Los vampiros (I)

Según la creencia popular, el vampiro es el espectro o cadáver que se alimenta de la sangre de las personas y de los animales para conservar su inmortalidad, ya que la sangre es el vehículo de la vida.

La creencia en los vampiros es remotísima, en los escritos de las más antiguas civilizaciones hallamos vestigios de muertos alimentándose a expensas de los vivos; entre los babilonios, los semitas, en Egipto con el mito de Khu, encontramos referencias al vampirismo.

En el Museo Británico hay una tablilla en la que se relata el descenso de la diosa Isthar (Astarté) a los umbrales de la región infernal, cuando al pedir al guardián que abra las puertas amenaza:

Guardián, abre tu puerta
Abre tu puerta y entraré.
Si no abres la puerta y no puedo entrar
La embestiré, romperé sus barras,
Forzaré sus candados, despedazaré sus dinteles
HARÉ LEVANTAR A LOS MUERTOS
PARA QUE DEVOREN A LOS VIVOS
Daré plena potestad a los muertos sobre los vivos.

En el Libro de los Muertos encontramos múltiples alusiones al regreso de los no muertos.

La superstición pasó de Egipto a Grecia, siendo los magos griegos los iniciadores de la macabra ceremonia de clavar una estaca en el corazón de un cadáver del que se sospechaba que era un vampiro, por hallarse incorrupto y con sangre en los labios.

La creencia se propagó a Roma, y fueron los magos romanos los que por primera vez recomendaron el ajo como defensa contra el vampiro, debido a su fuerte olor.

La leyenda de los vampiros es de carácter universal.

Existen en lugares tan alejados de Europa como China (que tiene muchos puntos de contacto con las leyendas eslavas) o en el archipiélago de la Polinesia con referencia a los tii o almas de los muertos, en la Melanesia, Indonesia, India, y entre las tribus africanas y suramericanas.

Continuará…



Fruto de otoño: la granada

Tomándola en zumo consigues muchísimos antioxidantes. Y ahora un estudio de la Universidad de California asegura que ayuda a combatir la disfunción eréctil.
 
Esta vistosa fruta se cultiva desde la antigüedad, y su zumo sigue siendo popular en numerosos países de mundo; no en vano en Oriente se considera símbolo de amor y fertilidad.

Células protegidas. La granada posee unas sustancias que se llaman flavonoides y que tienen una elevada acción antioxidante; gracias a ellos se combate la oxidación y el daño celular causado por los radicales libres. Por lo tanto, incluir esta fruta en nuestros menús puede resultar de ayuda para disminuir el riesgo de sufrir alteraciones cardiovasculares y prevenir enfermedades tan serias como el cáncer. Otro factor que se suma a sus beneficios sobre el sistema cardiovascular es su contenido en potasio, pues su riqueza en este mineral ayuda a reducir la tensión arterial, lo cual también beneficia a tu corazón.

Ayuda a perder peso. No hay que olvidar tampoco que la granada aporta una destacable cantidad de vitamina A y de taninos. Estos últimos se encuentran en las membranas de color blanco que separan sus granos y tienen propiedades astringentes y antiinflamatorias. De ahí que el consumo de esta fruta combata las diarreas y ayude a evitar los cólicos intestinales.

Además, se trata de un alimento muy ligero, con una elevada proporción de agua y con un contenido escaso en grasas. Eso, unido a que tampoco es una fruta excesivamente cargada de azúcares, hace que aporte pocas calorías y se pueda tomar sin remordimientos. Otra de las propiedades que la convierten en un alimento saludable es su composición mineral. La granada es rica en calcio, fósforo y potasio. Precisamente gracias a su riqueza en potasio presenta propiedades diuréticas, lo que la indica en aquellas personas que retienen líquidos o que están siguiendo un plan de adelgazamiento.

Desprender los granos con facilidad. Un truco para facilitar esta tarea es dividirla por la mitad, presionar un poco par que los granos se aflojen y golpearla con el mazo de un mortero mientras se va girando. Si no te gusta el sabor amargo, un consejo es eliminar la membrana blanca que rodea sus granos, ya que ahí se concentran los taninos, responsables de su amargo sabor.
    
                                        


La figura de cera

El remoto origen de la figura de cera como representación de la persona a quien se quiere dañar sigue manteniendo en la actualidad toda su vigencia en las prácticas contemporáneas de hechicería. Y aunque nos parece mentira, constantemente oímos hablar de este sistema empleado para hacer daño e incluso lograr la muerte de la persona objeto de este maleficio.

Horacio en las Sátiras, escribe: “Así como la llama fue creciendo e incrementando su tamaño, la figura de cera fue disminuyendo y decreciendo. Es obra de los brujos y sus tenebrosos hechizos”.

Ovidio, en las Heroidas, dice:” Medea lanzó su maldición sobre el ausente, moldeó su figura en cera, y en su miserable corazón introdujo la fina aguja…”.

Sprenger y Krämer en el Melleus maleficarum manifiestan: “Cuando una bruja hace una figura de cera… para hechizar a alguna persona… y daña la imagen, pinchándola o dañándola de cualquier otra forma, dañando en su imaginación a la persona hechizada, atribuyéndose merecidamente este daño a la bruja…”.

El ritual se realiza de la siguiente forma: cuando una bruja deseaba hacer daño a alguna persona, acompañada de las demás brujas hacían una figura de cera que era bautizada por el diablo con el nombre de la persona que se deseaba dañar, le clavaban alfileres y la ponían encima del fuego; cuando la cera se derretía la persona representada iba cayendo enferma sintiendo un gran dolor, con la sensación de alfileres clavados en su cuerpo.


Se dice que para hacer daño a alguien se pueden utilizar, además de las tradicionales figuras de cera, las hechas con barro, madera, trapo, etc., a las que se incorpora algún elemento personal de quien se quiere hacer daño (cortes de uñas, pelo…). A estas figuras se les clavan alfileres en diversas partes para infligir dolor a la persona objeto de la maldición en las mismas zonas del cuerpo en que ha sido pinchado en imagen.

Campaña de vacunación contra la gripe

¿Cómo puede distinguir un resfriado de una gripe?

No es una adivinanza. O tal vez sí, Aunque existen similitudes entre ambas enfermedades y en sus tratamientos, son causadas por microorganismos distintos. El resfriado puede durar más tiempo, pero la gripe puede ser más molesta. A continuación, exponemos los síntomas más comunes y las diferencias entre ellos, dependiendo del causante.

Fiebre. Es característica de la gripe y sobreviene de repente; en el resfriado es rara.

Dolor de cabeza. Es un síntoma predominante en la gripe; pero raro en el resfriado.

Dolores generales. En la gripe son normales y, por lo común, intensos; en los resfriados son leves.

Fatiga. En la gripe es extrema y puede durar 2 o 3 semanas; en el resfriado es leve.

Goteo de la nariz. A veces presente en la gripe; es constante en el resfriado.

Dolor de garganta. Generalmente acompaña a la gripe; es común en los resfriados.

Tos. Es común en la gripe y puede ser intensa; en el resfriado es moderada y seca.

Burle al virus de la gripe

La inmunidad individual y el tipo particular del virus de la gripe que circula en un año determinado son los factores principales que determinan si usted padecerá o no la gripe. Sin embargo, hay algunos pasos que usted puede seguir para reducir su sensibilidad al virus.
                                    

Dese una inyección para la gripe. Cada año, los científicos desarrollan una vacuna contra el tipo de virus que estiman será responsable ese año de la mayoría de casos de gripe. Por lo tanto, lo mejor que puede hacer para protegerse es vacunarse en otoño o al comienzo del invierno. Los médicos recomiendan que se vacunen especialmente los ancianos que viven en residencias, las personas que padecen afecciones crónicas, por ejemplo, cardíacas o pulmonares toda la gente mayor de 65 años y todo el personal médico. En los casos en los que la vacuna no previene la gripe, al menos disminuye considerablemente su gravedad

La verdad del resfriado

¿Tiene un resfriado persistente y le gustaría saber quién es el culpable? Los especialistas nos exponen a continuación los principales hechos erróneamente incriminados.

Compartir comidas o bebidas con una persona resfriada
Besar a una Persona resfriada
No protegerse frente al resfriado
Permanecer expuesto a una corriente de aire
Salir al exterior con la cabeza mojada

El verdadero responsable es, por supuesto, un virus que se transmite por el aire. El contagio puede producirse cuando alguien resfriado estornuda o se suena de forma descuidada, diseminando el virus por el aire.

Lo peor es que no existe curación alguna. Los antibióticos, campeones en dejar fuera de combate a las infecciones bacterianas, son ineficaces contra los virus del resfriado.

Sin embargo, es posible reducir el malestar causado por el resfriado. Algunos remedios pueden, incluso, hacer que el resfriado se cure con más rapidez.

Tome vitamina C. Actúa como basurero, recogiendo toda clase de desechos, incluyendo los virus. Puede acortar la duración de un resfriado de 7 días a 2 o 3.
 
Puede también eliminar síntomas como la os, los estornudos y otros.

A corto plazo, dosis elevadas de esta vitamina no producen efectos secundarios. No obstante, debe consultar a su médico antes de iniciar cualquier suplemento de vitamina C. Mejor aún, tome de forma simple su dosis de vitamina C bebiendo zumos de naranja, de pomelo o de arándanos, puesto que son frutos muy ricos en esta vitamina y sobre todo coma pimientos rojos asados.

Sea positivo. Una actitud positiva sobre la capacidad de su cuerpo para curarse a sí mismo puede movilizar el sistema inmunológico. Algunos especialistas recomiendan las técnicas de visualización para combatir el resfriado. Después de haberse relajado profundamente, imagine un tornado blanco que limpia sus abarrotados senos o a una armada de personal de la limpieza con cubos llenos de desinfectante limpiando los gérmenes.


Beba sopa de pollo. Esta vieja receta popular es ahora un remedio demostrado. Una sopa de pollo le ayudará a descongestionar las vías nasales. Ya sea por el aroma o por el sabor, lo cierto es que la sopa de pollo contiene, al parecer, una sustancia que aumenta la eliminación de la mucosidad nasal. Esta secreción (que aparece cuando se suena la nariz o estornuda) constituye la primera línea de defensa para eliminar los gérmenes de su organismo

Una verdura que no nos puede faltar en la mesa: los pimientos

En ensalada, asados, fritos, escalibados o rellenos. El pimiento es un sabroso, nutritivo y económico alimento que no debería faltar en su mesa.

Es uno de los alimentos más ricos en vitamina C (el rojo más que el verde), tanto que incluso supera a los cítricos. Además, cabe destacar su aporte de provitamina A (beta caroteno y criptoxantina), folatos y vitamina E. El consumo habitual de pimientos se asocia con un menos riesgo de infarto, precisamente por el aporte de criptoxantina. Los pimientos rojos son los más ricos en nutrientes porque han alcanzado su grado de maduración y, como los tomates, contienen licopeno anticancerígeno.

Mejor asado que frito. Además de lo ya destacado, los pimientos son antioxidantes y se considera que ayuda a prevenir la aparición de tumores, a retrasar el envejecimiento celular, a mejorar la circulación venosa. Resultan diuréticos y ayudan a mantener el peso y los niveles de glucosa en sangre cuando se sufre diabetes.

Tienen también un alto contenido en fibra vegetal, pigmentos y minerales. Es mejor consumirlo asado o crudo, ya que al freírlo (una de las preparaciones preferidas de los españoles) aumentan considerablemente sus calorías.


Del invernadero a tu mesa. La temporada natural del pimiento es de verano a otoño, pero los puedes encontrar todo el año gracias al cultivo en invernaderos. Hay que seleccionar los ejemplares carnosos, duros, pesados en proporción a su tamaño, muy firmes, de color brillante, piel lisa, lustrosa y sin golpes ni magulladuras. Una vez en casa, pueden durar hasta 15 días.

Todos los días un poco de rojo, de verde y de amarillo

En los últimos años, la vieja dietología, siempre dispuesta a prohibir algo o a amenazar con peligros inmediatos, ha cambiado de táctica y ha comenzado a expresarse también de manera positiva. En todos los alimentos coexisten aspectos dietéticos útiles o discutibles, pero de algunos, como las verduras o la fruta, los estudios hablan de un modo totalmente favorable, más allá de la exaltación ideológica que domina a los vegetarianos más intransigentes. Se trata de una auténtica exhortación por parte de la comunidad científica a elegir libremente, todos los días y varias veces al día, verduras, pero no siempre y sólo la habitual lechuga. Sena bienvenidos la coliflor, el brócoli, el repollo, la berza…, siempre que sus hojas no estén demasiado amarillas y ajadas, lo cual es señal inequívoca de una gran pérdida de frescura y, por tanto, de vitamina C.

Las económicas y apreciadas coles han acabado por atraer la atención, después de la de los gastrónomos, también de los nutricionistas, y por virtudes nada desdeñable, visto que distintas encuestas epidemiológicas han reconocido, un genérico efecto “protector” contra los procesos de envejecimiento celular y de degeneración cancerosa.

Procedente de laboratorios y congresos, el término “antioxidantes” y el todavía más misterioso concepto de “radicales libres” se están infiltrando entre los medios de comunicación para sustituir, como argumento de moda, la ya obsoleta cuestión de las dietas adelgazantes.

No es fácil explicar en términos comprensibles la cuestión de los radicales libres y de los antioxidantes, pero, podemos decir que a lo largo de los procesos de transformación energética de manera inevitable se crean escorias metabólicas; esto es, materiales que si no son alejados o desactivados pueden dañar al propio ambiente de elaboración o apresurar su decadencia natural o su susceptibilidad hacia las agresiones patológicas a las que las células están expuestas continuamente. Afortunadamente para nosotros, las células disponen de sistemas antioxidantes propios, capaces de neutralizar estos “radicales libres”, pero puede suceder que la producción d escorias supere la momentánea disponibilidad de sustancias protectoras y desactivadoras.

Un buen régimen dietético, variado y equilibrado, rico en verduras y frutas, desde luego es capaz de potenciar nuestro sistema antioxidante, mientras que una alimentación desequilibrada puede sobrecargarlo. A la objeción de que la cocción de las verduras puede dañar este patrimonio, se puede responder que, si bien las altas temperaturas desactivan gran parte de la vitamina C, mantienen intactos la fibra y los valiosos carotenos.

Así pues, vía libre a las verduras y, en particular, a la familia de las crucíferas (a la que pertenecen la col y el brócoli), por lo menos para quien no se desaliente ante el especial aroma que invade la cocina (la olla a presión puede atenuar este inconveniente) y también para quien tenga cualquier problema digestivo, siempre a condición de que las coles no estén fritas ni rebozadas.