Las
líneas guía de la alimentación, formuladas por los expertos de distintos países
coinciden en el hecho de que al menos el 50% de las calorías que el hombre
consume a cualquier edad o en cualquier latitud debe proceder de los hidratos
de carbono.
La
utilización metabólica de las moléculas elementales de los hidratos de carbono
produce energía, agua y anhídrido carbónico: una combustión limpia, sin los
problemas de eliminación del ázoe, típicos de las proteínas, y sin los
problemas clínico-metabólicos que implica un exceso de grasas, sobre todo
saturadas. Pero no todos los hidratos de carbono tienen un comportamiento igual
en los procesos digestivos y metabólicos; por ello se añade la recomendación específica
de que sólo una pequeña parte de hidratos de carbono debe proceder de los
azúcares simples, de rápida absorción, mientas que su fuente privilegiada se
localiza en el almidón de los cereales y de las legumbres.

El
maíz, importado en Europa por los españoles, presenta una típica carencia
vitamínica (le falta la niacina), agravada por el bajo contenido de un
aminoácido indispensable (el triptófano), por lo cual su utilización como única
o prevalente fuente alimenticia permitió en el pasado la supervivencia de
poblaciones paupérrimas, pero también provocó la pelagra. Hoy, en una época de
gran disponibilidad y variedad alimentarias, el maíz ha vuelto a asumir un
papel gastronómico y nutritivo perfectamente legítimo, desde la polenta hasta
las “tortitas” e incluso las palomitas de maíz, expresión tecnológica moderna
del maíz a la que las nuevas generaciones le han dispensado una entusiasta
acogida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario