En
un mundo en el que hay más elecciones y opciones que nunca y en el que nos enfrentamos
con posibilidades ilimitadas en cualquier dirección hacia donde miremos,
necesitamos un nivel más elevado de autonomía. Esto implica una mayor necesidad
de ejercer un juicio independiente, de cultivar nuestros propios recursos y de
asumir responsabilidades son las elecciones, valores y acciones que dan forma a
nuestras vidas; una mayor necesidad de confiar, de creer en nosotros mismos
desde un punto de vista objetivo.
Cuanta
más elecciones y decisiones necesitemos tomar conscientemente, más urgente será
nuestra necesidad de autoestima.
En
la medida en que confiemos en la eficacia de nuestras mentes, en nuestra
capacidad de pensar, aprender, comprender, tenderemos a perseverar cuando nos enfrentemos
a desafíos difíciles o complejos. Si somos constantes, seguramente obtendremos
más triunfos que fracasos confirmando y reafirmando así nuestro sentido de
eficacia. Por el contrario, cuanto más dudemos de la eficacia de nuestras
mentes y desconfiemos de nuestro pensamiento, en vez de perseverar seguramente
nos rendiremos. En consecuencia, será más frecuente el fracaso que el triunfo,
con lo que confirmaremos nuestra autoevaluación negativa.
La
autoestima positiva busca objetivos exigentes que la estimulen y el lograrlos
la alimenta. La baja autoestima busca la seguridad de lo conocido y poco
exigente; limitarse a ello debilita la autoestima.
Cuanto
más alta sea nuestra autoestima, mejor equipados estaremos para enfrentarnos a
la adversidad en nuestras profesiones y en nuestras vidas personales; cuanto
más rápido nos levantemos después de una caída, más energía tendremos para
comenzar de nuevo; seremos más ambiciosos, no necesariamente en sentido
profesional o económico, sino en cuanto a lo que esperamos experimentar en la
vida: emocional, creativa, espiritualmente. Cuanto más baja es nuestra autoestima,
a menos aspiramos y menos logros obtenemos. Los dos caminos tienden a
refirmarse y a perpetuarse.
Si
nuestra autoestima es alta, más dispuestos estamos a entablar relaciones
positivas y a rechazar las nocivas. Los similares se atraen, la salud atrae a
la salud y la vitalidad y la apertura a los otros son naturalmente más
atractivas para las personas con una autoestima positiva que la vacuidad y la
dependencia.
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