Todos los días un poco de rojo, de verde y de amarillo

En los últimos años, la vieja dietología, siempre dispuesta a prohibir algo o a amenazar con peligros inmediatos, ha cambiado de táctica y ha comenzado a expresarse también de manera positiva. En todos los alimentos coexisten aspectos dietéticos útiles o discutibles, pero de algunos, como las verduras o la fruta, los estudios hablan de un modo totalmente favorable, más allá de la exaltación ideológica que domina a los vegetarianos más intransigentes. Se trata de una auténtica exhortación por parte de la comunidad científica a elegir libremente, todos los días y varias veces al día, verduras, pero no siempre y sólo la habitual lechuga. Sena bienvenidos la coliflor, el brócoli, el repollo, la berza…, siempre que sus hojas no estén demasiado amarillas y ajadas, lo cual es señal inequívoca de una gran pérdida de frescura y, por tanto, de vitamina C.

Las económicas y apreciadas coles han acabado por atraer la atención, después de la de los gastrónomos, también de los nutricionistas, y por virtudes nada desdeñable, visto que distintas encuestas epidemiológicas han reconocido, un genérico efecto “protector” contra los procesos de envejecimiento celular y de degeneración cancerosa.

Procedente de laboratorios y congresos, el término “antioxidantes” y el todavía más misterioso concepto de “radicales libres” se están infiltrando entre los medios de comunicación para sustituir, como argumento de moda, la ya obsoleta cuestión de las dietas adelgazantes.

No es fácil explicar en términos comprensibles la cuestión de los radicales libres y de los antioxidantes, pero, podemos decir que a lo largo de los procesos de transformación energética de manera inevitable se crean escorias metabólicas; esto es, materiales que si no son alejados o desactivados pueden dañar al propio ambiente de elaboración o apresurar su decadencia natural o su susceptibilidad hacia las agresiones patológicas a las que las células están expuestas continuamente. Afortunadamente para nosotros, las células disponen de sistemas antioxidantes propios, capaces de neutralizar estos “radicales libres”, pero puede suceder que la producción d escorias supere la momentánea disponibilidad de sustancias protectoras y desactivadoras.

Un buen régimen dietético, variado y equilibrado, rico en verduras y frutas, desde luego es capaz de potenciar nuestro sistema antioxidante, mientras que una alimentación desequilibrada puede sobrecargarlo. A la objeción de que la cocción de las verduras puede dañar este patrimonio, se puede responder que, si bien las altas temperaturas desactivan gran parte de la vitamina C, mantienen intactos la fibra y los valiosos carotenos.

Así pues, vía libre a las verduras y, en particular, a la familia de las crucíferas (a la que pertenecen la col y el brócoli), por lo menos para quien no se desaliente ante el especial aroma que invade la cocina (la olla a presión puede atenuar este inconveniente) y también para quien tenga cualquier problema digestivo, siempre a condición de que las coles no estén fritas ni rebozadas.






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