La
liebre es un animal considerado impuro en la Biblia, por lo que a partir de
aquí su carácter es negativo para las supersticiones populares relacionadas con
ella.
El
Deuteronomio, quinto y último libro del Pentateuco de Moisés constituido por
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, 14,7-8, dice así: “…pero no
comeréis los que solamente rumian ni los que solamente tienen la pezuña
dividida y el pie hendido; el camello, la liebre, el conejo que rumian, pero no
tienen la pezuña dividida son inmundos para vosotros… No comeréis sus carnes ni
tocaréis sus cadáveres”.
César
escribe en la Guerra de las Galias, V, XII: “Los bretones no consideran lícito
comer liebre”.
Se
dice que comer carne de liebre trae mala suerte y es causa de abortos.
Antiguamente
se creía que era uno de los animales en los que las brujas se transformaban
para acudir a los aquelarres.
Se
achaca a las liebres que traen el fuego: si se ve una liebre corriendo por el
jardín probablemente la casa arderá en un futuro próximo.
Si
alguien se encontraba con una liebre en el camino era una señal de mal agüero:
para contrarrestar la mala suerte había que dar la media vuelta y regresar a
casa.
Si
una embarazada se cruzaba con una liebre tenía que inclinarse y rasgarse la
camisa si no quería que el niño naciera con un labio leporino, y si Pisba la
madriguera de una liebre tenía que poner dos piedras dentro para evitar la
misma desgracia.
Si
la embarazada comía liebre, el niño dormiría con los ojos abiertos.
Los
sueños con liebres se libran de su sentido negativo por el carácter
contradictorio que conlleva la adivinación de los sueños: el que sueña con
liebres hará una transacción favorable.
El conejito horticultor
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