El pepino en las ensaladas

No es una gran fuente de nutrientes, pero sí una de las hortalizas estrella del verano por su contenido en agua y por ser un alimento sumamente refrescante.

Se aconseja comerlo con piel (una vez lavada), porque así a porta fibra y betacaroteno, que se pierden al pelarlo. El inconveniente es que para muchas personas la piel resulta indigesta.

De lo que sí puede presumir esta hortaliza es de ser rica en potasio y pobre en sodio, por lo que ayuda a eliminar el exceso de líquidos del organismo. Por eso mismo, es beneficioso en caso de hipertensión, ácido úrico alto o gota y cálculos renales.

Ataca las inflamaciones. El beta-sitosterol presente en esta hortaliza le confiere cierta acción antiinflamatoria, además de favorecer las defensas del organismo. El pepino es, por ello, un alimento adecuado en caso de ciertas enfermedades como la artritis reumatoide y la diabetes, así como en caso de hiperplasia (aumento de tamaño) benigna de próstata.

Su mejor momento es entre junio y septiembre, aunque se puede comprar todo el año gracias a los invernaderos. Elige ejemplares con la piel verde oscuro, sin manchas amarillentas y firmes. Los grandes suelen ser más amargos.

Que no te irrite. Su piel contiene sustancias amargas que pueden irritar la pared intestinal y provocar cierta indigestión. Para evitar el amargor del pepino, prueba a dejarlo en remojo unos minutos en leche azucarada. Otro sistema es pelarlo bien y cortarlo en rodajas, añadir un poco de sal y colocar otro plato encima con peso. Pasados unos minutos presiona y escurre bien todo el jugo que suelten.

Qué obtienes cada vez que lo tomas.

10,2 Kcal
56 mg Magnesio
14,2 mg Calcio
14,9 ug Ácido fólico
0,48 g Proteína
108 mg Potasio
1,5 g Hidratos de carbono

130 ug Carotenos (con piel)

Cómo evitar la diarrea del viajero

Algunas veces, haga lo que haga, terminará siendo un involuntario anfitrión de una bacteria extranjera que le provocará diarrea. Sin embargo, existen formas de reducir las probabilidades.

Evite las verduras crudas o poco cocidas, especialmente las ensaladas, las frutas que no pueda pelar, las carnes poco hechas, los mariscos crudos, cubitos de hielo y las bebidas preparadas con agua no purificadas (el alcohol no matará las bacterias).

Trate de asegurarse de que los platos y cubiertos se han lavado con agua purificada.

Beba sólo agua carbonatada y sellada en botellas o latas. Limpie con agua purificada la parte del envase que contractará con su boca (para purificar el agua, hiérvala durante 3-5 minutos o añádale yodo en tabletas o líquido).
 
Siempre que sea posible, ingiera bebidas ácidas como zumos de naranja, que lo ayudarán a disminuir la cantidad de E. coli, la principal bacteria responsable de las enfermedades digestivas.

Beba leche acidificada o tome yogur antes del viaje. Las colonias de bacterias establecidas en su sistema digestivo se verán reforzadas y mantenidas durante el viaje y así reducirá las posibilidades de una invasión por una bacteria “turista”.

Sea precavido por las infecciones.

Aunque la mayoría de los casos de diarrea del viajero son auto limitados, algunos síntomas indican la necesidad de atención médica.

Las deposiciones rojas o negras pueden indicar una hemorragia o una infección parasitaria, mientras que las pálidas o blancas suelen poner de manifiesto un trastorno del hígado.

La fiebre puede indicar una infección grave o si las deposiciones se acompañan de sangre y no puede acudir rápidamente a un médico es aconsejable tomar la asociación de antibióticos trimetoprima/sulfamsoxozol, existente en todas partes, hasta que pueda obtener ayuda médica.


Hinchazón abdominal, vómitos y dolor pueden indicar colitis, obstrucción intestinal o apendicitis. Los vómitos significan que usted no es capaz de retener la solución rehidratante. 

Diarrea del viajero

Cuando se efectúan viajes al extranjero suelen producirse episodios de diarrea. Aunque, en teoría, es fácil prevenirlos, en la práctica es muy raro que el viajero no presente diarrea en algún momento. De hecho, existe un 50% de probabilidades de padecerla, aunque tome todas las precauciones recomendadas.

La causa más común es la bacteria Escherichia coli. Este pequeño y extendido microorganismo es un residente habitual de la flora intestinal, donde cumple un papel en la digestión. Pero las cepas “extranjeras” de E. coli pueden provocar diarrea debido a la elaboración de una toxina que impide al intestino absorber el agua que ingiere en forma de líquidos y comida.

Como la toxina impide la absorción de agua, ésta permanece en la luz intestinal, pero debe salir de una forma u otra. La toxina no se absorbe. Normalmente, usted no se siente enfermo, pero puede advertir la presencia de gases. Sin embargo, lo que ocurre es que ése no es el problema: o se trata de gases.

Las bacterias Shigella y Salmonella pueden también producir la diarrea del viajero, y un pequeño número de casos están provocados por los rotavirus y el parásito Giardia. Los cambios en la dieta, la fatiga, el jet lag y la enfermedad de la altura también se han considerado posibles responsables de este trastorno, aunque no se ha demostrado esta asociación; hasta el 50% de las diarreas del viajero siguen aún sin explicación.

La diarrea es una enfermedad auto limitada; el cuerpo humano tiene una historia de aproximadamente 40.000 años y está concebido para poder afrontar la mayoría de los problemas con los que se encuentra.

La forma de combatir la E. coli es purgar los intestinos. Durante 1-5 días usted tendrá numerosas evacuaciones líquidas. Puede sentir náuseas o calambres e, incluso, unas pocas décimas de fiebre, aunque, a menudo, el único síntoma es la diarrea. Hay varias formas de ayudar a su cuerpo a combatirla, eliminarla o disminuir las probabilidades de adquirirla.


En la próxima entrada se explicarán algunos métodos para combatirla

Las musarañas


La musaraña es un mamífero insectívoro parecido a la rata, del que existen varios géneros. La palabra musaraña proviene del latín mus araneus, que quiere decir “ratón araña”, por la antigua creencia popular de que la mordedura de este pequeño mamífero era tan venenosa como el picotazo de la araña.

Las supersticiones relacionadas con la musaraña hacen referencia a que es una criatura de mal agüero.

La musaraña y la mala suerte. El origen de esta superstición se encuentra en la Historia Natural de Plinio: “La mordedura de una musaraña se considera venenosa, pero las especies venenosas no se encuentran hasta más allá de los Apeninos”.

Encontrarse con una musaraña en el camino presagia mala suerte. Como contra hechizo había que cruzar los pies.

Se pensaba que si una musaraña pasaba por encima del pie de una persona ésta pronto estaría coja.

Se creía que, si una musaraña se deslizaba sobre un animal, fuera vaca, caballo u oveja, enfermaría y estaría amenazado con la pérdida de una de sus patas.

La musaraña y la hechicería. Las musarañas fueron animales utilizados por los hechiceros como elemento integrante de sus pócimas para adoptar la forma de un animal. La fórmula es la siguiente: “Se coge una musaraña viva, se le quita la bilis y el corazón y se guardan en sitio aparte; se coge su cuerpo y se muele totalmente. Cuando el polvo esté seco, se toma un poco y se mezcla con una gota de sangre del dedo anula de la hechicera; se pone la mezcla en una copa de vino y se bebe por Belcebú”.

Y rico, rico, rico…. se supone que producía el efecto deseado.



Patatas de verano

Ingredientes para seis raciones

Patatas: 1kg
Tomates: 3 unidades
Cebolleta: 1 unidad
Huevo duro: 2 unidades
Caballa: 50 g
Apio: 1 ramita
Aceite: ¼ litro
Vinagre: 1 dl
Sal, hierbabuena

Lavar y poner a cocer las patatas con piel, en agua con sal, durante 20 minutos aproximadamente. Procurando elegirlas bastante iguales para que el tiempo de cocción sea el mismo Dejarlas enfriar.

Pelarlas y cortarlas a ruedas, reservar.

Escaldar los tomates, pelarlos y cortarlos a ruedas. Reservar

Cortar a rudas muy finas la cebolleta después de quitar la parte exterior que es más dura.

Cortar a ruedas el huevo duro.

Trocear con un cuchillo la caballa.

Limpiar la rama de apio y cortar a dados pequeños

Hacer un batido, con la batidora, del aceite, vinagre, sal e hierbabuena.

Montar la fuente acaballando las ruedas de patata, tomate, cebolla y huevo duro.

Espolvorear con la caballa y el apio y cubrir con la vinagreta.

Dejarlo unas horas en un lugar frío para que tome sabor




Las patatas

No se entiende por qué en España o en Grecia, países no menos mediterráneos que Italia, el consumo de patatas duplique al italiano. Probablemente se trata de un desquite contra la pobreza atávica, pero también de mala información nutricional, porque las patatas siempre han sido sospechosas de contribuir más que otros alimentos a esa plaga social en que ya se ha convertido la obesidad.

Para quien sabe apreciar las patatas, cocinadas de manera que no requieran demasiados condimentos grasos, la cuestión se debe plantear de otra manera. Las patatas podrían ser incluso un buen medio para “estibar” el estómago y, por tanto, para garantizar la saciedad consumiendo pocas calorías.

En muchos aspectos, la patata tiene propiedades nutritivas semejantes a las de los cereales y sus derivados, hasta el punto de que han ocupado su lugar en momentos de carestía y en las costumbres de algunos pueblos. Su nutriente más representativo es el almidón, que sólo después de la cocción es digerible y rápidamente absorbible.

Sus proteínas tienen un mayor valor biológico que el trigo u otros cereales, pero su cantidad es bastante escasa, pues supone un 2% en comparación con el 11% de la harina de trigo o el 7% del arroz perlado. Pero hablando de calorías, podemos decir que dos patatas de tamaño mediano (unos 250 g) sólo proporcionan 212 calorías, casi lo mismo que se obtiene de un panecillo de sólo 80 g.

Otra cosa es hablar de las patatas fritas que hacen la felicidad de los adolescentes y la fortuna de los McDonald’s: aquí se plantea el problema de cuánto aceite de fritura (las calorías son las mismas tanto en los aceites de semillas como en el de oliva) conservan las patatas.

Casi lo mismo se puede decir de las patatas hervidas, si se decide aliñarlas con aceite o con mantequilla, dado que bastan 25 g de grasa (más o menos dos cucharadas de potaje) para duplicar las calorías suministradas por dos patatas. Por tanto, patatas al horno o con tomate para quien tenga miedo de engordar, tal vez en sustitución del pan, que, a igual de peso, contiene el triple de calorías.


Finalmente, una alusión a la vitamina C, que está presente en discreta cantidad en las patatas (sobre todo en las nuevas), pero no en otros alimentos amiláceos. Naturalmente esta ventaja se reduce mucho si las patatas han estado almacenadas durante mucho tiempo o si se cuecen después de pelarlas, ya que la vitamina C es hidrosoluble y muy sensible al calor. 

¿No más pan de cada día?

Panem et circenses, o sea, pan y juegos, eran, según Juvenal, los dos intereses fundamentales de los romanos. La distribución gratuita de trigo era el intento racional de aliviar la miseria y de atraerse políticamente a las clases pobres, castigadas por la sucesión de las carestías. El molinero-panadero romano se convierte en un precursor de la producción en masa, destinada a saciar con pan y unas pocas aceitunas, alubias, higos o queso a la vastísima plebe que no tenía ninguna posibilidad de acceder a las cenas de ostentación social o a los banquetes de Trimalción, reservados a una restringida aristocracia. Los distintos tipos de pan sazonados con el añadido de otros pocos ingredientes acompañados de agua, leche o vino, representaban el plandium, el almuerzo de medio día, un alimento completo en sí mismo.

Hasta mediados del siglo XX una considerable parte de la población ha vivido y ha hecho frente al trabajo físico con una alimentación en la que el pan representaba el 90% del aporte calórico global. Lo demás era “companaje”, término ya en desuso y casi desconocido para los más jóvenes. Si el “pan y agua” de los presos representaba la máxima exasperación del concepto, aun con sus carencias garantizaba la supervivencia; el “pan y aceite” del campesino (desde el pan tostado con aceite y ajo hasta el pan tostado con tomate) siempre ha gustado a lo dietólogos y a los gastrónomos.

A pesar de la carencia de algunos aminoácidos (lo cual no es un problema para una población ya sobrealimentada), el pan contiene en sí mismo la esencia de la alimentación, El profesor Trémolières, padre de la moderna nutrición clínica, escribió que, al margen de toda sutileza dietética, cualquier trabajador manual habría podido vivir en perfecto estado de salud con un kilo de pan, un litro de leche, verduras y una fruta.

El desarrollo de la civilización está asociado al descenso de las necesidades energéticas, pero es irracional que la reducción calórica la paguen sólo algunos alimentos, como el pan o la pasta, más que una metódica reducción de todas las cantidades.


Sólo los ancianos conservan intacto el gusto y la necesidad del pan, que siguen prefiriendo, al revés que sus nietos, y a veces en contradicción con los consejos de algún joven médico poco atento al respeto de los hábitos y de los gustos individuales. En cambio, la tradición y la racionalidad dietética legitiman la supervivencia del pan en la “dieta equilibrada”; en todo caso, más discutible es el uso del pan en sus muchas variantes ideadas por los panaderos para enriquecer su sabor, pero también su coste y su cuota calórica.  

La verbena

La verbena

En la Antigüedad el nombre de verbena se aplicaba genéricamente a cualquier plana verde olorosa, dedicada a usos sagrados. Desde la época de Plinio el Viejo se utiliza este nombre para designar exclusivamente a la planta que recibe este mismo nombre. Posteriormente se dio el nombre de verbena olorosa a la hierba luisa.

En el mundo grecolatino se hacán con ella coronas para los embajadores y los notables. Era el único que se utilizaba para limpiar el altar de Júpiter, el rey de los dioses. Los brujos y magos le atribuían propiedades milagrosas, como curar las heridas de guerra y dar inmortalidad a los valientes.

Los celtas la honraban casi tanto como el muérdago. Los encantadores de la Edad Media la utilizaban en sus manipulaciones mágicas, ya que formaba parte de todos sus filtros. También se utilizaba como hierba curativa, ya que era la panacea de todos los males (ictericia, úlceras, enfermedades del corazón dolor de muelas, partos difíciles, etcétera).

Las supersticiones relacionadas con esta planta hacen referencia a su carácter protector y curativo.

Plinio relata en la Historia Natural: “No hay planta que tenga tanto renombre como la Hiera botane (planta sagrada). Algunos la llaman asistereon, y los escritores latinos verbenaca (verbena). Es la planta que se lleva por los enviados que acuden a realizar tratos con el enemigo. Con ella se limpia el ara de Júpiter y se purifican las casas. Existen dos clases: una tiene muchas hojas y se cree que es hembra; la otra, el macho, tiene pocas hojas (…) Los habitantes de las Galias usan ambas clases para predecir la buena fortuna y el porvenir; los magos principalmente dicen de ella las cosas más extraordinarias; la gente se frota con ella para conseguir sus deseos. Aseguran que ayuda a reconciliar a los amigos, usándose asimismo contra las fiebres y para curar cualquier posible enfermedad, y si se la macera en vino cura las mordeduras de las serpientes”.

En las iglesias, para librarse del mal, se colgaba verbena en las entradas. Esta verbena debía ser recogida mientras se rezaba un credo.

Cuando iban a la batalla los caballeros llevaban encima un ramo de verbena para poder escapar de sus enemigos.

Contra las pesadillas se solía colgar del cuello un ramo de verbena o bien se tomaba su jugo antes de ir a dormir.

 

Jet Lag (III)

A partir de estudios en animales se ha desarrollado una dieta que pretende eliminar los efectos del jet lag. En realidad, es algo más que una dieta, ya que tiene en cuenta una serie de factores, como la luz solar, las actividades sociales, los comportamientos en el dormir y los ejercicios físicos y mentales.
 El elemento central de la dieta consiste en la alternancia de comidas abundantes y ayunos durante los 4 días previos al viaje. Para nuestros propósitos, comida abundante significa comer tanto como quiera, y ayuno, comer ligeramente.

A continuación, le ofrecemos una muestra de menú para un día de ayuno. En el desayuno, 2 huevos y una tostada con mantequilla baja en calorías. En la comida, una pechuga de pollo sin piel, una taza de caldo y media taza de queso bajo en grasas. En la cena, una porción de pasta cocinada con un poco de margarina, una taza de verduras (brécol, judías, calabazas o zanahorias) y, opcionalmente, una bebida alcohólica.

Los experimentos realizados con animales han demostrado que la cafeína puede utilizarse para reajustar el reloj biológico.
 
Cambie sus hábitos con la cafeína. Tres días antes del vuelo deje de consumir cafeína (excepto de las 15:00 a las 16:30). El día antes del vuelo tome cafeína sólo entre las 7:00 y las 8:00. El día del vuelo tómese 2 o 3 tazas de café solo antes de las 11:30 y no tome más cafeína durante el resto del día.

Ajuste su reloj de acuerdo con la hora del lugar de destino. Empiece aclimatándose usted mismo al cambio horario; permanezca mentalmente activo durante la media hora previa al desayuno en su destino.

No desayune al mismo tiempo que los demás pasajeros. Arrégleselas para desayunar en el horario que corresponda a su país de destino. En nuestro ejemplo será mucho antes de aterrizar.


Coma en abundancia junto con todo el mundo. Aunque llegue a destino muy temprano por la mañana, no debe comer hasta la hora de la comida. Pero ya estará en un día de comida abundante, así que disfrútelo 

Jet lag (II)

Duerma lo suficiente. Si duerme pocas horas los días previos al viaje empeorará los trastornos producidos por el desfase horario. Un buen consejo es dormir 15 minutos más diarios en los días anteriores al viaje.

Vuele de día, llegue por la noche. El mejor plan es llegar a su destino a media tarde, comer algo ligero y acostarse a las 23:00 horas del lugar de destino. 

De esta forma brinda a su cuerpo las condiciones óptimas para aclimatarse al cambio de horario.

Beba líquido en abundancia durante el vuelo. El aire interior de los aviones es extremadamente seco; la ingestión de líquidos lo ayudará a combatir la deshidratación, efecto que es muy desfavorable para combatir el jet lag.

Evite el alcohol. Dado que el alcohol es un diurético, favorece la deshidratación. En lugar de alcohol, tome zumos.

Imagine que no está en el avión. Esto hacen muchos pilotos y azafatas cuando viajan en calidad de pasajeros. Apoye su cabeza en la almohada, cierre los ojos sin llegar a dormirse, e imagine que no está en el avión. Sueñe despierto con ideas positivas o, simplemente, haga planes para la próxima semana. Este método es muy adecuado sobre todo para viajes cortos, que sólo implican cruzar 1 o 2 husos horarios.

Permanezca en calma y relájese. Trate de utilizar el vuelo para gozar de la soledad y para relajarse. De esta forma no estará estresado cuando su organismo deba adaptarse a un brusco cambio horario.

Haga como los romanos. Cuando llegue a destino, intente adaptarse lo más rápidamente posible al nuevo entorno. Sumérjase en el lugar, conozca los nombres de las calles y el lenguaje de la gente. Esto lo ayudará a ajustarse físicamente.


Comuníquese con la gente. La adaptación social es especialmente importante si está ansioso por dormir, pero en el lugar de destino sólo es media tarde. Al conversar y relacionarse con los demás, su cuerpo recibe la señal de que es de día, puesto que las relaciones humanas son por naturaleza diurnas. Esta es la razón por la que el cambio de turno produce jet lag en muchos trabajadores. 

Jet Lag (I)

Imagínese que, en lugar de adelantar una hora el reloj en primavera para aprovechar más la luz solar, lo adelantáramos 3 horas. ¿Qué cree que sucedería?

Además de crear unas interminables noches de verano, crearíamos una población de zombis.  Ajustar nuestro propio reloj interno no es tan fácil como ajustar el reloj de la pared.
 
Al volar en avión, pueden cruzarse varios husos horarios; cuando esto ocurre, pretendemos que nuestro cuerpo se ajuste al nuevo tiempo y espacio al momento. Realmente esto no es posible, y como consecuencia, sufrimos un desfase horario, que es tanto mayor cuantas más zonas horarias se crucen.

Algunos investigadores de cronobiología (ciencia que estudia el efecto del tiempo en las plantas, los animales y los seres humanos) piensan que el tiempo habitual de adaptación cuando se cambia de zona horaria es un día.

El reloj interno mencionado anteriormente es en realidad una serie de relojes internos controlados por un reloj central. Cada célula del cuerpo es un reloj, y todos ellos están sincronizados por un centro regulador localizado en el cerebro.

Normalmente, los relojes internos operan en ciclos de 24 a 25 horas de duración. Los cambios rápidos de tiempo rompen este equilibrio, dando como resultado el denominado síndrome de jet lag, que consiste en fatiga, letargia, incapacidad para dormir, problemas para concentrarse y tomar decisiones, irritabilidad e incluso diarrea y falta de apetito.

Esto no es lo que usted esperaba cuando firmó el cheque en la agencia de viajes para realizar el viaje de sus sueños.

Aunque no pueda hacer que el tiempo se detenga, sí puede tomar medidas para evitar los trastornos producidos por el desfase horario.


Siga un horario. Unas semanas o, al menos, unos días antes de iniciar el vuelo, debe mantener un horario razonable. Está demostrado que las personas que no siguen un orden fijo (p.ej., los que se acuestan tarde por ver una película o los que se ponen a limpiar a las 2 de la madrugada) tienen más problemas con el desfase horario. Asegúrese de que su ritmo circadiano se halla bien sincronizado.

Continúa en la próxima entrada

Quemaduras solares (III)

En el caso de tener quemaduras solares:

Tenga cuidado con las ampollas. Una quemadura acompañada de ampollas reviste mayor gravedad. Si las ampollas le molestan y sólo cubren un área pequeña de su cuerpo, puede pincharlas para que drene el líquido, pero teniendo siempre cuidado de no arrancar la piel que las cubre. Las ampollas serán meno dolorosas y presentarán menos riesgo de infección si el aire no entra en contacto con las terminaciones nerviosas subcutáneas. Para drenar el líquido, primero coja una aguja y esterilícela con una llama de cerilla. A continuación, pinche el borde de la ampolla y apriete ligeramente par que el líquido fluya hacia fuera. Repita esta operación 3 veces en las primeras 24 horas y luego deje que la ampolla siga su curso natural.

Cuidado con el hielo y la nieve. No baje la guardia en invierno, puesto que la luz solar reflejada en el hielo y en la nieve pueden provocarle quemaduras aún más intensas que en verano. Así, no son infrecuentes las quemaduras en los excursionistas durante el invierno, cuando se exponen a los rayos solares reflejados en la nieve. Incluso pueden producirse quemaduras en los labios cuando, debido al gran esfuerzo, respirar por la boca. Cúbrase y use protector solar en todas las zonas expuestas.

No cometa el mismo error dos veces. Tras sufrir una quemadura por el sol, su piel tarda de 3 a 6 meses en recuperar su estado normal. Cuando se quema, las capas superiores de la piel se caen, y la nueva piel que aparece debajo es aún más sensible que la primera. Esto significa que se quemará más rápidamente que antes si no es prudente.

Siga las reglas. Mientras su quemadura esté dolorosamente fresca en su memoria, refresque su sentido del sol con los siguientes consejos:

Aplique un protector solar 30 minutos antes de salir al exterior, incluso si está nublado (los rayos más dañinos pueden atravesar las nubes). No se olvide de aplicárselo en los labios, las orejas, las manos y la nuca. Aplíqueselo otra vez, si es necesario, después del baño o si ha sudado mucho.

Preste especial cuidado entre las 10:00 y las 13:00 horas, que es cuando los rayos del sol son más verticales.

Si insiste en broncearse, hágalo gradualmente. Empiece con 15 minutos e incremente el tiempo de exposición en unos pocos minutos por día de forma gradual.


Use prendas protectoras cuando no esté nadando o tomando un baño de sol. Llevar sombrero, telas de hilado tupido y mangas largas lo ayudarían a mantener el sol alejado de su piel. 

Quemaduras solares (II)

Una quemadura solar intensa puede provocar un debilitamiento general. Debe consultar al médico si experimenta náuseas, escalofríos, fiebre, desmayos, ampollas, debilidad, manchas de color púrpura o un picor intenso. Si la quemadura parece extenderse, es posible que sufra una infección añadida. CONSULTE AL MÉDICO.

No utilice demasiado el jabón. El jabón puede irritar la piel. Por lo tanto, es conveniente usar jabones suaves y enjuagarse bien con agua, No tome baños en agua jabonosa y evite los baños de espuma.

Lubrique la piel. Los baños y las compresas proporcionan bienestar y alivio temporal, pero pueden resecar la piel si no se aplica enseguida una crema hidratante. Séquese y aplíquese un baño de aceite.

Enfríe la crema hidratante. Para aumenta la eficacia de la crema, enfríela antes de aplicarla.

Recurra a la hidrocortisona. Calme la irritación y la inflamación de la piel mediante una loción tópica, un aerosol o un ungüento que contenga un 0,05 % de hidrocortisona.

Diga adiós a las quemaduras. Existen evidencias crecientes de las propiedades cicatrizantes del áloe. Simplemente, deshaga una hoja y aplique el jugo obtenido sobre la quemadura. Antes de hacerlo, aplique una pequeña cantidad en un área de piel sana para asegurarse de que no es alérgico al áloe.

Prevenga la infección. Si tiene una infección o sospecha que ésta puede desarrollarse, utilice un ungüento antibiótico.

Pruebe un anestésico local. Si las quemaduras no son muy intensas, un anestésico de venta libre puede aliviar el dolor y el picor. Escoja una marca que contenga benzocaína, alcohol bencílico, lidocaína o hipocloruro de difenhidramina. Los aerosoles son más fáciles de aplicar que las cremas o los ungüentos. Humedezca un poco una gasa o un algodón y páselo por el rostro, evitando el contacto con los ojos.

Pruebe una compresa de hielo. Si la quemadura es leve, una bolsa de hielo puede ser calmante: envuélvala con ropa húmeda y colóquesela sobre la zona afectada. En este caso puede improvisar y, en vez de una bolsa de hielo, puede utilizar una bolsa de guisantes congelados, pero siempre con la precaución de no aplicar el hielo directamente sobre la piel.

Beba en abundancia. Es una buena idea beber mucho para contrarrestar el efecto secante de la quemadura.

Coma alimentos adecuados. La alimentación debe ser ligera y equilibrada para proporcionar a la piel los nutrientes que necesita para regenerarse por sí misma.


Levante las piernas. Si sus piernas están quemadas y sus pies hinchados, levante las piernas por encima del nivel del corazón. Se sentirá mejor.

Quemaduras solares (I)



Está furioso consigo mismo. Se había jurado que esta vez tendría cuidado con el sol. Ya conoce sus consecuencias negativas para la piel y sabe que existen cremas para protegerse de los daños solares. Peor: no tuvo cuidado y ahora lo está pagando con el malestar que le produce su cuerpo ardiendo. Por fortuna ha aprendido la lección y la próxima vez no le pillará descuidado sin su protector solar. Ahora preste atención a los consejos de los expertos.
 
Tome un analgésico. El dolor, el picor y la hinchazón provocados por quemaduras suaves o moderadas pueden aliviarse con aspirina. Tome dos comprimidos cada 4 horas. Si su estómago lo tolera, puede probar con 3 o 4 comprimidos de ibuprofeno cada 8 horas.

Anticípese a la quemadura. Si ha tomado mucho sol, ingiera aspirina antes de que la piel se ponga roja. Los expertos recomiendan tomar unos 650 mg (2 comprimidos) inmediatamente después de la exposición solar. Repita la misma dosis cada 4 horas hasta completar 6 tomas.

Aplíquese compresas. Después de una quemadura la piel queda inflamada. Para enfriarla aplique compresas embebidas en cualquier de las sustancias que a continuación indico. Si lo desea también puede exponer la zona inflamada a un ventilador para acelerar el enfriamiento:

*      Agua fría. Use agua del grifo y, si lo desea, añádale unos cubitos de hielo. Embeba un paño en el agua fría y extiéndalo sobre la zona quemada. Repita la operación a medida que el paño se vaya calentando. Hágalo varias veces al día durante 10-15 minutos.
*      Leche desnatada. La proteína de la leche es un buen calmante para las quemaduras. Mezcle una taza de leche desnatada con 4 tazas de agua y añádale unos cubitos de hielo. Aplíquela mediante compresas en la zona afectada durante 15-20 minutos, cada 2 o 4 horas.
*      Harina de avena. Es recomendable el agua de harina de avena porque calma la piel. Envuelva la harina de avena en una gasa y póngala en un recipiente con agua fría. A continuación, elimine la haría de avena, embeba la gasa en el líquido obtenido y aplíquela en la zona afectada cada 2-4 horas.
*      Agua de hamamelis. Humedezca un paño en agua de hamamelis, y aplíquelo a menudo sobre las quemaduras. En áreas pequeñas puede utilizar bolitas de algodón previamente mojadas en el líquido.

*      Un baño para reducir el dolor. Una alternativa a las compresas, especialmente en áreas extensas, es un baño de agua fría. Añada tanta agua como haga fala para mantenerla a temperatura constante. Séquese suavemente con una toalla procurando no frotar la piel par ano provocar más irritaciones. Las sustancias que se citan a continuación añadidas al baño contribuyen a reducir el dolor, el picor y la inflamación.