No
es una gran fuente de nutrientes, pero sí una de las hortalizas estrella del
verano por su contenido en agua y por ser un alimento sumamente refrescante.
Se
aconseja comerlo con piel (una vez lavada), porque así a porta fibra y
betacaroteno, que se pierden al pelarlo. El inconveniente es que para muchas
personas la piel resulta indigesta.
De
lo que sí puede presumir esta hortaliza es de ser rica en potasio y pobre en
sodio, por lo que ayuda a eliminar el exceso de líquidos del organismo. Por eso
mismo, es beneficioso en caso de hipertensión, ácido úrico alto o gota y
cálculos renales.
Ataca las inflamaciones. El beta-sitosterol
presente en esta hortaliza le confiere cierta acción antiinflamatoria, además
de favorecer las defensas del organismo. El pepino es, por ello, un alimento
adecuado en caso de ciertas enfermedades como la artritis reumatoide y la diabetes,
así como en caso de hiperplasia (aumento de tamaño) benigna de próstata.
Su
mejor momento es entre junio y septiembre, aunque se puede comprar todo el año
gracias a los invernaderos. Elige ejemplares con la piel verde oscuro, sin
manchas amarillentas y firmes. Los grandes suelen ser más amargos.
Que no te irrite. Su piel contiene
sustancias amargas que pueden irritar la pared intestinal y provocar cierta
indigestión. Para evitar el amargor del pepino, prueba a dejarlo en remojo unos
minutos en leche azucarada. Otro sistema es pelarlo bien y cortarlo en rodajas,
añadir un poco de sal y colocar otro plato encima con peso. Pasados unos
minutos presiona y escurre bien todo el jugo que suelten.
Qué obtienes cada vez que
lo tomas.
10,2
Kcal
56
mg Magnesio
14,9
ug Ácido fólico
0,48
g Proteína
108
mg Potasio
1,5
g Hidratos de carbono
130
ug Carotenos (con piel)