El libro

Los libros han sido utilizados desde la Antigüedad para prácticas adivinatorias. Por ello, las supersticiones relacionadas con los libros están vinculadas a estas prácticas.

San Agustín escribe en las Confesiones: “Porque, decía él, si muchas veces queriendo alguno saber algo por suerte, y valiéndose para esto de los versos de cualquier poema (en los que su autor dijo e intentó otra cosa muy distinta), suele suceder que el verso se acomoda y ajusta maravillosamente al asunto y negocio que se buscaba; no será mucho que del alma humana, movida de superior instinto y sin advertir esa emoción que se hace con ella, sala alguna respuesta por suerte y casualidad, no por arte ni regla, que se acomode y adapte a los hechos y asuntos de quien hace la pregunta”.

Entre los romanos, a los poetas se les llamaba vates, que es tanto como decir adivinos, profetas…. Y era tanta la admiración que les profesaban que creían que los versos que leían por casualidad presagiaban su porvenir.

Era costumbre abrir libros de poemas y biblias al azar, la página en la que había quedado abierto el libro se consideraba que contenía el consejo a seguir para los asuntos que en ese momento se estuvieran dilucidando o para la conducta a observar en el futuro.
 
La geomancia es el arte adivinatorio que se realiza valiéndose de cuerpos terrestres o líneas trazadas en la tierra. Entre los diversos tipos existentes está la geomancia por libro, que requiere poseer un libro geomántico. Este libro contiene recetas, suertes, contestaciones…; entre cada dos hojas hay un hilo que coge a ciegas la persona que desea la adivinación. Se abre el libro por donde indica el hilo que se cogió y allí se encuentra la respuesta y la opinión sobre los secretos del futuro que se desean conocer.


Aunque pertenece a la cultura orienta, el libro más conocido en relación a las predicciones es el I Ching o Libro de las Mutaciones, que probablemente es el texto más antiguo conservado por la humanidad.  

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