El
lagarto es un animal que tiene buenas connotaciones: él mismo como elemento
curativo y el hecho de pronunciar su nombre.
Podemos
encontrar el origen de las supuestas virtudes curativas del lagarto en la
Historia natural de Plinio: “Para las fiebres se utiliza como amuleto el ojo
derecho sacado de un lagarto vivo. Un lagarto verde, encerrado vivo en una
vasija de su propio tamaño, es un método que, según se dice, sirve para que
desaparezcan las fiebres recurrentes.
Se
dice que, si una persona coge un lagarto con la mano y lo lame de la cabeza a
la cola, la lengua de esa persona adquiere el poder de curar quemaduras.
Se
cree que la rija o fístula lacrimal y las fiebres intermitentes se curan
metiendo una lagartija, animal e la familia del lagarto, en un canuto
agujereado y colado del cuello como amuleto; cuando la lagartija muere la enfermedad
desaparece.
Es
creencia popular que el lagarto es gran amigo y protector del hombre; a este
respecto se cuenta que, si una culebra está a punto de morder a un hombre
dormido, siempre hay un lagarto que le despierta haciéndole cosquillas con el
rabo.
En
consecuencia, existe la superstición de que cuando se oye la palabra “culebra”
se contrarresta diciendo dos veces la palabra “lagarto”.
Por
extensión se dice “lagarto, lagarto” como contra hechizo a cualquier situación
que pueda resultar perjudicial.
Con
relación a los sueños sobre lagartos o lagartijas, su interpretación es
negativa, ya que pronostica desgracias provocadas por la deslealtad de un
amigo.
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