable o de alguna cena en la que hablamos de esto y de aquello. El juego colectivo refuerza la amistad, pero ¿qué podemos decir de una buena cena acompañados? Personas a las que antes veíamos bajo un único perfil, adquieren un halo distinto, más cálido, más cercano a nosotros, tras haber pasado algunas horas agradables sentados con ellas alrededor de una mesa.


Una invitación para comer juntos puede ser el colofón de un trabajo realizado, una manera amistosa para dejar de estar en deuda con quien nos ha ayudado, una ocasión de reforzar nuevas relaciones; puede crear el clima favorable para poner en marcha alguna importante actividad. Los preparativos, el placer, mezclado con la sorpresa la elección de los platos, son ingredientes fundamentales de ese momento especial, que exige todo nuestro tacto, nuestra sensibilidad y nuestra inteligencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario