Números e inteligencia

Cuando se habla de lenguaje, normalmente pensamos en el natural, resultado del aprendizaje, y medio principal de la comunicación entre los seres humanos. Hay también otro lenguaje, que por regla general no se interpreta como tal, a pesar de que se emplea constantemente en nuestra vida cotidiana. Nos estamos refiriendo a las matemáticas.
 
A menudo determinados malos hábitos mentales adquiridos en el colegio, una visión por separado de las asignaturas y de la labor de la mente, nos han presentado las matemáticas como un mundo aparte, abstracto y profundamente distando del lenguaje cotidiano. 

A este enfoque se le escapa el carácter eminentemente lingüístico de las matemáticas, que emplea signos, símbolos (los números), por medio de los cuales se manifiesta el pensamiento humano. Aun siendo fundamentalmente un lenguaje, la función prioritaria de las matemáticas no es la comunicación entre individuos, sino la organización de las actividades cognoscitivas y su representación sintética (y objetiva). 

Debido a ello, es el lenguaje de la ciencia por excelencia. Por tanto, no cabe duda de que existe relación entre la inteligencia y la capacidad de desenvolverse con los números, de captar relaciones entre ellos y realizar operaciones con ellos.


Indudablemente, la inteligencia no es sólo la matemática, pero se acepta comúnmente que la habilidad demostrada en el dominio de las matemáticas es expresión de inteligencia. No es ninguna casualidad que en los tests de inteligencia las pruebas de aptitud numérica ocupen un lugar importante. 

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