Mírese en el espejo. Relájese y practique
mantenerse erguido. Recuerde que no debe adopta una posición rígida tipo
militar, ya que la parte inferior de su espalda quedaría entonces demasiado
encorvada.
Párese
frene a un espejo en el que se pueda ver el cuerpo entero y controle su
postura. Distribuya el peso entre los dos pies y lleve los hombros ligeramente
hacia atrás, pero manteniéndolos rectos. El pecho no debe estar hundido. Al llevar
la pelvis hacia dentro ligeramente, el vientre se hundirá. Su trasero se
contraerá y la parte inferior de su espalda se arqueará muy levemente.
Se
dará cuenta de que ha alcanzado la postura correcta cuando pueda dibujar una
línea imaginaria que pase por detrás de la oreja, a través del hombro, detrás
de la cadera y la rodilla y a través del talón.
Libere tensión. Si usted arquea la
espalda, la cabeza se dirige hacia delante; esta postura provoca tensión en los
músculos de los hombros y del cuello. Para eliminar esta tensión, lleve los
hombros hacia delante y hacia atrás y efectúe rotaciones con la cabeza.
Comience
con los hombros en su lugar y llévelos hacia delante unas 10 o 15 veces, como
si intentara remar con ellos, y luego, hacia atrás. Después mantenga la cabeza
alta y rótela en el sentido de las agujas del reloj. Repita 6 u 8 veces y luego
efectúe el mismo ejercicio hacia el otro lado.
Controle la curvatura de
su columna. Una
espalda perfecta es ligeramente curva. Controle la curvatura de su espalda
apoyando la espalda y el trasero contra la pared. Debe poder deslizar su mano
entre la cintura y la pared. Si no puede hacerlo o el espacio es muy reducido,
significa que tiene la espalda plana. Si, por el contrario, tiene una curvatura
muy pronunciada, es decir, puede poner más de una mano entre su cuerpo y la
pared, usted padece una enfermedad denominada lordosis.
Eleve una pierna. Si permanece de pie
durante largos períodos, coloque una caja en el suelo frente a usted y apoye un
pie sobre ella. Esta posición aliviará la tensión de la espalda.
Deje su pie bien plantado.
Cuando se
ponga de pie, apoye bien los pies sobre el suelo. El hábito de descargar todo
el peso en una sola pierna puede originar una curvatura pronunciada en la
espalda.
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