Jet Lag (I)

Imagínese que, en lugar de adelantar una hora el reloj en primavera para aprovechar más la luz solar, lo adelantáramos 3 horas. ¿Qué cree que sucedería?

Además de crear unas interminables noches de verano, crearíamos una población de zombis.  Ajustar nuestro propio reloj interno no es tan fácil como ajustar el reloj de la pared.
 
Al volar en avión, pueden cruzarse varios husos horarios; cuando esto ocurre, pretendemos que nuestro cuerpo se ajuste al nuevo tiempo y espacio al momento. Realmente esto no es posible, y como consecuencia, sufrimos un desfase horario, que es tanto mayor cuantas más zonas horarias se crucen.

Algunos investigadores de cronobiología (ciencia que estudia el efecto del tiempo en las plantas, los animales y los seres humanos) piensan que el tiempo habitual de adaptación cuando se cambia de zona horaria es un día.

El reloj interno mencionado anteriormente es en realidad una serie de relojes internos controlados por un reloj central. Cada célula del cuerpo es un reloj, y todos ellos están sincronizados por un centro regulador localizado en el cerebro.

Normalmente, los relojes internos operan en ciclos de 24 a 25 horas de duración. Los cambios rápidos de tiempo rompen este equilibrio, dando como resultado el denominado síndrome de jet lag, que consiste en fatiga, letargia, incapacidad para dormir, problemas para concentrarse y tomar decisiones, irritabilidad e incluso diarrea y falta de apetito.

Esto no es lo que usted esperaba cuando firmó el cheque en la agencia de viajes para realizar el viaje de sus sueños.

Aunque no pueda hacer que el tiempo se detenga, sí puede tomar medidas para evitar los trastornos producidos por el desfase horario.


Siga un horario. Unas semanas o, al menos, unos días antes de iniciar el vuelo, debe mantener un horario razonable. Está demostrado que las personas que no siguen un orden fijo (p.ej., los que se acuestan tarde por ver una película o los que se ponen a limpiar a las 2 de la madrugada) tienen más problemas con el desfase horario. Asegúrese de que su ritmo circadiano se halla bien sincronizado.

Continúa en la próxima entrada

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