ARMAR EL BELÉN

Tengo que confesar que no creo en Dios, sí, soy atea y mucho. Pearl S. Buck dijo en una ocasión “Creer en dioses siempre causa confusión”, puede ser que por eso yo tengo claro que no creo en ninguno.

Mis padres creían en él, pero no en su iglesia. Habían visto tantas cosas en la guerra y en la posguerra que opinaban malamente de ella. Mi padre, que era muy inteligente y adelantado a su tiempo siempre decía que los curas no deberían de bendecir las banderas ni las armas, que ellos deberían estar en contra y no participar en ellas ni siquiera con su presencia.

Yo siempre me he preguntado que cuando un soldado le pide confesión a un cura o capellán como los llaman a los que siguen al ejército, y le cuenta que ese mismo día ha tirado una granada y con ello ha matado a 10 enemigos, ¿qué le dirá el cura?, ¿le mandará rezar varios padres nuestros y avemarías?

Un día cayó en mis manos el libro Memorias para Cecilia, de Armando Uribe y recordé a mi padre cuando leí: “… y además en Italia misma algunos curas y obispos bendicen las banderas fascistas de las tropas que van a Etiopía”

Y debo de tener razón pues no hace mucho el Papa Francisco dijo que la Iglesia debe de pedir disculpas por haber bendecido tantas armas.

El caso es que, a pesar de no creer en la Iglesia, tuve que hacer la comunión (en 1965 nadie podía negarse) y la confirmación dichosa, la iglesia católica tenía tanto poder o más que el Estado y había que regirse por sus normas. Creo que su dios dio libre albedrio a sus creyentes, pero su iglesia no debe opinar así, pues cuando la dejan, obliga a hacer lo que ella quiere, y no admite no cumplir sus reglas o a los ateos.

Y, sin embargo, en esa iglesia tan cerrada, poco liberal y muy encerrada en sus normas han existido el mayor número de casos de pedofilia que en ninguna otra. En la película Spotlight lo explican detalladamente, al final de la película se puede leer unos cuantos casos repartidos por todo el mundo. Creo que algunos se toman al pie de la letra el pasaje de Marco 10:14 en el que Jesús dice literalmente: “Dejad que los niños vengan a mí”. Vomitivo hasta la extenuación.

El caso es que después de mucho leer (ojo yo me he leído la biblia), y de pensar llegué a la conclusión que ningún dios existe, es imposible. Así que llegué a un trato con él, yo no le diría a nadie que no existía y el me dejaría en paz y desde entonces nos va muy bien a los dos, bueno, a el mejor que a mí, al fin y al cabo, no paga IBI por su patrimonio inmobiliario, y con su poder de omnipresencia podrá estar en alguna isla paradisiaca sin pagar un euro al mismo tiempo que lleva el negocio este del Vaticano.

Además, me casé por la iglesia católica, ya que en 1982 si querías casarte por lo civil eran tantos los problemas y las diligencias que te rendías a lo inexorable.

Pues bien, como “los caminos del señor son inescrutables”, he estado desde hace años aquejada de dolores de espalda por culpa de una hernia de disco que no de cd, y en el trabajo y gracias a una compañera, me facilitaron una silla ergonómica. Para los que no están duchos en la materia les diré que es una silla en la que más que sentarte te pones de rodillas, terminas con una posición bastante erecta, pero con las rodillas dislocadas de soportar el peso. Bueno pues estuve en esa posición muchísimo tiempo, mientras que pensaba para mis adentros, que estaba en un reclinatorio de iglesia, cosa que para mí era impensable.

Y llega el sumun de los sumun y a mis 60 años una persona me encontró en Internet y me encargó hacer un belén completo a ganchillo. Mis más íntimos saben que llevo algunos años dedicándome a ese arte maravilloso del crochet, que me ha dado y me da tantos momentos agradables. Para mi es más que un pasatiempo, pues me permite abrir mi mente a espacios y lugares nuevos. La parte de mi cerebro creativo se ha ajustado perfectamente a sus puntos enanos, puntos bajos, medios puntos, varetas, aumentos y disminuciones para poder crear un nuevo universo de personas, animales y cosas con sus reglas especiales.

Sé que hay personas que piensan que el ganchillo es de otro siglo y que ya no se lleva, se puede conseguir casi lo mismo a precios tirados gracias a made in china, pero no saben que es algo así como si un cuadro de Picasso lo hicieran en un país oriental a bajos precios, seguro que parecería exactamente el mismo.

Sé que hay personas que creen que esto del crochet es solo del universo femenino, es decir tontunas de mujeres viejas con mucho tiempo de sobra, esas personas además de incultas no saben lo que se pierden. El ganchillo o crochet es un arte como puede ser la música, la pintura o la escultura.

Pero volvamos al hilo (nunca mejor dicho) de mi historia de hoy, les decía que una persona me encargo después de las navidades hacer un belén con todos sus personajes, todas sus escenas, los buenos y los malos, los caballos, el bebé, el rey malvado, los pescadores, los pastores y las ovejas, casi una ciudad completa del año 1 d. C. Y tengo que decir, aunque parezca presuntuoso que me ha salido “bordado”, o mejor dicho crochetdado. 

Pero como verán la vida está hecha de contradicciones de detalles que nos hacen cambiar y podernos poner en distintos papeles que nunca podríamos haber pensado que fuéramos a hacerlo o vivirlo. Quien me iba a decir a mí que un día armaría todo un belén maravilloso sin siquiera creer en esa historia.

NEW YORK, NEW YORK

Que me vuelven loca los viajes, está claro, hacer maletas para viajar es lo mío, que me lo paso “pipa” planeando esos viajes es una verdad contundente, que, aunque con respeto, me siento cómoda en un avión es cierto, que siento un nudo en el estómago similar a cuando se está enamorado/a, cuando viajo es real, total creo que mi alma es viajera.

El último viaje que hice fue a LA GRAN MANZANA, una semana llena de emociones. Fue un viaje añorado hacía tiempo y por fin pude realizarlo. Después de hacer el papeleo correspondiente para que me dejaran entrar allí, y que pagara el viaje, es decir cuando era concluyente que iba a visitar Manhattan empezó mi aventura.

Me compré dos guías sobre New York, me las leí de cabo a rabo, me empapé en un mes de todo lo que se podría ver, oír y vivir. Decidí lo que estaba dispuesta a realizar y me preparé para el viaje sintiendo la felicidad dentro de mí.

Tengo que decir que fue a primeros de septiembre, pues en New York el verano es muy caluroso y la humedad que producen el rio Hudson y East River hace que sea complicado estar en la calle durante mucho tiempo, y yo pensaba pasear por las calles mucho, durante mi estancia.

Yo pensaba que no me iba a impactar Manhattan pues estaba tan acostumbrada a verlo en las películas americanas que casi me sentía haber estado antes allí, pero ¡oh sorpresa! me sorprendió y mucho.

Era cierto que los rascacielos hacen que mirar hacia el cielo cuando estás en cualquier calle de Manhattan haga que tengas que doblar tu cuerpo al estilo Matrix. Es cierto que las calles están siempre repletas de gente en un devenir continuo. Es cierto que los buzones son azules, que los taxis son amarillos y que sale vaho de debajo del asfalto.  Esto último me explicaron que era porque en Manhattan la calefacción iba por las alcantarillas y el vaho que se produce tiene que salir al exterior a través de unas chimeneas que tienen rayas blancas y naranjas.

El tráfico es impactante, en ocasiones es mejor andar que coger sus autobuses o taxis, por lo que el medio de transporte ideal es su metro.

Es comodísimo para un castellano parlante viajar a New York, allí el 90% de personas hablan español. Hay mucho emigrante que o vive allí o se traslada todos los días allí para trabajar.

La gente me pareció muy amable. Me contaron que las personas que trabajan allí lo hacen pensando que cuando tengan el dinero suficiente volverán a sus países o condados o pueblos y que viven el día a día sin querer echar raíces, pero que el tiempo de alguna forma se les echa a ellos encima y es difícil que alguien se vuelva a marchar. Por ello en esa marabunta de personas que conviven allí, reina la soledad por lo que la gente está deseosa de hablar o comunicarse con otras personas.

Yo tuve un incidente en el metro, el billete que acababa de comprar no me permitía la entrada al andén, una persona sin mediar palabra me lo cogió y se dirigió a la taquilla y allí reclamó en inglés que me cambiaran el billete por otro que funcionara, y así pude pasar, yo me quedé sin palabras, pues yo no había pedido que me ayudara y esa persona lo hizo con tanta amabilidad y como si fuera su responsabilidad. Nunca lo olvidaré.

En efecto, los neoyorquinos no tienen lavadoras en sus casas y nunca verás tendederos en las ventanas, llevan su colada a esos establecimientos que tienen grandes lavadoras que por una moneda te la lava y te la seca, mientras la gente se pone a leer en bancos que hay para tal fin o escuchan música con sus cascos sin molestar a nadie.

Cuando estuve hacia diez años que había ocurrido los atentados terroristas a las torres gemelas, por lo que no pude visitar el socavón y las obras que se estaban realizando pues un cordón policial lo impedía. En la catedral de San Patricio se preparaba para conmemorar la gran tragedia y los policías vestían sus grandes galas.

Por supuesto visité entre otros Central Park, Battery Park, East River Park, allí la gente se sienta en el césped para leer o hacer picnic con los niños, cuando el sol lo permite. Una curiosidad es que un día llovió copiosamente durante horas, así que pensé que al día siguiente los parques estarían inundados de agua y que no se podría pisar por el barro, pero no fue así, el agua desapareció por arte de magia y se pudo pasear por parques y calles sin problema.

Me llamó mucho la atención la cantidad de iglesias que había allí, casi que cada dos calles te topabas con una, las había de toda clase de creencias adosadas a un rascacielos.

Y si, también hay muchos Starbucks o similares, donde puedes tomar el café que quieras con el trozo de tarta correspondiente, no puedes irte de allí sin probar sus famosas tartas, súper dulces.

Y también debes de coger el ferry que es gratuito para visitar la gran estatua de la libertad, merece la pena ver el paisaje desde el barco y desde la pequeña isla, sobre todo de noche. Porque es la ciudad que nunca duerme y es cierto, a cualquier hora de la noche todo sigue funcionando.  Solo me quedé con ganas de ver desde un helicóptero la ciudad, pero como siempre cuando visito otro país pienso que tengo que volver para hacer lo que no me dio tiempo.

MIEDO

¿Qué se supone que es el miedo? Según dice el diccionario es una emoción, una sensación muy intensa y muy desagradable al percibir que estamos en peligro.

Ese peligro puede ser un supuesto nuestro o algo muy real. El miedo nos puede marcar el futuro ya que, si es real y atroz el hecho, nos puede etiquetar y siempre sentiremos miedo al recordar o ver otro hecho similar.

Dicen que el miedo si llega a un extremo se convierte en terror. Al parecer Sigmund Freud escribió sobre el tema y clasificó el miedo en diferentes modalidades.

Según la escuela conductista psicologicamente hablando, el miedo es algo que hemos aprendido, según la psicología profunda dice que el miedo es el resultado de haber padecido un conflicto básico inconsciente y que no hemos resuelto.

Como cualquier sentimiento, el miedo es bueno o por lo menos es necesario para que evitemos el dolor o que nos defendamos de algo malo. Si han visto la película Del Revés, allí se explica perfectamente.

Desde siempre el hombre ha sentido miedo por lo que supongo estará en nuestro ADN y ha sido necesario para nuestra supervivencia. 

Cuando tenemos miedo el corazón va a gran velocidad y se pone en marcha la adrenalina, nos aumenta la presión y la glucosa, el cerebro se activa, y se detiene cualquier función no esencial de nuestro cuerpo, es decir estamos muy concentrados.

En muchas ocasiones usamos la frase “me muero de miedo”, pero ¿eso es posible? Si la adrenalina a dosis altas puede producir un infarto, realmente se puede morir de miedo.

Un día el veterinario de mi perrito me contó que a causa de los petardos hay perros que mueren de miedo, se les para el corazón de puro terror. Así que sí se puede morir de miedo. ¡Odio los petardos!.

Según algunos estudios las sociedades que se siente seguras son las que más viven atemorizadas, ¡qué gran contradicción!, al parecer el motivo es porque el miedo coarta la libertad de cada persona, y estas pueden llegar a hacer ciertas cosas que sin el miedo jamás harían. El miedo es más fuerte que cualquier ideología ya que une a las masas y esto es aprovechado por algunos sectores que dominan a esas masas.

Según he leído las clases más vulnerables al miedo son las personas con nivel cultural inferior, al parecer son más fáciles de manipular y su situación por precaria les da sensación de inseguridad, algo que es real.

Así el miedo es una maravillosa herramienta comercial, y es utilizada por empresas que se dedican a la protección particular. Además, es también muy utilizado el miedo entre los políticos que quieren conseguir más votantes, reprimiendo la libertad y así dominar a la sociedad.

La crisis es uno de los motores del miedo. Al parecer el índice de miedo se dispara al no sentirse útil, y es causa muy importante en la actualidad de suicidios. Una persona en paro que vive en una sociedad de consumo, cuando no se puede consumir, ni se tiene nada que hacer, ni trabajo que realizar no ve claro el motivo de su existencia, pierde su autoestima, y la situación puede llegar a ser insoportable. Esa persona es entonces sumamente manipulable.

Las personas mayores que han pasado una guerra, una posguerra, la hambruna y la penuria, y han tenido que trabajar cada segundo de su vida, han conseguido en un momento dado una estabilidad para ellos y sus hijos y de pronto estalla la crisis y ven peligrar las comodidades que tanto les ha costado tener, su sustento y el futuro de sus hijos, por lo que son un sector muy fácil de manipular.

Las personas jóvenes aparentemente no tienen miedo a nada, les encanta los deportes de riesgo, la velocidad y las sensaciones fuertes, pero en la sociedad de consumo en la que vivimos son muy fáciles de manejar, y si no dígales que les van a quitar su móvil o que no van a poder comprarse esas magníficas y carísimas playeras de marca muy in. 

Uno de los miedos que todo humano tiene en sus genes es el miedo al cambio, el miedo a salirse de su zona de confort, así también es muy fácil manipularles, cuando todo en su vida se ha puesto “patas arriba” y no puede hacer nada por evitarlo.

En la actualidad, además, los medios de comunicación y las redes sociales tienen un poder inmenso, cualquier noticia se da como verdadera si se propaga con las palabras idóneas y se hace viral en cuestión de segundos pudiendo poner en pánico a todo el mundo.

Si hace 75 años H.G. Wells hizo creer a sus oyentes que un ejército alienígena estaba invadiendo EE.UU. imagínense en la actualidad con los medios que disponen los periódicos, las radios, las televisiones y los políticos, ¡menuda mezcla!

En la magnifica película "El puentes de los espías", me encanto esta conversación entre el abogado del espía ruso y este que estaba a punto de ser condenado a muerte:

- No parece estar preocupado!
- ¿Ayudaría?

Si, porque en la mayoría de las ocasiones que nos aterroriza algo, lo mejor es tener la capacidad de estar en calma, pues no nos sirve de nada alterarnos. Además como un proverbio chino dice: "Si tus problemas tienen solución no te preocupes, y si no la tienen para que te vas a preocupar"

Tengo que decir que soy muy miedosa, me sobresalto con gran facilidad, ciertas noticias me aterran, pero me da mucho más miedo el poder por el poder, los bajos instintos que causa el dinero, el egoísmo humano, la falta de compañerismo con nuestra propia especie y el hecho real de que nos estamos cargando literalmente este mundo donde vivimos, que nos ha dado tanto y que se lo pagamos destruyéndolo. 

Así pues, no me gustan los políticos, nin gu no, ni los poderosos que mueven los hilos de la sociedad, y como mi gran amiga Mafalda dijo muy sabiamente: “Que se pare el mundo que me quiero bajar”.




DIETAS, DIETAS, DIETAS….

Desde los 17 años he estado a dieta, plan, régimen o como quiera llamarse el hecho de restringir la comida y pasar hambruna aposta.

Empecé porque la moda indicaba que las mujeres teníamos que pesar lo mismo que la Barbie, y yo que por aquel entonces era tonta me di cuenta que tenía que perder unos kilitos. Total, una decisión que marcó toda mi vida posterior.

El problema de empezar con dieta es significado que cuando se acaba se vuelve a recuperar el peso o incluso se pesa más, el cuerpo que es muy sabio, piensa “hay que retener, que de vez en cuando vienen tiempos difíciles de hambruna y tenemos que tener reserva”.

Por ello aconsejo contundentemente nunca ponerse a dieta. Lo que hay que hacer es comer una ingesta variada y muy mediterránea, pensar que nuestro cuerpo no es un cubo de basura y que nos merecemos querernos más y estar más saludables, para ello habría que estudiar detenidamente los alimentos buenos, los malos, quedarnos con los mejores y no hacer caso de la publicidad.

Si porque la publicidad es parte del problema del sobrepeso, se ha demostrado que mientras vemos la televisión es cuando más ganas de comer tenemos, cuando vamos al frigorífico (en los miles de anuncios) nos hacemos con tentempiés diversos y todos ellos poco saludables. Ya sea por los anuncios de refrescos, de bollos o de comida basura, que se nos presenta como lo más apetecible, comemos mientras vemos la televisión. Claro que también puede ser por lo aburrida que es, cada día más.

Si vemos el telediario o los miles de coloquios políticos que nos brindan todos los días, nos deprimimos y lo pagamos con la comida basura, porque no nos levantamos a por una manzana, no, nos levantamos por las sobras que han quedado de la comida, o de ese bollo de chocolate…..

Si nos quedamos en los programas basura radiactiva, que tienen una audiencia increíble, comemos como posesos viendo como los de dentro de la tele se pegan, se insultan y nos llenan de morbo.

Un amigo me decía hace poco que claro, llegaba cansadísimo de estar hora y media en el metro, de estar trabajando todo el día con mal salario, malos compañeros y jefes y que cuando llegaba a casa solo le apetecía ver el Salvados, por lo que se hacía con un tanque de palomitas repletitas de sal y aceites innombrables y hasta la hora de la cena, se olvidaba de todo y de todos.

Porque es cierto que en esta sociedad actual comemos la mayoría de las veces más por aburrimiento, pena, agobio, soledad y ansiedad que por hambre. Ya no sabemos que es pasar hambre, si notamos un gusanillo en el estómago, no es porque nuestro jefe nos saca de nuestras casillas, es por hambre y nos hartamos en la oficina de cafés de máquina y bollería industrial. Si un compañero nos irrita hasta tener ganas de colgarle por los pies, nos comemos todas las galletas que tenemos en el cajón de los clips, etc., etc.

Es más fácil premiarnos con la comida, aunque solo sea por tres minutos que ponernos manos a la obra y pensar cómo podemos cambiar de vida, aunque tal como están las cosas, ¿quién puede cambiar de vida?

Las mujeres lo tenemos mucho peor que los hombres, nuestras hormonas hacen que estemos esclavizadas por ellas, y además que retengamos líquido y grasas. Así que es fácil para los hombres quitarse esos kilillos que han cogido por las cervecitas, con estar una semana sin comer pan, lo tienen asegurado, nosotras no, nosotras tenemos que quitarnos, del pan, del chocolate, de las grasas, de la cerveza y de la comida si queremos entrar en el vestidito tan mono que compramos de una talla menor, pues estábamos seguras que con ponernos a plan 3 días cogeríamos en él.

Aconsejo que, si al final decidimos hacer dieta, se visite al especialista primero y que nos haga las pruebas pertinentes para ver cómo estamos de salud, y si tenemos esa edad interesante de los 45 para arriba que nos hagan pruebas por si nuestras tiroides no nos tienen ningún aprecio.

Pero no hay mejor dieta como comer frutas, verduras, hortalizas toditas todas naturales. Comer con nuestro magnifico aceite de oliva virgen extra, que nos quitemos de la bollería industrial y nos dediquemos a preparar postres al estilo de nuestras abuelas, comamos un buen pan, tomemos cereales y arroz integral, mucho pescado azul, pollo de corral, huevos frescos puestos por gallinas libres, carne de ternera o de cerdo sin grasa y todo ello muy español.

Olvidarnos de las gaseosas carbonatadas que son malísimas, es preferible beber un buen vino o cerveza. Borrar de nuestra vida los light que son veneno puro para la salud y toda clase de preparados como barritas o batidos que venden para adelgazar y sobre todo no hacer caso de las dietas milagro, pues con la salud no debemos jugar y no hay milagros que existan para perder peso.

Si además de una buena comida andamos todos los días al menos media hora, alejaremos de nosotros al médico y los kilos de más. Lo del gimnasio, para los que le guste, si no te apetece no lo hagas, bastante difícil es la vida como para que nos la compliquemos más.

Si a pesar de estar convencidas nos pasamos y nos comemos un donut o una tableta de chocolate, no hay que tener mala conciencia, seguir como si nada hubiera pasado con nuestros alimentos mediterráneos y andar un poquito, y seguiremos estando en plena forma.


Y sobre todo ser felices con lo que somos, con lo que tenemos, con lo que nos rodea, levantarnos cada día y antes de saltar de la cama, planear que ese día va a ser muy especial, que todo nos va a salir bien y que conseguiremos lo que nos propongamos, porque nosotras lo valemos.

CIUDADANA DEL MUNDO

Nada como viajar por el largo y ancho de nuestro planeta para sentirte ciudadano del mundo.

A lo largo de mi vida he viajado por España y por es Extranjero siempre que he podido. Con ello no solo he visto sitios maravillosos, lugares increíbles, costumbres distintas, gastronomía variada, etc., sino que además me he dado cuenta que en el fondo todas las personas somos iguales.

Por mis circunstancias siempre he viajado fuera de España con viajes programados, al estilo “si hoy es miércoles, esto es Bélgica”, cierto es que cada viaje ha sido una verdadera paliza, pero siempre he vuelto renovada.

Mi primer viaje al extranjero fue a Cuba, ¡qué experiencia! Después de 9 horas de vuelo en los que nos dieron varias veces de comer y que la azafata se empeñó en hablarme en francés, aunque yo la contestaba en Castellano, llegamos a esa isla maravillosa. Era marzo y la temperatura era soberbia pero el grado de humedad era altísimo.

Hice un recorrido por toda la isla y me encontré con personas muy inocentes y con gran curiosidad por saber de mí. Los niños daban las clases con sus uniformes coloridos y en la calle, por la buena temperatura que hacía, así no se extrañaban que los miráramos pues estaban acostumbrados.

Cuando te encontrabas algunos niños te preguntaban la hora, y cuando le contestabas en Castellano se asombraban y se daban codazos los unos a los otros, mi grupo de viaje había sido el primero en llegar a la isla y no estaban acostumbrados a los españoles.

Nos indicaron que si nos dejábamos las cámaras de video o fotos en algún sitio no nos preocupáramos pues las recuperaríamos, ya que el índice de robos era nulo y así fue en todo el viaje.

En las plazas y hoteles los cubanos intentaban cambiarte pesos por dólares pues existían unas tiendas especiales donde solo accedían los extranjeros y donde se podía conseguir productos que el cubano de a pie no podía comprar en las tiendas normales, así si tenían dólares, podían conseguirlos.

Toda Cuba es puro colorido, y a pesar de que les faltaba de todo lo básico se les veía contentos y felices, si hablabas con ellos te decían que, si ahora estaban mal por falta de medios y enseres, cuando Cuba estaba invadida por los americanos era mucho peor, ya que el índice de analfabetismo era grandísimo y las mujeres o se dedicaban a la prostitución o no conseguían trabajo.

En una ocasión nos llevaron a una fábrica de tabaco, era el día Internacional de la mujer trabajadora y todas las mujeres tenían algún tipo de flor en su mesa de trabajo, flor que les había regalado sus compañeros masculinos.  Me llamó la atención que mientras que todos trabajaban, por megafonía se les leía el periódico local o algún compañero decía versos que había escrito.

Los cines solo ponían películas de Kung Fu antiquísimas, al parecer a ellos les encantaban.

En las zonas reservadas para turistas, te podías encontrar cubanos que habían sido premiados por el Estado al haber destacado en su trabajo, o parejas cubanas recién casadas.

Fue la primera vez que me monté en un yate y vi las aguas cristalinas del Caribe, ¡qué preciosidad!, también por primera vez vi pelicanos. El capitán nos hizo una sopa con el pescado que previamente habíamos pescamos y estuvimos viajando en el yate todo el día.

También visitamos el parque botánico y todas sus maravillas, existían allí todo tipo de plantas y por supuesto la caña de azúcar que acampaba a sus anchas. El parque de animales salvajes no se quedaba corto, allí los caimanes más grandes del mundo nos vigilaban desde sus aguas, esperando que alguno se cayera por error.

En España nos habían dicho que las playas estaban acotadas para que los cubanos no se mezclaran con los extranjeros y que no nos dejarían andar solos por las calles. Era mentira, estuvimos en una magnifica playa y vimos una puesta de sol alucinante rodeados de cubanos que también disfrutaban de la playa, solo había unas rejas dentro del mar, para que nos pudiéramos bañar sin que tiburones y escualos nos amargaran la fiesta.  Y por supuesto anduve por la calle sin ningún problema, siendo, eso sí, la mirada por los cubanos que pocas veces habían visto a una rubia natural con la piel blanquecina.

Los cubanos fueron simpáticos agradables y curiosos por conocer nuestra forma de vivir, eso sí, eran un poquito lentos para nuestras costumbres. Tardábamos en comer tres horas en los restaurantes, por lo lentos que eran en servir, entre plato y plato nos daba tiempo de hacer la digestión.  Ellos no entendían de prisas. Y por supuesto a la hora de comprar algún recuerdo era alucinante el tiempo que se tardaba por la lentitud de los dependientes. Y por supuesto el café te lo servían con leche en polvo.

Fui a una biblioteca cubana y me encontré con toda clase de libros, aunque un poco antiguos y me traje una historia de Cuba, donde aprendí su forma de ver su pasado distinto al que nos habían contado en España.

Para cambiar dólares por pesos cubanos tuvimos que ir a un banco, allí nos cachearon y tardamos media hora en conseguir cambiar moneda, esta vez por la gran seguridad de los bancos nacionales.


Fue un gran viaje de 10 días, volví quemadita por el sol, con la maleta llena de ron y tabaco cubano. Por cierto, como curiosidad, cuando abres un paquete de tabaco cubano te encuentras que están colocados al revés de como nosotros lo hacemos, esto es para que no toques con la mano la boquilla.