Beba
unos dos litros de agua al día. También se puede tomar libremente gaseosa,
infusiones, como menta-poleo, té o bebidas refrescantes light. Evite otro tipo
de refrescos. Disminuya el consumo de bebidas alcohólicas a no más de una copa
de vino al día.
Modere
el consumo de alimentos precocinados y salsas como mayonesa, rosa… Utilice poca
sal. Para condimentar acostúmbrese a utilizar especias, vinagre, limón, ajo,
cebolla, laurel y hierbas aromáticas.
Evite
los azúcares: azúcar, mermelada, miel, etc., y utilice preferentemente
edulcorantes acalóricos (sacarina, aspartamo…) Evite también los dulces,
bollería, helados, aperitivos, golosinas, frutos secos, chocolate, pasteles.
Aumente
el consumo de alimentos integrales y ricos en fibra, como frutas, verduras,
hortalizas y legumbres. Recuerde: al menos cinco raciones al día de frutas o
verduras.
Aumente
el consumo de alimentos de consistencia dura, que requieren mayor tiempo de
masticación y en general de trabajo gástrico, y que reducen la sensación de
ansiedad o de estómago vacío (ejemplo: ensaladas de verduras crudas, apio,
alcachofas, zanahoria…).
Sustituya
los lácteos enteros y semidesnatados por desnatados; evite los quesos curados.
Puede
tomar carnes magras, quitándoles la grasa visible (pollo, pavo, ternera, buey,
vaca, solomillo o lomo de cerdo, conejo, liebre, codorniz y perdiz). Evite los
embutidos, excepto jamón, pechuga de pavo o lomo embuchado sin grasa.
Puede
tomar cualquier pescado excepto los conservados en aceite.
Si
siente hambre en algún momento del día, tome alguna pieza más de fruta o
alimentos como hortalizas (zanahorias, pepinos, etc.).
Guarde
siempre los alimentos donde no los vea. El refrán “Ojo que no ve, corazón que
no siente” significa que es posible que piense menos en la comida si no la ve
continuamente.
Cuidado
con las sobremesas. Si quiere seguir charlando, retire toda la comida de la
mesa.
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