OLORES

Ha sido hoy cuando he entrado en casa con mi perrito, cuando me he dado cuenta el olor que flotaba ya desde la entrada. No sé por qué he aspirado profundamente y me he sentido reconfortada. 

El día se había levantado antes que yo acompañado de niebla, eso me había hecho estremecer de frío solo de pensarlo. Tengo que decir que a mí las condiciones atmosféricas me pesan en el ánimo, si el día amanece soleado suelo estar más contenta que si lo hace nublado. En ocasiones si antes de subir las persianas pienso que el sol me va a cegar y luego me doy cuenta que no hay ni un rayo, mi voluntad cambia radicalmente.

El caso es que además desde siempre los olores me cambian también mi estado espiritual, y el olor a hogar, ese hogar que he construido alrededor mío me hace sentir protegida, amparada y feliz.

Recuerdo como si fuera ayer el olor de la cartera nueva, los lápices sin utilizar y los cuadernos y libros que me compraban para comenzar el curso escolar, era maravilloso, por ello creo que me siento tan bien cuando entro en una papelería/librería, y tengo el impulso de comprarme todo. Durante mucho tiempo pensé en poner un establecimiento así, me imaginaba rodeada de millones de libros que poder leer, tocar y oler.

Ahora solo leo en libros electrónicos, el aparatito más práctico del mundo mundial, si yo hubiera tenido uno cuando hacia la hora y media en metro que tardaba desde mi casa a la oficina, hubiera sido fantástico, recuerdo cuantos libros de enorme volumen y peso que acarreé siempre en los transportes públicos, pero las cosas pasan cuando tienen que pasar y es ahora que no recorro Madrid de punta a punta cuando tengo un fantástico e-book.

Lo único malo del e-book es que no huele a libro, lo echo de menos, sobre todo cuando empezaba a leer uno nuevo, lo habría con mucha ilusión esperando que su lectura me atrapara como otras veces, de tal forma, que me olvidara de todo y todos y me llevara hasta el éxtasis que algunos me han transportado. Deberían de introducir esa rutina en los e-book, y que cuando se encendieran produjeran un olor a libro nuevo y a hojas recién impresas.

También me viene a la memoria el olor a muñeca nueva, ese olor que aspirabas abrazando a tu nueva amiga y confidente. Cuando la mañana de reyes me levantaba e iba hasta el salón para encontrarme con las sorpresas que allí los magos habían dejado, ya desde el pasillo, podías percibir el olor a muñeca nueva, era fascinante. Olor que desaparecía con el tiempo pero que nunca olvidabas del todo. No sé el motivo, pero ya las muñecas no huelen así, ahora cuando compro alguna para mi nieta, puedo comprobar desolada que no huele a nada o su leve olor no te lleva a ningún sitio.

Y recuerdo el olor a mi madre, recuerdo el perfume que utilizaba y que seguramente ya no se fabricará, pero me dejó huella imborrable. Cuando entro en alguna perfumería busco ese aroma a polvos de cara y perfume de frasquito pequeño de un color ocre que me transporta a abrazos interminables, uñas perfectas, sonrisa encantadora y regañinas con zapatilla en la mano. Mi madre que murió demasiado pronto y que aún hoy la encuentro en mis sueños. Siempre pienso como hubiera cambiado mi vida si mi madre y mi padre hubieran vivido, por lo menos, hasta conocer a sus nietos.

Nunca me ha gustado el olor a nenuco que todas las madres ponen a los bebés e incluso utilizan siendo mayores, creo que es una falacia, mis bebés siempre tenían su olor particular, único y exquisito, sin necesidad de utilizar otra química no natural. Un bebé recién bañado desprende un aroma tan especial que no necesita esconderlo, nunca he entendido las mamás que “bañan” literalmente en nenuco a sus bebés haciendo que ya no resalte su personalidad, y confundiéndoles con el resto de bebés nenucoaromatizados.

En el libro El perfume de Patrick Süskind, al pequeño huérfano Grenouille, no le quieren las nodrizas pues además de voraz y raro, no huele tal como se supone que debe oler un bebé, ahora pasaría inadvertido al recibir las colonias infantiles que existen.

Recuerdo como olían los cines cuando yo era pequeña, me encantaba, y hace poco me he enterado que un español el ingeniero Porcar ha inventado el Olorama, para que se pueda incorporar a los cines. Es un aparatito sincronizado a la wifi del reproductor de la película que dispersa hasta doce aromas diferentes. El aroma dura el tiempo justo en cada escena. Espero que con este invento desaparezca el olor a palomitas de los cines.

Cuando llego a cualquier playa me inunda la paz interior al oler el perfume que emana el mar. Hace poco estuve en Menorca, allí la vegetación está muy cerca del mar y el aroma que hay en el aire es el más fantástico que nadie pueda disfrutar y junto al silencio y el canto de los pájaros hacen que te puedas transportar al nirvana.


Me gusta el olor de la hierba recién cortada, de las rosas primaverales, el de la madera de los árboles, así como la resina que algunos desprenden, el humo de una chimenea encendida, el de la cocina en navidad, el de las velas cuando se apagan, el de tierra mojada de la lluvia en verano, las sábanas recién lavadas, los melocotones y todo aquello que me hace sentir viva.

MOSCÚ EN AGOSTO

Decidí irme en agosto a Moscú por aquello de la temperatura, estoy acostumbrada a como mucho los menos dos grados centígrados y más no creo ser capaz de resistir.

Corría el año 1984 y los reyes de España hicieron un viaje a lo largo de la URSS, era la primera vez que un rey español visitaba ese país y a partir de entonces las relaciones diplomáticas mejoraron. El caso es que decidí visitar Moscú y embarcarme en el tren Flecha roja de Moscú hasta San Petersburgo y desde allí viajar hasta Helsinki, pero esa es otra historia.

A pesar de estar en Moscú y ser agosto, teníamos que ir con abrigo, los nativos iban en manga corta, supongo que están acostumbrados a temperaturas extremas que para nosotros son mortales.

Moscú es la ciudad más poblada de Rusia y está a orillas del Moscova, un rio impresionante y oscuro. El hotel donde me hospedé era inmenso, como todo allí, te podías perder entre sus pasillos enmoquetados y no ver a nadie en su recorrido, tuve casi que hacer un plano para llegar a la habitación ya que la lengua cirílica que imprimían los carteles no ayudaba nada a entender tu posicionamiento.

A pesar de ser una ciudad muy poblada, no parecía que hubiera mucha gente en sus calles y es que todo está hecho a lo grande de tal forma que los edificios a pesar de ser enormes estaban a mucha distancia unos de otros y las calles eran tan anchas como largas por lo que se distorsionaba la perspectiva. Te ponías a cruzar una calle por el paso de cebra y cuando llegabas cinco minutos andando te dabas cuenta que aún te quedaba más de la mitad para llegar hasta la otra acera.

Decidí utilizar el metro primero porque siempre me gusta utilizar los transportes públicos allí donde voy y así tomar el pulso a los lugares y porque además me habían dicho que el metro era un verdadero museo, allí lo llaman el palacio del pueblo y fue construido en tiempos de Stalin.

De primeras estás perdido, pues siempre los planos y carteles estaban en cirílico y no había quien lo entendiera y a pesar de que los moscovitas son muy amables no había quien los entendiera. Pero una vez que lo vas conociendo te va cautivando. Allí los trenes pasan continuamente, no hace falta correr para coger uno, pues el siguiente llegará en menos de dos minutos. Es muy curioso que los anuncios sonoros que indican la próxima estación es una voz femenina si nos alejamos del centro y masculina si nos aproximamos al centro. Pero si realmente quieres conocer las mejores estaciones hay visitas guiadas para ello, sobre todo si no sabes ruso.

Me sorprendió la velocidad que van las escaleras mecánicas y la apertura y cierre de los trenes, es mejor andar cauto si no te quieres caer. Y dentro de los vagones viajan los moscovitas muy silenciosos. Me llamó poderosamente la atención que muchas personas mayores llevaban puestas medallas en las solapas de abrigos y chaquetones.

Y como no, visite el Kremlin uno de los sitios Patrimonio de la Humanidad, está en la plaza más grande que me había topado hasta entonces. El Kremlin consta de cuatro catedrales y cuatro palacios y por supuesto el mausoleo de Lenin que fue construido a su muerte en 1924. Su cuerpo embalsamado se exhibe al público, las normas de cortesía indicaban que las mujeres debían de ir con falda, pero a mí me permitieron entrar con pantalones al ser extranjera. La costumbre allí es que los novios visitan a Lenin después de su boda y en los exteriores se hacen fotos y videos, ya que está prohibido hacer fotos en su interior. Por ello cuando fui la plaza estaba tomada por parejas con sus trajes de boda.

Por supuesto la catedral de San Basilio es el monumento que más llama la atención, con sus cúpulas que parecen bulbos de un colorido increíble. Según me dijeron existe una leyenda que dice que el zar Iván hizo dejar ciego a su arquitecto Yákovley para que no pudiera construir más algo parecido o mejor.

La moneda con la que compré fue el dólar a pesar de que la oficial era el rublo. El rublo lleva impreso el emblema del banco ruso con un águila de dos cabezas y las monedas o kopeks están impresas por San Jorge con una lanza atravesando a un dragón.

Visité el Teatro Bolshói un magnífico edificio en la que se representa, danza, opera y teatro. Al parecer cuando se inauguró, actuaron un ballet catalán. Y allí pude ver mi pieza favorita, el Lago de los cisnes, me quedé impresionada, creo que nunca he visto algo tan hermoso.

Otra de mis visitas fue al centro Panruso, un centro de exposiciones de los logros económicos de la URSS. Este centro es un inmenso parque con casetas, edificios, fuentes y una pista de hielo gigantesca. Me pareció muy curioso que la entrada principal fuera un arco del triunfo. Allí puedes estar todo el día visitando todo lo que allí exponen y lo que más me llamó la atención fue el Museo de la Cosmonáutica, donde pude ver el primer satélite que los soviéticos mandaron llamado Sputnik y su famosa perrita Laika y pude entrar en el interior de un módulo espacial. Lo que allí se expone me pareció muy diferente a lo que nos acostumbran los americanos en sus películas y en sus viajes espaciales.

Un día decidí ir a una librería con libros en español y junto con una pareja que conocí allí nos dispusimos a ir. La ida fue fácil pues cogimos un taxi a la puerta del hotel, pero la vuelta fue más difícil, pues allí los taxis solo los podías coger en las paradas y nos llamó la atención que había filas de personas para cogerlos. Luego nos dimos cuenta que allí las embarazadas, los niños pequeños, las personas que están cargadas con bultos o los minusválidos tienen preferencia para coger los vehículos, y como ninguno de nosotros estábamos en esas circunstancias tardamos una vida para poder llegar al hotel.


La gente allí me pareció seria pero muy amable y la sensación es que hablan poco, pero trabajan mucho y con mucha precisión, a pesar del frio, Moscú es una ciudad maravillosa digna de ser visitada. 

ANDAR

Desde siempre me ha encantado andar, es además de un pasatiempo mi deporte. Ya desde muy jovencita empecé a andar evitando coger el metro o el autobús y así recorría la ciudad. Me gusta mucho andar por la mañana temprano, incluso no me importa demasiado si aún no ha amanecido. Así que en muchísimas ocasiones me he levantado más pronto para poder llegar al trabajo andando.

Tengo que decir que siempre he vivido lejísimos de donde he trabajado, así que me era difícil poder llegar andando, pero he ideado siempre trucos para poder andar. En ocasiones cogía transporte público hasta donde podía empezar a andar hasta la oficina y así empezaba el día con las pilas renovadas y ganas de comerme el mundo.

Soy de biorritmo mañanero. Cuando estudiaba no me importaba levantarme a las 5 de la mañana para hacerlo, por lo que nunca me ha importado levantarme a esa hora para poder andar. Sin embargo, a partir de una hora determinada de la tarde ya no soy nadie, me cuesta andar o hacer cualquier cosa física o intelectual, excepto leer.

Nunca he sido de las que cuando suena el despertador, se queda un ratito más en la cama, yo me levanto inmediatamente y estoy lista para comerme el mundo, pero no soy trasnochadora, no me han gustado nunca las fiestas nocturnas o acostarme tarde.

En la empresa en la que trabajé casi 34 años, siempre era una de las primeras en llegar al despacho, y trabajaba toda la jornada laboral casi sin descansar para irme a mi hora y poder dedicarme a mi vida personal. Incluso en ocasiones llegaba una hora antes de la que estaba establecida, sin importarme, pero me fastidiaba mucho tener que trabajar después de la hora del final de la jornada laboral. Sin embargo, siempre a los jefes les encantaba llegar tarde y quedarse por las tardes, a nadie le gustaba esto, pero muchos compañeros copiaban a los jefes y llegaban tarde y se manchaban en cuanto el jefe se iba. Algunos miraban por la ventana el parking y si el coche del jefe ya no estaba, salían pitando de la oficina. 

Yo me quedaba a trabajar cuando no tenía más remedio y observé siempre que los que habitualmente se quedaban lo hacían para hablar entre ellos y dejar pasar el tiempo, es decir lo hacían solo para quedar bien con el jefe o la empresa. Allí estaba muy mal visto que “se te cayera el lápiz a las cinco”, pero no que perdieras el tiempo en la oficina hablando de fútbol.

En varias ocasiones se me hizo saber que la dirección de la empresa estaba “disgustada” conmigo porque no me quedaba después de la hora establecida, incluso un jefe directo me lo dijo, indicando que eso era lo que se esperaba de mí, cuando le dije que yo solo me quedaba cuando el trabajo lo requería me dijo que lo tenía que hacer siempre, si no quería tener problemillas. En efecto, como seguí yéndome a mi hora tuve problemillas.

Me he apartado mucho de mi camino inicial, que era contarles lo que me gusta andar. Intento siempre hacerlo con mi mp3 y la música que me gusta que es un revoltillo de música clásica, moderna, posmoderna, pop, etc., así que las canciones las escucho cambiando temas, cantantes y épocas, así puedo estar escuchando el concierto N.º 1 de Chaikovski, luego una de Mecano, después una de George Michael, a continuación a Nena Daconte, Tom Jones, una de los Beatles, Steve Wonder, una de Rosana, Ray Chales, Presuntos Implicados, Nat King Cole, Monserrat Caballé, Michael Hanson, Michael Buble, Louis Armstrong, George Benson, Frank Sinatra, Enya, Elvis, Bruno Mars o bandas sonoras de películas o zarzuelas.

Andar siempre ha logrado poner en su sitio los problemas o las comeduras de coco de las que soy tan habitual. Andar me conecta con mi Ego y me transporta al más allá de mi presente, pasado o futuro.

Así que cuando mi médico de cabecera me aconsejó andar “media horita” todos los días casi me meo de la risa, no quise desilusionarle y le dije que lo intentaría. En la actualidad lo hago con Caifás, mi perrito que está acostumbrado a mi paso y corre que se las pela a mi lado siempre.

Cuando viajo intento también andar por las ciudades para conocerlas más de cerca, creo que no hay nada mejor que andar mezclándote con la gente que mora allí. Así que he andado muchísimo por ciudades como Nueva York, Torrevieja, Moscú, Lanzarote, La Habana, Mallorca, Roma, La Coruña, Budapest, Praga, Menorca, Valencia, Florencia, Toledo, etc., etc.

Si es cierto que tengo predilección andarina por grandes parques, playas inmensas o senderos montañeros. A pesar de ser muy urbanita, me chifla respirar aires menos polucionados, olisquear el mar y olfatear los árboles en flor.

He notado además que me gusta andar sola, sin otros humanos, como he notado que me gusta ir al cine sola también, me encanta elegir los silencios y las películas que veo como la música de mi mp3, un tanto desordenada para romper con mi costumbre por el orden.

No me gusta andar bajo la lluvia, hay gente que le encanta a mí me horrorizan los charcos, el barro y los paraguas, por lo que si cuando me levanto llueve me quedo anonadada y me quedo en casa, para ver llover desde la frontera acristalada de la ventana. Siempre he dicho que no podría vivir en sitios como Galicia o Escocia, creo que viviría permanentemente deprimida y triste.

Si, andar y hacer caminos me hace feliz, respirar paz, tranquilidad y escuchar solo el rumor del viento o el canto de los pájaros o el oleaje del mar mientras mis pasos me llevan sin sentido a cualquier parte.








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LOS HIJOS

Tengo dos, un chico y una chica y puede que sea lo más maravilloso que me ha pasado en mi vida.

Y sin embargo no me prepararon para tenerlos, no me educaron para educarles, no me dijeron nada de lo que realmente sucede cuando los tienes. Si recapacito creo que incluso me engañaron.

Soy de la generación sándwich, en la generación que nos han enseñado el respeto por nuestros mayores, la que o estudiabas o trabajabas y cuando trabajabas dabas su salario en casa, sin rechistar, porque así eran la cosas por aquel entonces. Además, sabias que tenías que cuidar a tus padres cuando se hicieran mayores, aunque ya tuvieras tus propios hijos. Yo tuve mala suerte y no me dio tiempo a cuidarlos, mi padre murió cuando cumplí 21 años y mi madre 7 años después, en los dos casos de forma drástica, contundente, rápida y feroz, que hizo que lleve una carga psicológica importante, creo que me he sentido huérfana toda mi vida.

Pero como decía, soy de la generación sándwich en la que además tienes que cuidar a tus hijos muchísimo tiempo, con la sensación de que nunca se van de casa completamente.

Puede que por ese sentimiento mío de huerfanismo, siempre he tenido miedo de morirme y dejar solos a mis hijos. Me pasé toda su infancia queriendo que cumplieran YA los 18 años, pues así pensaba que, si yo faltaba, ellos podrían decidir por sí mismos su futuro sin tutor alguno…. ¡que equivocación!, ahora tienen 31 y 25 y sigo pensando que me necesitan para casi todo y que yo tengo que estar allí, al pie del cañón, para ayudarles y alentarles, ser su apoyo económico cuando lo necesitan y no fallarles nunca.

No es que quiera morirme, no, pero sí que me gustaría no tener la sensación de que aún tengo que vivir para mis hijos. No me gusta estar sola, pero se lo bonito e importante que es echarles de menos, no tener que pensar en ellos a cada momento y no sentirme mejor, peor, estupendo o fatal, dependiendo de cómo les vaya a ellos.

Sé que en España gracias a toda esa generación sándwich siguen viviendo muchas familias en la peor crisis que hemos conocido, después de la guerra civil. Los abuelos actuales son los que cuidaron a sus padres hasta que faltaron, criaron a sus hijos hasta que pudieron irse de casa, cuidan a sus nietos en la actualidad para que sus hijos puedan hacer “sus vidas” y muchos de ellos además ayudan económicamente gracias a sus pensiones.

¿Alguien se da cuenta de lo que supone eso? ¿Alguien puede imaginar el arrojo, la valentía, la fuerza, el valor y la inteligencia que hace falta para hace ese trabajo?

Dicen que los abuelos que cuidan a sus nietos son más longevos, ¡no te fastidia, claro!, la carga que llevan a cuesta hace que sigan en pie con las botas puestas hasta la extenuación.

Pero volvamos a mis hijos, creo que intenté por todos los medios hacer lo mejor para ellos, no solo físicamente sino psicológicamente, para ello leí millones de libros al respecto, los estudié, los analicé, intenté ser justa e imparcial, no quise protegerlos demasiado pero siempre intentando ser parte de sus vidas. Sus amigos siempre han sido mis amigos, así sabia con quién estaban, he intentado educarlos en la ética, moral e igualdad de sexos, pero seguro que metí la pata muchísimo más de lo que creo. Seguro que alguna vez un psicólogo/a les diga que por culpa mía….

Siempre he dicho que la profesión más difícil es la de ser padres, si digo profesión aposta, porque es un trabajo arduo y difícil, que no enseñan en ninguna universidad, colegio o instituto. Sin que decir tiene que además no todo el mundo se lo toma en serio y fracasa estrepitosamente en el empeño. Recuerdo una frase magnífica de Keanu Reeves en la película “Hogar dulce hogar, a veces”. En ella cuenta como su padre le tiraba cigarrillos encendidos para despertarle y continúa diciendo: “para conducir hay que hacer un examen, para pescar necesitas un carnet, pero ser padre puede serlo cualquiera”. En efecto, cualquiera puede ser padre y madre y no se les enseña ni se les pide la correspondiente preparación para ello.

Así que haces lo que puedes, en un mundo muy difícil para educar en valores, y si intentas hacerlo lo mejor posible, te vas a encontrar con numerosos problemas de todo tipo, en la escuela, en la sociedad e incluso en tu familia. Porque encima, todo el mundo, al parecer puede opinar de cómo lo haces y puedes ser criticada por cualquier cosa. Y hagas lo que hagas, ni tus hijos, ni esta sociedad, ni nadie te dirá que lo has hecho bien, todo lo contrario.

Así que mi sentimiento de culpa por haber hecho un mal trabajo siempre estará ahí, siempre pensaré que he hecho poco o que he sido demasiado protectora, o que tenía que hacerme comportado de otra forma y así les hubiera ido mejor a mis hijos.

Creo que mi última frase en este mundo será: lo siento, lo siento en el alma, no haber hecho más por vosotros,  por haberos fallados en múltiples ocasiones, por no haber sido la madre que os merecéis, pero he hecho todo lo que sentía que debía hacer.


Porque el ser madre es eso, un puro sentimiento, nada razonable, nada palpable, nada lógico, todo lo contrario, ser madre es en definitiva puro amor incondicional. 

SER UNA MUJER

Por nada en el mundo cambiaría mi sexo, soy mujer por convicción y porque claro está, nací mujer. Pero en el mundo actual y me temo que en el mundo desde que es mundo ser mujer siempre es un engorro. Por más que se haya creado el día internacional de la mujer trabajadora o el de simplemente el día internacional de la mujer como dicen ahora, el ser mujer es un rollo. No solo te desprecian por ser la más débil, (según muchos hombres, claro está), sino que además algunos hombres piensan que somos menos inteligentes y sin embargo yo pienso que somos las MAS EN TODO.

A las pruebas me remito, en principio, todo nos cuentas más, vivimos en un mundo de varones y hecho para y por los varones. Una amiga dice que, si las mamografías se las tuvieran que hacer también los varones, ya se inventarían algo para que no dolieran, y tiene razón.

Lo peor de todo es que las mujeres son las que educan a los varones y está claro que los educan para ser machistas porque si no fuera así, a estas alturas todos los humanos, hombres o mujeres seríamos iguales en todo y para todo.

Además, se dice que las pocas mujeres que llegan al poder son más duras con las otras mujeres, eso lo he visto y he sentido yo en mis propias carnes.

Todo a todas nos cuenta mucho más que a los hombres; los padres son más protectores con las hijas que con los hijos, por lo que con el tiempo nuestro ego es aplastado con la idea de que no valemos tanto como ellos. En el colegio también somos discriminadas por los profesores, ya que muchos y muchas dicen que no se nos da bien las matemáticas o en general cualquier asignatura de ciencias y de alguna forma nos lo hacen saber en nuestro inconsciente de tal forma que así es como actuamos. Y de igual forma se nos trata en los estudios superiores.

Somos descartadas en muchísimos trabajos por ser mujer. En la empresa donde trabajé toda mi vida nunca hubo almaceneras o mecánicas hasta que se convenció al director correspondiente que el almacén y el taller estaban muy sucios y que los empleados (todos ellos hombres) iban descuidados a trabajar, así que decidieron contratar a un par de mujeres para que así los hombres cuidaran de su aspecto y fueran más limpios con su entorno de trabajo. El objetivo se consiguió, pero las mujeres tuvieron que hacerse “valer” en ese entorno 100% varonil. Con el tiempo se demostró que no había diferencias entre unos y otras, pero siempre fueron un numero irrisorio las contratadas para el mismo trabajo y con el tiempo desapareció la figura de la mujer en esos departamentos.

Sin embargo, hay trabajos que al parecer solo son para mujeres. Existe un número elevado de mujeres como profesoras de infantil, los hombres al parecer no “valen” para cuidar a los más pequeños del colegio. Hay muchas más mujeres limpiadoras que limpiadores, no se dé nadie que sea varón y que valla por las casas limpiándolas ¿alguien conoce a alguien?

He estado trabajando toda mi vida en un departamento de RR. HH de una empresa de venta de productos para la construcción, y los o las compañeras que hacían selección lo tenían muy claro, contrataban a mujeres para los trabajos administrativos porque se sabía que cualquier cosa que se las pidiera lo harían, mientras que los hombres no lo hacían tan bien, pero para trabajos de técnicos se contrataban a hombres. Los vendedores fueron siempre muchísimos más que las vendedoras, pues algunos jefes de ventas pensaban que las mujeres no hacían buen papel en las obras, y sin embargo hubo vendedoras que vendía muchísimo más que cualquier compañero.

En una ocasión un director me dijo literalmente: “para ser mujer bastante ganas”. En otra ocasión otro director me propuso que fuera jefe de personal, y cuando le dije que estaba embarazada, no solo ya no lo fui, sino que me dio un sermón diciéndome que las mujeres jamás seriamos iguales a los hombres, pues cuando quedábamos embarazadas teníamos que faltar 4 meses a nuestro puesto de trabajo y además nuestro absentismo era mucho mayor por tener que cuidar a nuestros hijos. Además, me puso por ejemplo a un compañero que según él nunca faltaba al trabajo. Un año después el compañero que sirvió para darme ejemplo calló enfermo de Cáncer y como era lógico tuvo que faltar mucho tiempo a su trabajo.

Creo que ninguna mujer llegará a ser presidenta del Gobierno, ni que el número de ministras sea superior al de ministros, ni que haya más mujeres que hombres en las empresas del Ibex. He perdido toda la esperanza.

Y sin embargo está demostrado que las mujeres podemos hacer lo mismo o mejor que los hombres en todo lo que nos propongamos, pues somos capaces de hacer dos o tres cosas a la vez, porque cuidamos a nuestros maridos y a nuestros hijos o a nuestros padres en edad avanzada, al mismo tiempo que trabajamos en la casa y fuera de la casa, al mismo tiempo que nos tenemos que cuidar nuestro aspecto, esto ya por obligación, pues si no es así dirán que no nos cuidamos y seremos miradas muy mal.

Las mujeres no tenemos nada que ver con el anuncio de "Ya está aquí la primavera en El Corte Inglés".

Como verán estoy hablando de las discriminaciones en un país que se dice ser liberal y civilizado, imagínense los países que no lo son tanto….

Pero me encanta ser mujer, aunque todos los días tenga que esforzarme por encontrar un lugar en un mundo repleto de hombres. 

NO SOLO LOS GOLPES DUELEN

QUIEN TIENE UN AMIGO….

Creo que no soy mala persona, pero como amiga suelo ser buena, me refiero que hay amigos y amigos, es decir hay personas que llamamos amiga y solo es una persona que espera algo de ti, o que solo trasmite toxicidad o que solo habla de ella y personas que siempre están ahí, pase lo que pase, nos escuchan y saben nuestro estado de ánimo solo con mirarnos la cara, y no piden nada a cambio.

En la película Truman, una maravillosa película que deberíamos ver todos y sobre todo las personas mayores de 45 años, hay una frase maravillosa de un amigo a otro amigo de la infancia que dice así: “¿Sabes que me enseñaste durante todo este tiempo? Que nunca pides nada a cambio”.

Hay amigos que desde el momento que te conocen siguen paso a paso tu vida, aunque no los veas en mucho tiempo, gente en la que tienes confianza para contarle cosas intimas y las que saben escuchar y decirte las palabras afortunadas que te tocan el alma y el ánimo siempre en positivo.

Amigos que te miran a los ojos sin hablar, pero diciéndote mucho con su mirada. De esos amigos tengo tres y puede que sean los mejores que nadie pueda tener. Nos vemos de pascuas a ramos y sin embargo no importa lo que haya pasado en el lapso de tiempo en que no nos hemos visto o hablado, enseguida nos ponemos al día. Nunca nos pedimos nada, pero sabemos estar y decirnos lo que necesitamos mutuamente en cada momento.

Sin embargo, hay amigos que los ves a menudo, con los que se habla por teléfono, e-mail o wasap cada dos por tres y sin embargo les ocultamos nuestros deseos o pensamientos más íntimos, porque sentimos que no nos entenderán o que puede que les escandalicemos con nuestras cosas. Esto suele ser mutuo siempre, si una amiga no me cuenta lo malo que le pasa o necesita de mis oídos o mis opiniones, yo tampoco la tendré en cuenta para lo mismo. Porque si lo hiciera sentiría ser una carga para ella o que realmente no le importa lo que me pasa.

Yo no he sabido mantener ninguna amistad desde la infancia, siempre he perdido amistades al cambiar de etapa como si al cambiar de vida la otra se quedara atrás con los recuerdos y los amigos de entonces.

Además, no tengo muchos amigos, a pesar de ser muy sociable, para que yo llame amigo a alguien, tengo que sentir algo dentro de mí, no me vale cualquiera, no es que tengan que hacer malabarismos, pero me tienen que gustar y yo sentirme con la confianza para contarles mis cosas, soy bastante reservada a pesar de parecer muy abierta.

De lo que estoy segura es que un verdadero amigo es el psicólogo perfecto, el que al contarle un problema te dice aquello que, aunque te rompa los esquemas o te saque de tu zona de confort te de pistas para solucionarlo. Siempre he sido muy autónoma y no me gusta pedir favores a nadie, por lo que valoro muchísimo eso de que me digan algo que me cambie el panorama de negro a blanco. Alguien que cuando te encuentras fatal te dice “todo va a salir bien” con tanta rotundidad y tanta vehemencia que te da la fuerza para que tu consigas que todo salga bien.

Hay amigos que fueron muy buenos en algún tiempo, pero que pasando los años ya no te sirven como tales, bien porque ya no te une nada a ellos, bien porque han cambiado de forma de ser o yo he cambiado por algún motivo, a esos hay que dejarles ir poco a poco y sin mirar atrás, no sirve empeñarse en seguir con una amistad que ya no nos aporta alegría de vivir.

Los amigos pueden ser de cualquier edad, yo tengo amigos muy jóvenes que son amigos de mis hijos y yo los comparto con ellos. Gente maravillosa que puede que por su edad no les cuentes nada íntimo, pero que te alegras de ver y de charlar con ellos inagotablemente. De esos tengo dos y espero que sean muy felices y que yo esté ahí con ellos para celebrarlo.

Los amigos los puedes encontrar en cualquier lugar y en cualquier momento. Algunos he hecho en la Empresa donde trabajé. Se dice que al trabajo no se va para hacer amigos y yo creo que es un lugar como otro cualquier para hacerlos y buenos. En ocasiones cambias de trabajo y pierdes amigos que parecían que lo iban a ser siempre, y en otras ocasiones sigues con amigos después y durante muchos años. De estos tengo 4.

Hay amigos que al final los sientes como de la familia que has elegido y que pudiera que prefieras tener en momentos claves en tu vida en lugar de los parientes reales consanguíneos.

Hay amigos solo para pasar buenos momentos de risas y hay amigos solo para los malos momentos de la vida, los mejores son los que están para lo uno y para lo otro.


Y desde aquí a mis verdaderos amigos quiero decirles que les QUIERO, porque sin ellos esta vida no tendría ningún sentido.

POR FIN CHINA

Hacía mucho tiempo que quería ir a china, después de devorar los libros de Pearl S. Buck en mi adolescencia, me moría de ganas de visitarla, pues bien, el destino y el no poder ir en esos momentos a New York a causa de no coincidir las fechas del viaje con mis vacacionales, hizo que contratara el gran viaje a Oriente.

Por supuesto me empapé, como siempre hago, de las guías e información de Internet, sobre donde había elegido ir, todo inútil hay que ir al viaje solo con la mente muy abierta. China alcanza una vastísima extensión de terreno, nada más ni nada menos que 9.597 millones de kilómetros cuadrados, y yo solo tenía 10 días para verlo, así que tuve que elegir lo que me parecía por aquel entonces más interesante. Y elegí una ciudad que se había quedado en el pasado de china la ciudad de Siam, quise ver el presente de china y opté por Pekín y elegí Shanghái para ver cómo podía ser su futuro.

La palabra es ALUCINANTE, me impactó todo de allí. Los millones de chinos trabajando (como chinos), su dedicación al trabajo es increíble, lo hacen concentrados, sea lo que sea que estén haciendo, solo paran para descansar unos minutos, en los que se dedican a comer fugazmente, tomar su te que llevan a todas partes en recipientes herméticos y a jugar entre ellos, a juegos de mesa imposibles. Hablan poco, sonríen poco, pero se entrevé en ellos una espiritualidad milenaria.

Como en Italia que está repleta de iglesias católicas, toda China está repleta de templos, profesan el budismo, el taoísmo, el confucianismo y la religión tradicional china, y estos sí que son practicantes. No se entiende a China sin sus ritos religiosos y su amor por los ancestros.

En Pekín un tráfico caótico se pelea con la contaminación. Se puede ver en sus calles toda clase de vehículos circulando a gran velocidad haciendo malabares para poder avanzar y llegar a su destino, cruzar un paso de cebra es una tarea ardua, aunque no imposible, gracias a la persona que se dedica a controlar ese vericueto de hierro y humanidad. Y sin embargo casi no hay accidentes de trafico ¿?.

Pekín está repleto de parques en los que se puede observar la gran cantidad de personas mayores haciendo taichí, así alcanzan el equilibrio mental y físico. Están concentrados en sus movimientos, el silencio solo es roto por el canto de preciosas aves, allí se respira mucha paz.

Vi pocos niños, supongo porque cuando estuve no era día festivo, pero los pocos que vi eran personitas serias y laboriosas.

Si se mira el cielo de China siempre se ve volando lindas cometas como si fueran globos que han perdido algún niño. Les encantan las cometas como les encanta los farolillos de papel.

Aunque es una cultura muy diferente a la que yo estoy acostumbrada jamás me hicieron sentir extraña entre ellos, aceptan lo diferente con un respecto puro y sincero, no como nosotros.

Pude visitar la ciudad prohibida, una maravilla arquitectónica enorme que se debe ver por lo menos una vez en la vida, así como su gran muralla, esa muralla que dicen se ve desde el espacio. Qué grandes son y han sido los chinos haciendo de la arquitectura un arte que perdura y perdurará por siglos.

Visité Siam un día soleado, en principio era como estar en el campo rodeado de montañas no demasiado altas, pero nos indicaron que pasáramos a una especie de hangar que resultó ser un mausoleo, que por fuera no parecía ser demasiado amplio.

Pasamos a la casi oscuridad y tuvimos que andar un rato hasta llegar a una especie de terraza, al llegar a ella me quedé boquiabierta, abajo se divisaba innumerables estatuas de terracota que estaban sacando a la luz de debajo del polvo y arena. Cada estatua es diferente a las otras, como si hubieran esculpido a personas diferentes, todas ellas uniformadas y armadas en posición de ataque.

Puedes rodear todo ese ejército andando por la terraza y verás también lo carros y los caballos. Luego pasamos al museo donde nos explicaron que aún no se sabe de qué metal están hechas las armas, pero que funcionan perfectamente y que las esculturas eran policromaticas, que han perdido el color por el aire, pero que aún hay algunas que se puede observar pigmentos muy coloridos y reales.

También nos dijeron que existe una ciudad entera aun enterrada con ríos de mercurio y que no quieren todavía desenterrar para que no se estropeen y porque no existe aún la técnica y el dinero suficiente para ello.

Que gran ingenio de estos chinos milenarios y su emperador Quin que no solo hizo construir una ciudad, un ejército y una vida para después de su muerte.

Y después de ese paseo por el pasado chino fuimos a Shanghái, una ciudad en la que fui transportada a la ciudad de los Ángeles de Blade Runner. La ciudad es dividida por el río Huangpu, un rio enorme que hace espectacular a la ciudad, con increíbles vistas de sus barcos y sus enormes rascacielos que iluminan la ciudad de noche.


Me quedé con ganas de ver y sentir mucho más de esta increíble cultura y de sus moradores amables y discretos, serios y responsables y muy muy generosos.