El
remoto origen de la figura de cera como representación de la persona a quien se
quiere dañar sigue manteniendo en la actualidad toda su vigencia en las
prácticas contemporáneas de hechicería. Y aunque nos parece mentira,
constantemente oímos hablar de este sistema empleado para hacer daño e incluso
lograr la muerte de la persona objeto de este maleficio.
Horacio
en las Sátiras, escribe: “Así como la llama fue creciendo e incrementando su
tamaño, la figura de cera fue disminuyendo y decreciendo. Es obra de los brujos
y sus tenebrosos hechizos”.
Ovidio,
en las Heroidas, dice:” Medea lanzó su maldición sobre el ausente, moldeó su
figura en cera, y en su miserable corazón introdujo la fina aguja…”.
Sprenger
y Krämer en el Melleus maleficarum manifiestan: “Cuando una bruja hace una
figura de cera… para hechizar a alguna persona… y daña la imagen, pinchándola o
dañándola de cualquier otra forma, dañando en su imaginación a la persona
hechizada, atribuyéndose merecidamente este daño a la bruja…”.
El
ritual se realiza de la siguiente forma: cuando una bruja deseaba hacer daño a
alguna persona, acompañada de las demás brujas hacían una figura de cera que
era bautizada por el diablo con el nombre de la persona que se deseaba dañar,
le clavaban alfileres y la ponían encima del fuego; cuando la cera se derretía
la persona representada iba cayendo enferma sintiendo un gran dolor, con la
sensación de alfileres clavados en su cuerpo.
Se
dice que para hacer daño a alguien se pueden utilizar, además de las
tradicionales figuras de cera, las hechas con barro, madera, trapo, etc., a las
que se incorpora algún elemento personal de quien se quiere hacer daño (cortes
de uñas, pelo…). A estas figuras se les clavan alfileres en diversas partes
para infligir dolor a la persona objeto de la maldición en las mismas zonas del
cuerpo en que ha sido pinchado en imagen.
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