Las picaduras (I)

Cuando Hamlet se lamentaba de los ultrajes del destino y de las afrentas que su cuerpo debía soportar, ciertamente no se quejaba de los abejorros ni de las medusas. Tenía otros enemigos que vencer y muchas decisiones que tomar. Pero si usted acaba de sufrir una picadura de una de esas malditas criaturas, tendrá también que tomar una decisión: ser o no ser vencido por el dolor. Elija no sufrir considerando los siguientes consejos.

Abejas, Avispas y sus parientes. Cuando estos insectos pican, inyectan veneno en los tejidos cutáneos, causando dolor, color rojizo e hinchazón en el lugar de la picadura. El malestar puede durar varias horas o un día, dependiendo del tipo y la cantidad de insectos que le hayan picado.

Identifique a su agresor. Si sabe qué clase de insecto produjo la picadura, será más fácil decidir el tratamiento y evitar nuevas picaduras. La abeja (obrera), con un cuerpo marrón dorado muy velloso, puede picar una sola vez, debido a que muere al introducir el aguijón en la piel de su víctima.

En cambio, los abejorros y las avispas tienen un aguijón más pequeño, pero pueden agredirlo repetidas veces ya que no mueren al desprenderse de él.

Las avispas con pintas amarillas plantean un problema adicional. ¡Cuidado! Si aplasta a una de ellas, sus compañeras del nido se abalanzarán sobre usted. Al romper el saco de veneno, se desprende una sustancia química que incita a sus compañeras a atacar.

Ataque con rapidez. La clave para que el tratamiento sea efectivo es actuar con rapidez. Cuanto antes se apliquen los primeros auxilios, antes podrá controlar el dolor y la hinchazón.

Quítese el aguijón. En el caso de una picadura de abeja, debe quitarse el aguijón lo antes posible. De lo contrario, el saco de veneno continúa penetrando en la piel durante 2 o 3 minutos. Debe tener cuidado de no aplastar el aguijón ni el saco, ya que se desprendería más veneno dentro de sus tejidos.

Para quitarse el aguijón, empújelo suavemente hacia fuera con las uñas, una lima o el borde de una tarjeta de crédito.


Limpie la zona. El veneno de las abejas y avispas suele contener bacterias. Por consiguiente, debe lavarse el área de la picadura con agua y jabón o con un antiséptico.

Las legumbres también en verano


En los países más ricos, donde las opciones alimenticias están condicionadas por la competencia publicitaria y los intereses económicos de los productores, se corre el peligro de extinguir incluso productos naturales con los que el hombre ha convivido desde tiempos inmemoriales. Semejante disminución de interés afecta a la familia de las legumbres, de la que forman parte numerosas variedades botánicas (las más comunes son las alubias, la soja, las lentejas, los garbanzos, los guisantes, las habas y los altramuces).

Las legumbres fueron cultivadas y consumidas desde los tiempos más remotos con una continuidad histórica que en el caso de las lentejas, los guisantes y la soja se remonta a más de 5.000 años a.C. Precisamente su riqueza energética y su alto valor proteínico, que les hacían ser apreciadas en tiempos de pobreza o de carestía, han convertido hoy a las legumbres (la llamada de “carne de los pobres”) en un alimento demasiado energético para sedentario crónicos como los habitantes de las grandes ciudades. Además, el consumo de legumbres secas plantea casi inevitablemente el inconveniente de una excesiva formación de gases intestinales. Ello se debe al hecho de que algunos típicos constituyentes glucídicos de la cáscara de las legumbres son degradados con dificultad por las enzimas digestivas y acaban por nutrir la flora bacteriana intestinal, que gustosamente se encargará de fermentarlos produciendo gas. Esa completa digestión no las hace aconsejables a quien sufra habitualmente de meteorismo (excesiva presencia de gas en el intestino) o de colitis, a no ser que se consuman en forma de purés. Y esto tampoco favorece su fama.

Sin embargo, la moderna dietética ha encontrado nuevos motivos para rehabilitar a las olvidadas legumbres: su riqueza en fibra alimentaria. Nuestra alimentación carece de fibra, y esa carencia será mayor en los consumidores de pan muy blanco, de azúcar y de dulces, por no hablar de los jóvenes que en los comedores escolares alardean de odiar las verduras. La particular estructura de las fibras solubles de las legumbres tiene la virtud de ralentizar y de modular la velocidad de absorción de los hidratos de carbono, en los que todas las legumbres son muy ricas. Esto quiere decir que la glucosa derivada de la digestión de las legumbres pasará a la sangre de forma más gradual, sin provocar subidas demasiado bruscas de la glucemia, lo que, sin duda, es de gran importancia para los diabéticos y aconsejable para todos.


Además, la investigación científica ha demostrado que todas las legumbres tienen una cierta capacidad de bajar el nivel de colesterolemia, ya sea obstaculizando la absorción intestinal del colesterol, ya sea a través de otros mecanismos conocidos sólo en parte. 

La noche de San Juan (II)



Las velas y la adivinación. Antiguamente, en las velaciones de los recién casados, era de mal presagio el hecho de que se le torciese una vela a uno de los novios ya que significaba que iba a ser desgraciado en el matrimonio. También se creía que el primero que apagara la vela era el primero que moriría.

Las velas y los espíritus. Si la vela arde con tonos azulados se dice que hay un espíritu en la casa. Esta superstición la recoge William Shakespeare en la obra Ricardo III, acto V, escena III cuando narra la entrada del fantasma de Buckingham: “…la luz ardió azul. Ahora es plena medianoche…”

Las velas y la llama. Se decía que si había tres velas encendidas era preciso apagar una o encender una cuarta, ya que tres velas encendidas acarreaban malos presagios; esto era debido a que se solían encender tres velas encendidas acarreaban malos presagios; esto era debido a que se solían encender tres velas alrededor del cadáver en los funerales.

Se cree que no se debe encender una vela con la llama de otra vela que después se apague, ya que trae mala suerte.

Las velas y los sortilegios. Según parece, para librarse de un amor no deseado y pesado se toma una hoja en blanco. Por una cara se escribe el nombre y apellido del pelmazo trece veces, y por la otra cara el de la persona que se quiere librar de él (otras trece veces y, asimismo, con el nombre y apellido); se quema el papel con una vela de color marrón y se añaden unas pulgaradas de pimienta negra. Se pone todo en un vaso con agua y se guarda durante cuarenta días en un lugar alto y oscuro. Al cabo de dicho plazo se envuelve en un plástico o tela negra y se tira a un río caudaloso o al mar. La persona en cuestión se da así por enterada de que no es bien amada.

Las velas y otras supersticiones. Actualmente se piensa que trae buena suerte apagar de un soplo las velas de la tarta de cumpleaños; al hacerlo hay que formular un deseo que no debe ser revelado.

Soñar con una vela significa un parto; si se sueña que la vela se enciende es símbolo de alegría; si en el sueño alumbra mucho, presagia diversión, pero si alumbra poco es señal de catástrofe; por último, soñar con varias velas anuncia la muerte de alguien.

La noche de San Juan (I)

Todos los años el 23 de Junio el aire se llena del olor de las parrillas, arden miles de hogueras. A las 12 de la noche fiesteros y supersticiosos hacen rituales para beneficiarse de esa noche mágica.

En la religión cristiana, se dice que ese día nació San Juan que fue el que preparó a los hombres para la llegada de Jesús, pero en todas las culturas se celebra ese día por ser una fecha cercana a un solsticio (el de verano para los que viven en el hemisferio norte y el de invierno para los que pueblan el hemisferio sur). Está en juego grandes y poderosas energías del sol que actúan en la Tierra.

El caso es que si no eres afortunado en poder celebrar en la playa dicha fiesta, puedes hacerlo en tu propia casa cambiando las hogueras por velas.

La tradición popular recoge diversas supersticiones que conceden a las velas propiedades mágicas.

Las velas como protección. En el Malleus maleficarum que, siguiendo la explicación de Julio Caro Baroja en el libro Las brujas y su mundo, era un gran código especialmente consagrado a los delitos de brujería, escrito por los dos hermanos predicadores Enrique Institor y Jacobo Sprenger y qeue se imprimió por primera vez en 1486, se dice: “Los brujos no pueden hacer daño a los que llevan velas bendecidas el día de la Purificación de Nuestra Señora. Es también apropiado encender una vela bendita y rociar con su cera el umbral de la casa”.

Se decía que la luz de una vela bendecida protegía la casa de los malos espíritus.

Las velas y la salud. El día de la Candelaria se bendecían las velas en la misa mayor y después se utilizaban para curar heridas y enfermedades. A principios de siglo unas monjas vendían velas con una estampita incrustada en la parte inferior junto con un papelillo con polvos de canela. Las velas eran para las parturientas; al comenzar el parto se encendía la vela, la mujer tomaba los polvos y el parto terminaba cuando se consumía totalmente el trozo de vela que había sobre la estampita.


Se decía que los restos de las velas que se utilizaban en los funerales eran muy eficaces para curar las quemaduras.

La cama

La cama, en la que pasamos descansando una gran parte de nuestra vida, debe estar bien orientada.

Las supersticiones relacionadas con este mueble están vinculadas a la buena o mala suerte que puede tenerse según esté colocada respecto a la construcción de la casa.
 
Se dice que trae mala suerte a un enfermo si su cama está colocada cruzando las tablas del suelo en vez de paralela a ellas, ya que en este caso tendrá una muerte lenta. Si la cama pertenece a una persona sana, se cree que eta colocación impide el sueño y aún peor, que puede acarrear una muerte en la familia. El origen de esta superstición está en la antigua creencia de que si se colocaba la cama atravesada respecto a las planchas del suelo se tenía al diablo en contra.

Al parecer, la cama en que se duerme habitualmente debe estar siempre orientada de este a oeste, con la cabecera hacia levante y los pies hacia poniente. Existe un refrán que dice: “Duerme con la cabeza al naciente y los pies al poniente y vivirás eternamente”. El origen de esta superstición pertenece al folclore judío.

Se cree que las camas no deben estar cruzadas respecto de las corrientes subterráneas de agua.

Se dice que trae mala suerte colocar una cama en posición atravesada respecto a las vigas del techo.

Es creencia popular que no hay que colocar la cama con los pies hacia la puerta, ya que trae mala suerte. Esta superstición proviene del dicho de que los difuntos salen con los pies para adelante.

Parece que trae buena suerte levantarse por la parte derecha de la cama.


Se cree que trae mala suerte dar la vuelta a un colchón o cambiar la ropa de la cama en viernes o domingo, ya que según se decía antiguamente si se procedía de esta forma el diablo controlaría los sueños durante la semana.  

Consejos para perder peso (III)

Beba unos dos litros de agua al día. También se puede tomar libremente gaseosa, infusiones, como menta-poleo, té o bebidas refrescantes light. Evite otro tipo de refrescos. Disminuya el consumo de bebidas alcohólicas a no más de una copa de vino al día.

Modere el consumo de alimentos precocinados y salsas como mayonesa, rosa… Utilice poca sal. Para condimentar acostúmbrese a utilizar especias, vinagre, limón, ajo, cebolla, laurel y hierbas aromáticas.

Evite los azúcares: azúcar, mermelada, miel, etc., y utilice preferentemente edulcorantes acalóricos (sacarina, aspartamo…) Evite también los dulces, bollería, helados, aperitivos, golosinas, frutos secos, chocolate, pasteles.

Aumente el consumo de alimentos integrales y ricos en fibra, como frutas, verduras, hortalizas y legumbres. Recuerde: al menos cinco raciones al día de frutas o verduras.

Aumente el consumo de alimentos de consistencia dura, que requieren mayor tiempo de masticación y en general de trabajo gástrico, y que reducen la sensación de ansiedad o de estómago vacío (ejemplo: ensaladas de verduras crudas, apio, alcachofas, zanahoria…).

Sustituya los lácteos enteros y semidesnatados por desnatados; evite los quesos curados.

Puede tomar carnes magras, quitándoles la grasa visible (pollo, pavo, ternera, buey, vaca, solomillo o lomo de cerdo, conejo, liebre, codorniz y perdiz). Evite los embutidos, excepto jamón, pechuga de pavo o lomo embuchado sin grasa.

Puede tomar cualquier pescado excepto los conservados en aceite.

Si siente hambre en algún momento del día, tome alguna pieza más de fruta o alimentos como hortalizas (zanahorias, pepinos, etc.).

Guarde siempre los alimentos donde no los vea. El refrán “Ojo que no ve, corazón que no siente” significa que es posible que piense menos en la comida si no la ve continuamente.

Cuidado con las sobremesas. Si quiere seguir charlando, retire toda la comida de la mesa.




Consejos para perder peso (II)

Es muy importante no saltarse ninguna comida. Debe hacer un mínimo de tres comidas al día y un snack a media mañana y media tarde. Procure respetar el reparto de los alimentos incluso aunque no tenga hambre. Esta medida le evitará la ansiedad por la siguiente comida. Olvídese de las excusas de “no tengo tiempo…”. Comer es un acto que repetimos miles de veces a lo largo de la vida y se merece su tiempo. Si anda con prisas, en el trabajo, en vez de comerse un sándwich a toda prisa, o incluso no comer nada, es preferible tomar un sustitutivo hipocalórico, correcto en el aspecto nutricional y rico en fibra. Procure comer sentado a la mesa, en un ámbito agradable y dedicándole el tiempo necesario.

Mientras come, intente no distraerse con otras actividades (leer, mirar la tele, escuchar la radio, llamar por teléfono…). Sin estas distracciones, le sacará provecho a su comida. Mastique cada bocado al menos die veces antes de tragarlo. Esto aumentará su concentración en lo que come y alargará el tiempo que dedica a comer.

Evite picoteos entre horas. La mayoría de lo picoteos consisten en alimentos que engordan. Cuando sirva las comidas no deje las bandejas en la mesa y a la vista. De esta forma, se come más cantidad. Traiga los platos servidos desde la cocina.

Lamie sus comidas a un solo lugar. No lleve alimentos a su dormitorio o estudio. Esto reducirá el número e lugares que usted relaciona con los alimentos y el acto de comer. Cepíllese los dientes inmediatamente después. Al quitarse el sabor de la comida no pensará tanto en ella.

Haga un desayuno correcto. Levántese diez minutos antes para poder desayunar con tranquilidad. Incluya fruta y algún lácteo desnatado. Está demostrado que la ingesta calórica diaria total es mayor en las personas que no desayunan. Además, no desayunar tiene efectos negativos sobre el perfil lipídico y puede aumentar el riesgo cardiovascular.

No hace falta pensar en los alimentos. Simplemente, coma un solo plato, pero no repita. Para las personas de constitución más pequeña y las de mayor edad utilice platos de postre.

Se aconseja cocinar al vapor, hervido o escalfado, al horno, microondas, a la sal, a la plancha o parrilla, en papillote… Procure evitar las frituras, rebozados y empanados, rehogados, estofados, guisos o salsas. Es preferible utilizar aceite de oliva, pero debido a su alto aporte calórico, restrinja su consumo a tres cucharadas al día.



Consejos para perder peso (I)

Antes de comenzar una dieta plantéese si realmente está motivado para perder peso y mantener esta pérdida a largo plazo. Esto no es fácil, pues implica el cambio de los hábitos nutricionales y de vida, incorporando el ejercicio físico.

Además, haga una lista de las razones por las cuales desea bajar de peso. Luego podrá leerlas y ello le ayudarán a mantener la motivación. Tómese una fotografía de “antes”. Es realmente satisfactorio notar la diferencia producida por la dieta cuando se consigue reducir el peso hasta los niveles deseados, eso, de por sí, es una gran recompensa. Observe cómo comen los demás. Compare la forma de comer de una persona delgada y la de una gruesa. Esta última come de forma rápida, con voracidad, se atraganta de comida. ¿Cuál de las dos se ve mejor comiendo?

El objetivo es conseguir una reducción de peso progresiva, y aprender unos hábitos nutricionales adecuados, que incorpore a su vida. Esto es muy importante para que no vuelva a coger el peso perdido. Y, además, sin renunciar al placer de la comida. Propóngase objetivos realistas. El ritmo adecuado de pérdida de peso no debería ser mayor de un kilo a la semana. Cualquier ritmo más rápido implica que lo que se está perdiendo no es sólo grasa, sino agua y tejido magro. No se pese todos los días. Solamente una vez por semana. Es fácil desanimarse si no ve resultados en la báscula todos los días.

Puede ser muy útil que haga un registro de alimentos y escriba en un diario todo lo que come. Aunque de momento le parezca una pérdida de tiempo y crea que sabe perfectamente lo que come, mucha gente no empieza a conocer sus costumbres alimentarias hasta después de realizar varios registros dietéticos. Uno no puede pretender cambiar sus hábitos alimentarios si desconoce cuáles son sus errores. Anote la hora y lo que pasa en ese momento. Por ejemplo, ¿estaba aburrido?, ¿triste?, ¿viendo comer a otra persona?, ¿coincide con un programa de televisión? Vea si del diario puede extraer algún patrón respecto a la comida en exceso.

Debe realizar algún ejercicio. No es necesario hacer ningún deporte extenuante. Se trata de incorporar la actividad a la vida diaria: use menos el coche, los ascensores…, simplemente camine para ir al trabajo o cuando vaya a los recados, lo ideal sería al menos 30 minutos al día, suba las escaleras o incluso…. Baile. Hacer ejercicio acompañado es más divertido y asegura su continuidad. Elija una actividad ligera que no sobrecargue las articulaciones.

Los cereales (III)

El problema del aporte calórico nace precisamente de la ductilidad gastronómica y nutritiva del plato de pasta, dada la infinidad de variantes en que la pasta se puede servir en la mesa. Según los distintos hábitos, la pasta puede servir en la mesa. Según los distintos hábitos, la pasta puede representar sólo una “guarnición”, como en Francia o en otros países y, por tanto, el correcto complemento nutritivo de alimentos carentes de glúcidos, como la carne o el queso; o bien, condimentos particulares, puede convertirse en un equilibrado “plato único”, tal vez en una comida rápida, más satisfactorio que otros alimentos, incluso desde el punto de vista nutritivo.

El error de valoración más común es considerar la pasta de manera abstracta, es decir, basándose en las “tablas de composición de los alimentos”, de la misma manera que se calcula la composición bromatológica de una manzana o de un vaso de leche. En realidad, nadie come pasta sin condimentarla, por lo que debemos considerar el “plato de pasta” con todo lo que lo acompaña, que puede, según los casos, mejorar o empeorar sus equilibrios nutritivos. Por eso la pasta puede ser aconsejada, con perfecta racionalidad y coherencia, ya sea en una dieta hipocalórica (como pasa con salsa de tomate y en porciones de restaurante de lujo), ya sea al contrario en las dietas hipercalóricas (como pasta muy condimentada). Si calculamos el valor energético de 70 gramos de pasta (240 kcal), condimentados con una sola cucharadita de queso (29 kcal), 5 gramos de aceite (45 kcal) y 60 gramos de salsa de tomate (16 kcal), se llega a un total de 330 kilocalorías. El verdadero problema es que las calorías pueden casi duplicarse cuando la fantasía gastronómica hace de la pasta el pretexto para salsas especialmente ricas en grasa y en otros ingredientes.

Para dar una referencia objetiva no sólo a los ancianos, sino a todos aquellos que han abandonado la pasta con salsa de tomate en la errónea convicción de estar nutriéndose con un alimento hipercalórico, bastará con recordar que un sándwich de jamón de York y queso (dos rebanadas de pan de molde, 20 gramos de queso y 20 gramos de jamón) y un zumo de frutas normal suministran el mismo total energético (330 kcal). Pero, en este caso con una cantidad de grasas principalmente saturadas que, en cambio, no se encuentran en la pasta. Esta trivial, pero nada desdeñable observación también se extiende a otros alimentos que, por tradición, forman parte de platos compuestos, a lo mejor precocinados, o en cualquier caso ya preparados.

Tampoco valen los datos abstractos sobre la digestibilidad de la pasta, pero hay que atenerse al mismo razonamiento hecho a propósito del diferente significado calórico y nutritivo que puede tener una porción de pasta según la calidad y cantidad de los condimentos. Más que la pasta, será precisamente el tipo de condimento lo que condicione el tiempo de vaciamiento gástrico y la acción de las enzimas necesarias para la digestión en lo referente a las grasas o a las proteínas “añadidas” a la pasta.




Los cereales (II)

El juicio del nutricionista sobre cada alimento ya no está en función de que la nutrición sea completa, porque la regla de variar la alimentación suple, al menos en el consumismo de los países occidentales, cualquier posible carencia; el interés nutricional apunta más bien a algunas peculiaridades que, en casos particulares, pueden sugerir una indicación específica, como podría ser la riqueza en fibra de la pasta integral o, al contrario, su ausencia en el arroz perlado. En la actualidad, por suerte, nadie come exclusivamente polenta o arroz, y, por tanto, ya no tiene ningún sentido mantener la desconfianza “histórica” al maíz o al arroz a causa, respectivamente, de la pelagra o del beriberi. Tampoco lo tiene el vincular la imagen del arroz a una dieta obligatoriamente pobre en escorias, reservada a los intestinos delicados; en efecto, la insuperable ductilidad gastronómica del arroz permite combinarlo con verduras ricas en fibra, como la alcachofa, que compensa su carencia de la misma.

La preferencia que los distintos pueblos del mundo han dado al arroz, al maíz, al trigo o a la cebada fue determinada por su disponibilidad y por las condiciones ambientales; pero hoy la evolución de la agricultura ha superado en gran parte estas limitaciones, extendiendo los confines tradicionales, de los cultivos cerealistas. Así pues, es sobre todo la tradición, más que la conveniencia económica o el consejo médico, lo que sostiene el consumo de estos cereales. En cuanto al nutricionista, no tiene ningún motivo para formular hipotéticas graduaciones preferenciales, pues a los cereales sólo se les exige que aporten una cantidad de hidratos de carbono complejos y no la simultánea cobertura de otras necesidades nutricionales, como ha ocurrido en tiempos de carestía o como todavía puede ocurrir en los márgenes de la civilización. Ciertamente, las proteínas del arroz tienen una composición aminoacídica menos “incompleta” que otras proteínas vegetales, incluida la pasta; pero el providencial matrimonio con las proteínas de las legumbres en el clásico potaje asegura la plenitud de los aminoácidos indispensables, en beneficio de los vegetarianos más estrictos.


Son muchos los pueblos que comen pasta con frecuencia y con satisfacción. El consumo de pasta está en auge y ganando, con el meditado consenso de los nutricionistas, nuevos y más amplios mercados en todo el mundo. Sin embargo, para la mayoría de los consumidores o al menos para los que tienen sobrepeso, siempre aflora un latente sentido de culpabilidad vinculado a la idea de que la pasta es un alimento especialmente “engordante”. En cambio, desde el punto de vista de la ciencia de la alimentación, existen motivaciones precisas para legitimar el papel de líder que la pasta ocupa en el ámbito mediterráneo entre todos los alimentos derivados de los cereales.

Los cereales (I)

Las líneas guía de la alimentación, formuladas por los expertos de distintos países coinciden en el hecho de que al menos el 50% de las calorías que el hombre consume a cualquier edad o en cualquier latitud debe proceder de los hidratos de carbono.

La utilización metabólica de las moléculas elementales de los hidratos de carbono produce energía, agua y anhídrido carbónico: una combustión limpia, sin los problemas de eliminación del ázoe, típicos de las proteínas, y sin los problemas clínico-metabólicos que implica un exceso de grasas, sobre todo saturadas. Pero no todos los hidratos de carbono tienen un comportamiento igual en los procesos digestivos y metabólicos; por ello se añade la recomendación específica de que sólo una pequeña parte de hidratos de carbono debe proceder de los azúcares simples, de rápida absorción, mientas que su fuente privilegiada se localiza en el almidón de los cereales y de las legumbres.

Entre los cereales, el hombre ha seleccionado a lo largo de los siglos el arroz, el maíz, el trigo y la cebada como opción preferente sobre la avena, el mijo, el centeno o el sorgo. El destino del almidón al término de los procesos digestivos es siempre el de la absorción en su forma elemental (glucosa); y desde el punto de vista del rendimiento energético de las harinas, después de la elaboración artesanal o industrial de los granos, la diferencia entre los tres productos es poco significativa, tratándose siempre del 75-85% de glúcidos disponibles. Pero hay otras diferencias, no sólo de gusto, sino también en términos de contenido de aminoácidos, de minerales o de vitaminas, que en tiempos de carestía han cobrado una gran importancia y han orientado las preferencias de los nutricionistas.


El maíz, importado en Europa por los españoles, presenta una típica carencia vitamínica (le falta la niacina), agravada por el bajo contenido de un aminoácido indispensable (el triptófano), por lo cual su utilización como única o prevalente fuente alimenticia permitió en el pasado la supervivencia de poblaciones paupérrimas, pero también provocó la pelagra. Hoy, en una época de gran disponibilidad y variedad alimentarias, el maíz ha vuelto a asumir un papel gastronómico y nutritivo perfectamente legítimo, desde la polenta hasta las “tortitas” e incluso las palomitas de maíz, expresión tecnológica moderna del maíz a la que las nuevas generaciones le han dispensado una entusiasta acogida. 

Números onomásticos (III)

 Es el número de la espiritualidad, el misticismo, la sabiduría y el éxito. Aquellos a cuyo nombre corresponde este número son receptivos, estudiosos, creadores e intelectuales. Tienen una inteligencia profunda y apetencia por las cosas más hermosas de la vida. Si no hay influencias adversas en sus números, pueden llegar a ser muy buenos amigos, trabajadores estimables y socios o compañeros ideales. Tienen una atractiva personalidad, son abnegados y poseen una curiosa concepción de la vida.

Es el número de la justicia, la evolución la fuerza, la inspiración y el genio. Aquellos a cuyo nombre corresponde este número tienen una fuerte personalidad. Poseen gran magnetismo. Son obstinados, independientes, progresivos intuitivos y honrados e ingenuos y rectos en sus asuntos. La vibración de número ocho es extremadamente fuerte y difícil de dominar. Hace que la persona sea muy activa. Raramente está contenta durante largos periodos, y se muestra deseosa de cambiar de ambiente y escenarios.

Es el número de la dominación, la eficiencia, la psique, la conciencia, el humanitarismo y la energía renovadora. Aquellos a cuyo nombre corresponde este número son listos, activos, filosóficos e intuitivos. Pertenecen a la casta de los profetas y poseen una mente telepática excepcional. Tienen imaginación fértil, ideales elevados y están dotados de gran habilidad poética o artística. Normalmente son muy serios y agradables, aunque raros y antojadizos. Son refinados, amables, simpáticos y de buen talante. Están predispuestos para la amistad y resuelven fácilmente los problemas de los demás.

Es el número del poder, el valor, el éxito, la aventura, el impulso y la energía. Aquellos a cuyo nombre corresponde este número están un octavo por encima de aquellos a quienes corresponde el número dos. Son profundos pensadores, aficionados a las aventuras apasionantes. Vagos en sus apreciaciones. Sus mentes captan el sentimiento general de las cosas, pero se saltan los detalles. Este número tienen una influencia tan poderosa que las personas a quienes les corresponde se ven sumidas a menudo en profunda confusión, debido a las contradicciones que conlleva. Claridad de pensamiento, determinación y concentración son cualidades que estas personas deben desarrollar necesariamente con el fin de dominar la inquietud que produce este número.


Es el número de la irreflexión, el error, la precipitación la inconstancia. Aquellos a cuyo nombre corresponde este número deben dominar la tendencia a criticar, así como su intranquilidad y atolondramiento. A menudo no comprenden sus propias rarezas. Dicen y hacen cosas de forma irreflexiva y luego se arrepienten de ello. Normalmente no miran dónde ponen los pies. Tienen propensión a dejarse llevar hasta los últimos extremos, aun en contra de su propio criterio. Sostienen una dura lucha contra ellos mismos y puede que incluso conviniese que cambiasen su nombre, a fin de que les correspondiese una vibración más adecuada. 

Números onomásticos (II)

 Es el número de la iluminación, La integridad y el refinamiento. Este número hace a la persona benévola, afectuosa y simpática. Muy cuidadosa de los detalles, orgullosa de poder sacrificarse por un principio idealista y dispuesta a hacerlo sin recurrir a los amigos. Es el número de la Santísima Trinidad, y hace que las personas sean muy religiosas e impresionables, intuitivas y magnéticas.

Es el número de la realización, la seguridad, la protección, la estabilidad y la ambición.

Aquellos a cuyo nombre corresponde esta vibración son amigos de la verdad y buenos compañeros. Poseen una mente brillante y gran capacidad inventiva y tienden a conseguir el objetivo de sus ambiciones sin importarles los obstáculos.

Normalmente viven de forma activa y variada y tienen muchas experiencias interesantes, de las que sacan lecciones de gran utilidad para la vida.

Es el número de la incertidumbre, la vacilación, la duda y el desaliento. Aquellos a cuyo nombre corresponde este número son propensos a la confusión, inquietud, irritabilidad, impaciencia y mal humor. Les resulta difícil encontrar compañeros que congenien con ellos y disienten con frecuencia de la opinión de los demás. A veces experimentan la sensación de que la vida ha sido muy dura con ellos, como si vivieran una existencia contra la cual se rebelan sus naturalezas.

Si es éste el número que corresponde a una persona que no quiere seguir luchando más contra esta influencia puede modificar ligeramente el nombre con el fin de que le corresponda otro número. No obstante se puede dominar ejercitando la fuerza de voluntad.


Es el número de la personalidad dual, la indecisión, la tentación y el exceso. Aquellos a cuyo nombre corresponde este número tienen un carácter extraño. No se les comprende fácilmente, y con frecuencia son los responsables de sus propios fracasos. Si aprenden a ganar por experiencia, puede que el número les sea afortunado, pero, vagando sin rumbo por la vida, no irán jamás a ninguna parte. Les gusta emprender los caminos más fáciles y deben dominar la tendencia a ser indiscretos. La determinación puede ayudarles a vencer las incertidumbres de este número.  

Pasado mañana mas.....

Números onomásticos (I)

La Cábala dice que todas las personas pueden conocer las circunstancias positivas o negativas en que discurrirán determinados acontecimientos de su vida, a través de su nombre u otros datos, reducidos a escala numérica.

El sistema pitagórico reduce las letras del alfabeto del uno al nueve y elabora una tabla onomatománcica.

Existen otros medios de planteamiento más astrológico relacionados con la Cábala, que son: el número onomástico, el número del sendero de la vida y el número del destino.

El número onomástico se extrae de la suma de las letras del nombre y apellidos.

El número del sendero de la vida, se encuentra sumando la fecha de nacimiento, es decir, el día, el mes y el año. E

El número del destino se obtiene sumando el número onomástico y el número del sendero de nacimiento.

Números onomásticos:  
Es el número de la creación, del principio, de los primeros     impulsos o de la fuente de energía. Las personas cuyo nombre suma uno suelen dejar huella.
Casi todos han sido innovadores, artistas, líderes en la esfera social.
Poseen un pensamiento constructivo y les gusta hacer cosas nuevas y excepcionales. No siguen el camino de los demás y tienen valentía en sus convicciones.
Existe un nivel inferior en este número. Quienes se adscriben a este plano más bajo suelen ser excéntricos, egoístas, vanidosos, dominantes y están pagados de sí mismos. Si a tu nombre le corresponde este número haz todo lo posible por superar las malas tendencias que puedan surgir de tu carácter.
Es el número de la belleza, la cultura, la verdad, la percepción y el conocimiento. Tiene un carácter marcadamente femenino, y hace que la persona respete y aprecie las cosas refinadas e intelectuales de la vida. Es el número de la cooperación, la atracción, el afecto, la emoción y el entusiasmo.
Aquellos a cuyo nombre corresponde este número son amigos afectuosos, compañeros agradables, conversadores amenos y tienen buena opinión de la naturaleza humana.
El plano inferior de este número hace que la persona sea atropellada, sensible y quisquillosa. Si es éste el número que corresponde a tu nombre, esfuérzate por superar cualquier tendencia indigna que manifieste tu carácter.



Pasado mañana más.....






La valiosa grasa del pescado

En la última década, las revistas médicas han publicado en sus páginas una considerable cantidad de trabajos científicos sobre las positivas implicaciones “preventivas” “terapéuticas” que parecen tener algunos ácidos grasos poliinsaturados presentes en el pescado, pero no en otros animales terrestres.  Las primeras indicaciones se remontan a las ya conocidas observaciones sobre la reducida mortalidad por infarto de los esquimales y de otros núcleos de población acostumbrados a un elevado consumo de pescado y de aceite obtenido de él. Una serie de estudios realizados en todo el mundo ha confirmado posteriormente las primeras observaciones epidemiológicas elaboradas en los años setenta. Los ácidos grasos poliinsaturados de la trucha o de algunas especies marinas, además de proporcionar los progenitores bioquímicos de una compleja familia de sustancias (prostaglandinas) activas en la regulación de la vasodilatación y vasoconstricción de las arterias, influyen favorablemente en la excesiva viscosidad de la sangre, en la coagulación y en la misma permeabilidad y elasticidad de las paredes celulares.

El pescado de mar, y también, aunque en menor medida, el de piscifactoría, es la fuente alimenticia privilegiada para algunos ácidos grasos poliinsaturados, juzgados “indispensables” pero en general muy poco presentes en la alimentación.  Además, los salmónidos, así como el pescado aquel, aportan una buena cantidad de derivados del ácido linoleico, metabólicamente activos, que en edades avanzadas o en situaciones específicas (obesidad, dietas desequilibradas, diabetes) no pueden obtenerse ya del mismo ácido linoleico con la velocidad y en las cantidades óptimas. El consumo habitual de elevadas cantidades de pescado (al menos dos o tres veces a la semana) también puede modificar favorablemente el nivel de las diversas fracciones lipídicas circulantes en la sangre, sobre todo por lo que se refiere a la hipertrigliceridemia. Frente a las ventajas que se pueden derivar de la disponibilidad de estos particulares ácidos grasos, la presencia al mismo tiempo de colesterol, que puede hallarse por ejemplo en los crustáceos, tiene una relevancia práctica totalmente marginal si tenemos en cuenta la ausencia del cómplice verdaderamente peligroso, representado por los ácidos grasos saturados.