La
verbena
En
la Antigüedad el nombre de verbena se aplicaba genéricamente a cualquier plana
verde olorosa, dedicada a usos sagrados. Desde la época de Plinio el Viejo se
utiliza este nombre para designar exclusivamente a la planta que recibe este
mismo nombre. Posteriormente se dio el nombre de verbena olorosa a la hierba
luisa.
En
el mundo grecolatino se hacán con ella coronas para los embajadores y los
notables. Era el único que se utilizaba para limpiar el altar de Júpiter, el
rey de los dioses. Los brujos y magos le atribuían propiedades milagrosas, como
curar las heridas de guerra y dar inmortalidad a los valientes.
Los
celtas la honraban casi tanto como el muérdago. Los encantadores de la Edad
Media la utilizaban en sus manipulaciones mágicas, ya que formaba parte de
todos sus filtros. También se utilizaba como hierba curativa, ya que era la panacea
de todos los males (ictericia, úlceras, enfermedades del corazón dolor de
muelas, partos difíciles, etcétera).
Las
supersticiones relacionadas con esta planta hacen referencia a su carácter
protector y curativo.
Plinio
relata en la Historia Natural: “No hay planta que tenga tanto renombre como la
Hiera botane (planta sagrada). Algunos la llaman asistereon, y los escritores
latinos verbenaca (verbena). Es la planta que se lleva por los enviados que
acuden a realizar tratos con el enemigo. Con ella se limpia el ara de Júpiter y
se purifican las casas. Existen dos clases: una tiene muchas hojas y se cree
que es hembra; la otra, el macho, tiene pocas hojas (…) Los habitantes de las
Galias usan ambas clases para predecir la buena fortuna y el porvenir; los
magos principalmente dicen de ella las cosas más extraordinarias; la gente se
frota con ella para conseguir sus deseos. Aseguran que ayuda a reconciliar a
los amigos, usándose asimismo contra las fiebres y para curar cualquier posible
enfermedad, y si se la macera en vino cura las mordeduras de las serpientes”.
En
las iglesias, para librarse del mal, se colgaba verbena en las entradas. Esta
verbena debía ser recogida mientras se rezaba un credo.
Cuando
iban a la batalla los caballeros llevaban encima un ramo de verbena para poder
escapar de sus enemigos.
Contra
las pesadillas se solía colgar del cuello un ramo de verbena o bien se tomaba
su jugo antes de ir a dormir.
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