
Esta
bebida espumosa ha sido desde su origen símbolo de alegría, felicidad y suerte,
sirviéndose en las ocasiones en que se celebra algún feliz acontecimiento.
Fue
creada en la abadía de Hautvillers, en el corazón de la Champagne francesa, por
el monje benedictino Dom Pérignon en 1680, quien fue, asimismo el que dio a los
corchos que tapan las botellas su forma especial.
Las
supersticiones relacionadas con este vino espumoso tienen connotaciones
festivas.
Al
parecer, para que el cava traiga buena suerte, el tapón debe salir con fuerza y
ruido al ser descorchada la botella. También se dice que trae buena suerte
mojarse las sienes si el cava se derrama, sobre todo si es del que cae al
descorchar la botella.
Se
cree que llevar un corcho de botella de cava en el bolsillo trae buena suerte y
también hacer un corte en el corcho de la primera botella descorchada e
introducir en la improvisada hucha una moneda.
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