Monotonía alimenticia

La monotonía alimenticia, típica de las dietas habitualmente prescritas a los gorditos o a los ancianos sedentarios, además de ser una aflicción en sí misma para los interesados, también puede provocar carencias en el organismo.

Esto puede evitarse alternando con cierta frecuencia las opciones alimenticias. Incluso los alimentos pertenecientes a un mismo grupo, como las verduras, pueden diferenciarse notablemente en su contenido de vitaminas o de minerales.

No es lo mismo comer solamente cítricos (ricos casi exclusivamente en vitamina C) que alternarlos con otra fruta, como albaricoques o caquis (pobres en vitamina C, pero ricos en carotenoides y vitamina A).

Lo mismo puede hacerse con la mayor parte de los alimentos, porque las necesidades del organismo no se limitan al problema energético o a las relaciones entre proteínas, hidratos de carbono y grasas, sino que también comprenden vitaminas, minerales y oligoelementos que no tienen valor energético, pero son igualmente indispensables desde el punto de vista funcional y protector.

                             

Quien coma carne asumirá con las proteínas también una parte de sus necesidades de hierro, de cinc o de complemento B, pero no recibirá calcio, que, en cambio abunda en la leche y en sus derivados ni tampoco los valiosos ácidos grasos indispensables del pescado.

Una alternativa más frecuente de las opciones alimenticias puede conciliar el placer gastronómico con las recomendaciones de los nutricionistas, conscientes de que sólo con la variedad de las fuentes alimenticias se completan las teselas de las que está compuesto el mosaico de la alimentación.

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