Las
supersticiones relacionadas con las novias son de diversa índole, según las
circunstancias que concurran tanto en los preparativos como en la ceremonia
nupcial.
Catulo
dice en sus Poemas: “Levantad a la novia bien alto, por encima del nuevo umbral
para que tenga buena suerte”.
La
creencia popular señala que trae buena suerte levantar a la novia al cruzar el
umbral del hogar del nuevo matrimonio, pues de esta forma queda protegida de
cualquier hechizo.
Otra
versión puntualiza que se cruza a la novia en brazos por el umbral de la nueva
casa para evitar que tropiece y atraiga con su caída la mala suerte.
Las
novias son objeto de diversas supersticiones. Una de las más conocidas es la de
tirar el ramo: la chica que lo recoja será la próxima que contrae matrimonio.
Esta tradición supersticiosa es de origen estadounidense.
Respecto
al vestido de novia también existen diversas supersticiones. Entre ellas: trae
mala suerte que el novio vea a la novia vestida con el traje de boda antes de
la ceremonia.
También
es de mal agüero que la novia se pruebe su vestido a la luz de las velas o probárselo
completo la víspera de la boda.
Si
la modista cose uno de sus cabellos en el dobladillo del vestido traerá buena
suerte a la novia.
Se
dice que si la novia lleva perlas será desgraciada.
También
se dice que si el día de la boda llueve la novia será desgraciada; si, por el
contrario, luce el Sol será dichosa.
Es
creencia popular que según alumbre la vela de la novia durante la ceremonia así
será su vida conyugal: feliz si la vela alumbra durante mucho tiempo, desgraciada
si se consume pronto.
En
sus Memorias, Heinrich Heine escribe que si un enemigo desea que la novia sea
estéril ha de llevar un cerrojo a la ceremonia de la boda, y cerrarlo en el
preciso momento en que la víctima del embrujo pronuncie el “sí quiero”.
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