POR FIN CHINA

Hacía mucho tiempo que quería ir a china, después de devorar los libros de Pearl S. Buck en mi adolescencia, me moría de ganas de visitarla, pues bien, el destino y el no poder ir en esos momentos a New York a causa de no coincidir las fechas del viaje con mis vacacionales, hizo que contratara el gran viaje a Oriente.

Por supuesto me empapé, como siempre hago, de las guías e información de Internet, sobre donde había elegido ir, todo inútil hay que ir al viaje solo con la mente muy abierta. China alcanza una vastísima extensión de terreno, nada más ni nada menos que 9.597 millones de kilómetros cuadrados, y yo solo tenía 10 días para verlo, así que tuve que elegir lo que me parecía por aquel entonces más interesante. Y elegí una ciudad que se había quedado en el pasado de china la ciudad de Siam, quise ver el presente de china y opté por Pekín y elegí Shanghái para ver cómo podía ser su futuro.

La palabra es ALUCINANTE, me impactó todo de allí. Los millones de chinos trabajando (como chinos), su dedicación al trabajo es increíble, lo hacen concentrados, sea lo que sea que estén haciendo, solo paran para descansar unos minutos, en los que se dedican a comer fugazmente, tomar su te que llevan a todas partes en recipientes herméticos y a jugar entre ellos, a juegos de mesa imposibles. Hablan poco, sonríen poco, pero se entrevé en ellos una espiritualidad milenaria.

Como en Italia que está repleta de iglesias católicas, toda China está repleta de templos, profesan el budismo, el taoísmo, el confucianismo y la religión tradicional china, y estos sí que son practicantes. No se entiende a China sin sus ritos religiosos y su amor por los ancestros.

En Pekín un tráfico caótico se pelea con la contaminación. Se puede ver en sus calles toda clase de vehículos circulando a gran velocidad haciendo malabares para poder avanzar y llegar a su destino, cruzar un paso de cebra es una tarea ardua, aunque no imposible, gracias a la persona que se dedica a controlar ese vericueto de hierro y humanidad. Y sin embargo casi no hay accidentes de trafico ¿?.

Pekín está repleto de parques en los que se puede observar la gran cantidad de personas mayores haciendo taichí, así alcanzan el equilibrio mental y físico. Están concentrados en sus movimientos, el silencio solo es roto por el canto de preciosas aves, allí se respira mucha paz.

Vi pocos niños, supongo porque cuando estuve no era día festivo, pero los pocos que vi eran personitas serias y laboriosas.

Si se mira el cielo de China siempre se ve volando lindas cometas como si fueran globos que han perdido algún niño. Les encantan las cometas como les encanta los farolillos de papel.

Aunque es una cultura muy diferente a la que yo estoy acostumbrada jamás me hicieron sentir extraña entre ellos, aceptan lo diferente con un respecto puro y sincero, no como nosotros.

Pude visitar la ciudad prohibida, una maravilla arquitectónica enorme que se debe ver por lo menos una vez en la vida, así como su gran muralla, esa muralla que dicen se ve desde el espacio. Qué grandes son y han sido los chinos haciendo de la arquitectura un arte que perdura y perdurará por siglos.

Visité Siam un día soleado, en principio era como estar en el campo rodeado de montañas no demasiado altas, pero nos indicaron que pasáramos a una especie de hangar que resultó ser un mausoleo, que por fuera no parecía ser demasiado amplio.

Pasamos a la casi oscuridad y tuvimos que andar un rato hasta llegar a una especie de terraza, al llegar a ella me quedé boquiabierta, abajo se divisaba innumerables estatuas de terracota que estaban sacando a la luz de debajo del polvo y arena. Cada estatua es diferente a las otras, como si hubieran esculpido a personas diferentes, todas ellas uniformadas y armadas en posición de ataque.

Puedes rodear todo ese ejército andando por la terraza y verás también lo carros y los caballos. Luego pasamos al museo donde nos explicaron que aún no se sabe de qué metal están hechas las armas, pero que funcionan perfectamente y que las esculturas eran policromaticas, que han perdido el color por el aire, pero que aún hay algunas que se puede observar pigmentos muy coloridos y reales.

También nos dijeron que existe una ciudad entera aun enterrada con ríos de mercurio y que no quieren todavía desenterrar para que no se estropeen y porque no existe aún la técnica y el dinero suficiente para ello.

Que gran ingenio de estos chinos milenarios y su emperador Quin que no solo hizo construir una ciudad, un ejército y una vida para después de su muerte.

Y después de ese paseo por el pasado chino fuimos a Shanghái, una ciudad en la que fui transportada a la ciudad de los Ángeles de Blade Runner. La ciudad es dividida por el río Huangpu, un rio enorme que hace espectacular a la ciudad, con increíbles vistas de sus barcos y sus enormes rascacielos que iluminan la ciudad de noche.


Me quedé con ganas de ver y sentir mucho más de esta increíble cultura y de sus moradores amables y discretos, serios y responsables y muy muy generosos. 

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