El
péndulo, en su forma más simple, está compuesto por un cuerpo rígido que oscila
suspendido de la extremidad de un hilo inextensible. El péndulo se ha utilizado
desde la Antigüedad como instrumento de adivinación.
El
origen de esta superstición se halla en la antigua Grecia. Los griegos llenaban
un recipiente con agua, y dejaban caer un anillo colgado de un hilo y con igual
peso en cada lado. El hilo se ataba a un dedo y era una forma de invocar a los
dioses para confirmar alguna cuestión en litigio; si lo que se proponía era
cierto, el anillo por sí mismo golpeaba la pared del recipiente un número
determinado de veces.
Se
dice que para adivinar si una chica se casará o no se ata un anillo de boda a
un cabello o hilo y se sumerge en un vaso; si el anillo golpea la pared del
vaso pronostica que no se casará, pero si gira alrededor del vaso se casará una
vez si lo hace rápidamente y dos si lo hace despacio.
Parece
que un anillo de boda atado a un cabello o hilo también sirve para adivinar
dentro de cuántos años se asará una persona. Se saben contando el número de
veces que el anillo golpea el vaso dentro del que se ha introducido.
Se
cree que para saber el sexo del niño que va a nacer se ata el anillo de boda a
un hilo y se mantiene encima del vientre. Si oscila será una niña y si gira
será un niño.
El
péndulo se ha utilizado tradicionalmente como instrumento adivinatorio por los
zahoríes, personas que pretenden adivinar lo que está oculto especialmente
debajo de la tierra, sean tesoros o manantiales. Esta actividad recibe el
nombre de radiestesia, y es un supuesto arte adivinatorio mediante la
percepción de las radiaciones y emanaciones de los distintos cuerpos.
En
la actualidad está muy de moda buscar corrientes subterráneas bajo las casas,
para cambiar la orientación del mobiliario a fin de conseguir mejorar la salud
de los moradores de la vivienda, si es que están afectados por dichas
corrientes subterráneas.
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