No
se entiende por qué en España o en Grecia, países no menos mediterráneos que
Italia, el consumo de patatas duplique al italiano. Probablemente se trata de
un desquite contra la pobreza atávica, pero también de mala información
nutricional, porque las patatas siempre han sido sospechosas de contribuir más
que otros alimentos a esa plaga social en que ya se ha convertido la obesidad.
Para
quien sabe apreciar las patatas, cocinadas de manera que no requieran
demasiados condimentos grasos, la cuestión se debe plantear de otra manera. Las
patatas podrían ser incluso un buen medio para “estibar” el estómago y, por
tanto, para garantizar la saciedad consumiendo pocas calorías.
En
muchos aspectos, la patata tiene propiedades nutritivas semejantes a las de los
cereales y sus derivados, hasta el punto de que han ocupado su lugar en
momentos de carestía y en las costumbres de algunos pueblos. Su nutriente más
representativo es el almidón, que sólo después de la cocción es digerible y rápidamente
absorbible.
Sus
proteínas tienen un mayor valor biológico que el trigo u otros cereales, pero
su cantidad es bastante escasa, pues supone un 2% en comparación con el 11% de
la harina de trigo o el 7% del arroz perlado. Pero hablando de calorías,
podemos decir que dos patatas de tamaño mediano (unos 250 g) sólo proporcionan
212 calorías, casi lo mismo que se obtiene de un panecillo de sólo 80 g.
Otra
cosa es hablar de las patatas fritas que hacen la felicidad de los adolescentes
y la fortuna de los McDonald’s: aquí se plantea el problema de cuánto aceite de
fritura (las calorías son las mismas tanto en los aceites de semillas como en
el de oliva) conservan las patatas.
Casi
lo mismo se puede decir de las patatas hervidas, si se decide aliñarlas con
aceite o con mantequilla, dado que bastan 25 g de grasa (más o menos dos
cucharadas de potaje) para duplicar las calorías suministradas por dos patatas.
Por tanto, patatas al horno o con tomate para quien tenga miedo de engordar,
tal vez en sustitución del pan, que, a igual de peso, contiene el triple de
calorías.
Finalmente,
una alusión a la vitamina C, que está presente en discreta cantidad en las
patatas (sobre todo en las nuevas), pero no en otros alimentos amiláceos.
Naturalmente esta ventaja se reduce mucho si las patatas han estado almacenadas
durante mucho tiempo o si se cuecen después de pelarlas, ya que la vitamina C
es hidrosoluble y muy sensible al calor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario