DOCE DIAS DESPUÉS DE LA INTERVENCIÓN

El lunes fui a consulta, primero me atendió la nutricionista y luego el médico. Estuve por lo menos veinte minutos con cada uno de ellos.

La nutricionista me pesó y vimos juntas los resultados de perdida de grasa corporal, corroboró mis valores diarios, pero me regañó cuando la dije que me pesaba todos los días, dice que el cuerpo con respecto a esto es un poco enigmático, puedes pesarte varias veces al día y pesar diferente, unos días puedes pesar más y al día siguiente menos, así que me aconseja que no me pese, que ella lo hará cada semana.

Con mi experiencia en dietas que he llevado toda la vida, es cierto lo que dice, pero aun así es tan satisfactorio cuando te pesas y ves perdida que te ayuda a seguir luchando, aunque también si ves que no has perdido o has ganado algún gramo te derrumbas literalmente, eso me ha pasado hoy. Me he pesado y he ganado respecto a ayer 100 gramos.

Así que empezaré a pesarme una vez a la semana, hasta que esto tampoco me satisfaga y entonces lo haré cada mes, o cada vez que ella me pese.

Ella me ha indicado algo que yo sabía pero que olvido de vez en cuando, el propósito de todo esto es para mejorar mi estado de salud, es lo importante, tengo que centrarme en esos valores más que en la pérdida de peso.

En efecto he perdido grasa en los lugares claves como en las vísceras, me ha dado un informe de ello y me ha dicho que siga con la fase 2 hasta el 8 de junio, para entonces ya me habrá dado la dieta de la fase 3.

Hemos hablado de sustituir el Meritene por los copos de trigo y arroz sin casi azúcar que venden en Mercadona y que me recomendó mi hijo. El Meritene no me gusta y tengo la sensación que fue el culpable de mis disfunciones intestinales. Ella prefiere que tome Maizena con leche o copos de avena, pero creo que en esta ocasión paso y sigo con los cereales, estos son sosos pero la Maizena o la avena creo que serán peores. La nutricionista quiere que además de bajo aporte calórico tome vitaminas y minerales y los cereales integrales que me han gustado tienen poco de eso.  Me emplaza para vernos en una semana.

Luego pasé a consulta con el médico, revisó mis heridas y me corroboró que “el quinto elemento” es el que más lata da y que así seguirá por lo menos durante tres meses más. Por lo demás me indica que intente beber un litro de agua todos los días. La verdad es que esto es complicado.

Al tomarme la tensión me la encuentra alta, así que me recomienda que me la tome dos veces por semana. Así que como tengo que ir al médico de cabecera para contarle lo de mi intervención, le pediré al enfermero que me dé cita para tomármela dos veces por semana.

Le comento al doctor que tengo pendiente tres pruebas por parte de la seguridad social, a causa de mis tiroides y le pregunto si esto podré hacérmelo sin problemas, me dice que sí que no pasará nada.

También me dice que con mi pérdida de grasa conseguiré que me baje la tensión, el colesterol y los triglicéridos y pudiera ser que los niveles hormonales producidos por mis vagas tiroides se mejores notablemente. Eso lo veremos con el tiempo.  Me emplaza también para dentro de una semana.

En recepción me dan hora para el 31 de mayo. Ya estoy ansiosa por ir a esa cita, y mucho más si no me peso.

Esta tarde voy a ir a caminar con mi hija hasta el cine donde ha cogido entradas, caminaremos por lo menos dos horas y luego se nos unirá su pareja, después de la película me traerán a casa. La verdad es que me apetece mucho, veremos como resisto la caminata. Pues tanto el médico como la nutricionista me dijeron que andara unos veinte minutos diarios, o lo que yo aguantara, pero estoy deseando poder hacer la vida que hacia antes y mucho más cuando eso es ejercicio físico.


En estos momentos me siento pletórica, a partir de tomar las vitaminas parece que me canso algo menos, el tiempo primaveral tirando a un tanto caluroso me anima, además. Ya me concentro leyendo, me paso parte del tiempo en mi gran terraza olfateando el futuro maravilloso que está ahí fuera, me gustaría que el tiempo pasara más deprisa, pero consigo disfrutar de las pequeñas cosas del día a día, como el sol, las flores que inundan parques y jardines, mis lecturas y el saber que el futuro que me espera será mucho mejor, que puede que alargue mi vida y así seguir disfrutando.

NUEVE DÍAS DESPUÉS DE LA INTERVENCIÓN

Por fin el viernes pasé a la fase 2, es decir ya ingiero en cada toma 90 ml en lugar de 30 ml y las raciones son con algo más de consistencia: purés de verdura y pollo, yogures cero, puré o compota de frutas, y el dichoso Meritene. El Meritene que lo tomas en el desayuno consiste en unos polvos sabor a chocolate chungo, que al parecer llevan muchos minerales, vitaminas y proteínas, pero su sabor es demasiado dulce, no me gusta en absoluto, es como si tomaras sacarina a modo de caramelo. Las tomas se reducen y entre una y otra tienes que hidratarte.

Justo ese día empecé a hacer deposiciones, aunque son incomodas, pues son muy descompuestas y urgentes, cuando llegan mejor estás cerca de un servicio. Como el sábado me pasó lo mismo he pensado que es el Meritene que no me sienta bien, así que me he comprado en Mercadona unos cereales integrales de trigo y arroz que no llevan nada de azúcar, hoy los he desayunado con leche fría (la caliente no me gusta) y están buenos, además no se deshacen fácilmente al estar en frío y puedes tener el placer de masticarlos copo a copo.

Recuerdo que cuando era jovencita el futuro que nos pintaban era el de alimentarnos con una sola pastilla, ni de coña, no estamos preparados para ello, no nosotros, yo echaba de menos poder masticar los alimentos más que nada en el mundo, creo que no sabemos lo maravilloso que es el masticar lentamente los alimentos y sentir su gusto y como sus diferentes sabores nos inundan el paladar, es un placer de dioses que no nos damos cuenta hasta que no podemos.

Yo siempre he sido de las personas que tienen la costumbre de masticar rápido y mal, si es cierto que es debido a que desde que cumplí 12 años he tenido siempre que comer fuera de casa y en poco tiempo, por lo que me acostumbré a engullir los alimentos de forma rápida y eficaz. Así que nunca he dado tiempo a mi cerebro a saber que me había alimentado y podría ser uno de los factores por los que acumulé peso.

Es algo que aconsejo que se haga: reeducarse a la hora de las comidas, creo que a poco que tengamos que comer, tenemos que hacerlo con mucho boato, como si fuera el más rico manjar, ya sea una pera como una ración de gambas a la plancha. Deberíamos de concentrarnos en lo que estamos haciendo, masticar muy despacio, pensar en los distintos sabores, disfrutar del placer de comer, sin tele y sin nada o nadie que nos distraiga. Y si estamos en una comida con familiares o amigos dejar para los postres eso de hablar.  Yo quiero conseguir amar la comida y verla como algo que me ayuda a sentir sana a la par que disfrutar de su placer.

Cuando picas entre comidas realmente no disfrutas, engulles los alimentos sin ningún placer, piénsalo bien, es así, y encima nunca te sientes satisfecho parece que necesitas siempre más, pero porque no valoras lo que estas comiendo, lo haces como quien se muerde las uñas o fuma compulsivamente.

El viernes me sentía muy positiva, brillaba el sol que eso siempre me anima y mi hija me invitó a que nos fuéramos a andar. A ella no le gusta andar, sé que solo lo hizo para ayudarme, mi niña es increíble.

Lo que normalmente hubiera hecho en una hora la hicimos en hora y media, mi paso es muy lento, me siento entre mareada y sedada y el ejercicio me dejó agotada, tuve que echarme en la cama un rato para coger fuerzas.

Hoy me ha dicho mi hija de ir otra vez a andar, pero está el día nublado y triste y no me siento con fuerzas, así que cuando venga la diré que otro día.

Mañana ya tengo que comenzar tomando vitaminas (dos al día) y hoy se acabaron las inyecciones en la tripa, la tengo llena de moratones y están tardando en quitarse, pero supongo que, como todo, es cuestión de paciencia.

Y mañana por fin tengo que ir a la clínica para ver a la nutricionista y luego al médico. Quiero pedir que me pasen las fotos que me irán haciendo y posiblemente las cuelgue en el blog para ver la diferencia física.  Noto que cada día pierdo menos peso, hoy solo 300 gramos, pero supongo que es lógico, ya que el cuerpo es capaz de conformarse con poco alimento y a cambio te regala un cansancio mortal.

Desde el viernes me dejó mi hija a mi pequeño Caifás, así hago un poco de ejercicio bajándole a la calle. Se porta genial, siempre a mi lado y solo ladra cuando el globo que me llevó mi hija y su pareja al hospital, se mueve, no le gusta nada.

                                           

Tengo poca concentración haciendo las cosas es parte de ese cansancio que tengo, no duro casi nada en las lecturas de mis libros y el sábado cuando fui a comprar me olvidé algunas cosas, pero no me castigo por ello, poco a poco me iré encontrando mejor, seguro. No pasa de las 22:30 que los ojos se me cierran irremediablemente, pero duermo muy relajada y lo que jamás he hecho como el estar en la cama pensando y sin levantarme apresuradamente, lo hago ahora, no tengo demasiada prisa por nada, hago las labores de casa tranquilamente, tengo que pensar que esto también es una bendición, yo siempre he sido muy nerviosa y ansiosa.

Los agujeros por donde me hicieron la laparoscopia y me extrajeron el 80 % de mi estómago van curando día a día, ya solo me tira el “quinto elemento” levemente y ya puedo dormir de lado.


Esto es una oportunidad de cambiar mis costumbres, serenarme, quererme más y ser más feliz y quiero conseguirlo.

JUEVES DESPUÉS DE LA INTERVENCIÓN

Hoy acabo con la dieta de líquidos, estoy con ganas de pasar a la siguiente etapa que comenzaré con compotas de frutas y purés, las “tomas” serán cada más tiempo y no cada hora y media como ahora y entre tomas agua o aquarius 0. Eso te da más libertad para poder salir de casa.

Llevo perdido en 9 días 8 kilos 200 gramos.

Me encuentro muy cansada, sin ganas de hacer nada, supongo que es por la falta de alimento, eso me fastidia mucho pues normalmente soy muy activa, supongo que tengo que tener más paciencia. En gran parte del día estoy somnolienta y a la caída de la tarde más, por lo que, aunque lucho por mantenerme despierta, no pasa de las 22 horas que estoy en la cama. Eso hace que me despierte muy temprano, pero sigo allí tirada hasta las 8:00 que empiezo con la rutina de “tomas” y medicinas.

Me he hecho una experta en ponerme la inyección para que no se formen coágulos y me sigue pareciendo desagradable la pastilla que se chupa para la protección de estómago, pero es lo que hay, no tomo ninguna otra cosa, desde el martes no he vuelto a tomar el paracetamol, no soy de mucha medicina y los dolores realmente son soportables. Eso sí tengo la tripa llena de cardenales por el tema de la inyección, así que me aplico Thombocid Forte 5 Mg/g en pomada. No me dijeron nada en la clínica, pero creo que no me hará daño y si algún beneficio.

Hablé con una enfermera sobre los agujeros y si quedarían marcas, me dijo que solo quedarían como pequeños arañazos de gato, he pensado que cuando todo esté curado me aplicaré Rosa Mosqueta, suele ser muy efectiva para las marcas, manchas y cicatrices.

“El quinto elemento” aún tira de mi hacia abajo, pero es muchísimo más resistible, me cuenta menos agacharme o estirar los brazos.

Ayer me quité los apósitos que cubrían los cinco agujeros que me hicieron en la intervención, tienen buena pinta y por ahora todos los días al ducharme me los lavo con agua y jabón y luego me pongo una simple tirita en cada uno de ellos, tal como me indicaron en la clínica.

Llamé a la Clínica y me dieron hora para el lunes, no se lo voy a decir a mi hija que quiere acompañarme, pues le fastidiaría en su trabajo, y además quiero volver a una actividad normal donde pueda coger el transporte público y andar yo sola. Me verá el médico y la nutricionista.

Aún no quiere traerme a Caifás, dice que aún no estoy preparada para bajarle a la calle y sobre todo para recoger sus “restos orgánicos”, puede que tenga razón.



Ayer fui al cine con mi hija y su pareja, hacía muchísimo calor, pero estoy segura que yo lo sentía menos que ellos pues siempre tengo frio. Aunque no anduve demasiado a la vuelta solo me quedó fuerza para arrastrarme hasta la cama.

NO TENGO HAMBRE, pero si ansiedad por la comida, sueño con comida, me doy cuenta que en mi zapin diario de la tele me paro en los programas donde cocinan, ¡qué obsesión! Pero lo bueno de esto es que sé que no puedo comer nada sólido, no sé qué catástrofe ocurriría si lo hiciera, así que toca aguantarse. Pero esto me indica que debo de hablar ya con la psicóloga de la clínica, se lo comentaré a la nutricionista el lunes.

No quiero caer en la auto conmiseración, debo de superar el cansancio y activarme, todo este proceso me tiene que hacer sentirme feliz, yo lo he elegido, es para una buena causa: salud, tengo que pensar que tengo suerte de que todo haya ido muy bien y tener la oportunidad de tener otra vida y en ella solo tiene que tener cabida la comida sana y en su justa medida. Tengo que cambiar el chic cerebral, conseguir no pagar con la comida la ansiedad, la tristeza, la alegría o el aburrimiento, esa es mi labor, ese es el fin al que tengo que llegar, mi objetivo en la vida.

Si alguien está pensando hacerse una manga gástrica, que le quede muy claro que se pierde peso porque no se come y que cuando se coma se hará en diminutas porciones y solo alimentos buenos, es la dieta más estricta el mundo mundial. Es decir, la operación solo te sirve para que te de miedo comer lo que no debes y que te encuentres satisfecha con poca ingesta, el resto lo tienes que hacer tú. Y haber cómo nos apañamos para seguir viviendo en una cultura donde todo se celebra con comilonas, cada fiesta y reunión de amigos es a base de grandes cantidades de comida y bebida, allí donde vas hay un bar, cafetería o restaurante que te ofrecen mil manjares y donde la tele te pone anuncios de hamburguesas, patatas fritas y coca cola cada cinco minutos de emisión. Los alimentos malos son más baratos que los buenos, comer un bollo es más barato que una ensalada, o un kilo de judías verdes más caro que una tableta de chocolate, sin que decir tiene que los restaurantes de comida rápida son más baratos que los tradicionales, que, a pesar de ser un país rodeado de costas, el pescado fresco es caro y el pollo está lleno de hormonas.


Dejé de fumar hace muchos años, en un momento en el que todo el mundo fumaba y en cuanto decías que lo habías dejado, siempre había alguien que te ofrecía un cigarro, me costó esfuerzo. Ahora que el tabaco casi está prohibido debe ser más fácil de dejar y además del tabaco no se vive, sin embargo, todos los días tienes que comer si o si, así que es más complicado “dejarlo”. 

LUNES DESPUES DE LA INTERVENCION

Por fin llegó el viernes y fui a la clínica, ingresé a las 8 y me dieron rápidamente habitación, enseguida vino el Doctor que me iba a practicar la operación, tengo que decir que fue exquisitamente cariñoso, atengo y amable, cosa que se agradece inmensamente. A las 8:30 ya estaba en el quirófano helada y rodeada del personal técnico. Me durmieron en 2 minutos y lo siguiente que recuerdo es mi entrada en la habitación encima de la cama.

Estaba muy sedada y solo tengo retazos de recuerdos, me despertaba momentáneamente cuando mi hijo me preguntaba cómo me encontraba o alguna enfermera venía a verme a tomar la tensión o la temperatura.

Luego vino mi hija con su pareja, la pobre al verme blanca y demacrada me abrazó y se puso a llorar, me trajeron un globo enorme de Helio en el que ponía: “Bienvenida a tu nueva vida”, el globo fue la atención de todo el mundo que pasó por la habitación en los dos días y dos noches que estuve allí.

Me quejé porque me molestaba un tuvo que tenía colocado en la nariz y me lo quitaron y permitieron que me mojara los labios, los tenía acartonados y sentía una sed terrible, pero no me dejaron beber nada.

Ya por la tarde empezó a molestarme muchísimo la barriga, era como si tuviera mucho aire comprimido y que no podía salir. Vino el médico a verme y se lo comenté me dijo que más tarde intentarían levantarme un ratito para ver si así se me pasaba. Al parecer en la operación te meten en el estómago aire para poder ver en su interior y no tienen el detalle de quitártelo luego. Me dijo también que al principio de la intervención había tenido la tensión alta y que debía ser por los nervios. En esos momentos la tenía normal.

Pero llegó la noche y las enfermeras de ese turno no me dejaron levantarme, yo estaba fatal de dolor y ya me dolía la cabeza también, me tomaron la tensión y la tenía alta, así que me pusieron algún tipo de medicación a las 12 y solo pude dormir tres momentitos de una noche terrible de dolores. Al parecer el tema fue generalizado, los pitidos de las llamadas a las enfermeras de todas las habitaciones se oían constantemente. Las dos que me tocaron al parecer eran novatas de ese servicio, muy poco amables y por su culpa pasé una de las peores noches de mi vida, y de mi hija que se quedó conmigo.

Ya al día siguiente (sábado) el cambio de turno trajo más cariño y analgesia, me dijeron que si quería me sentara en la cama, lo hice encantada, cualquier cosa para salir de la cama se me hacía maravilloso. Pude hacerlo e incluso me senté en el sillón que había en la habitación.

Pude ver los cinco agujeros que tenía en la boca del estómago, me los curaron y de uno de ellos pendía una sonda. A lo largo de la mañana ya me dieron botellitas de agua para que fuera bebiendo poco a poco y a media tarde una infusión de manzanilla. Las cosas calientes las notaba desagradables cuando llegaban al estómago.

Vino la médica de turno y me dijo que estaba bien y que si quería me quitaban la sonda de la orina y que anduviera cuanto quisiera, pero despacito y así lo hice. Las heridas de las incisiones que me habían hecho tiran muchísimo y casi vas encorvada, en mis paseos por el pasillo conocí a un chico joven que se había hecho un bypass gástrico, es decir reducción de estómago, pinzamiento y retirada de un trozo de intestino, él lo va a tener más chungo que yo.

Esa noche se quedó mi hijo acompañándome, yo estaba agotada así que me acosté prontísimo y pude dormir hasta las 6 de la mañana que empiezan las enfermeras con el trajín diario. Como la médica del día anterior me había dado esperanzas de que podría darme de alta el domingo, estaba muy contenta. Mi hija vino a sustituir a mi hijo y esperamos la llegada del médico que me confirmó que todo estaba bien y que me quitaban todo lo que me anchaba con el hospital y que me podía ir a casa. Palabras maravillosas.

Me enseñaron a curarme los agujeros y me dieron un informe por escrito en el que decía que debía hacer los próximos días.

En casa se está de miedo a pesar de que ya me empezaba a doler los agujeros y que me doy cuenta que cuesta agacharse, levantarse e incluso estirar los brazos, me pasé toda la tarde noche bebiendo un zumo light que me dieron la clínica, una manzanilla y agua. No tengo ni chispita ganas de comer nada, me cuesta un montón incluso beber.

Luego del trabajo vino mi hija con su pareja y mi perrito a verme. El puñetero perrito está enamorado del novio de mi hija y pasa de mi olímpicamente, pero me encanta que esté bien. Han decidido quedárselo porque no me encuentro con fuerzas para poder sacarle a la calle. Espero que esto se pase en un par de días y pueda hacer una vida normal, aunque mi dieta en los próximos 4 días consiste en agua, zumos diluidos, caldos diluidos y acuarius zero cada dos horas, pero solo 30 ml.

Me acosté por la noche con dificultad en la cama, tienes que hacer un verdadero contorsionismo para poder llegar a la horizontalidad y luego para levantarte es complicado pues en esos gestos uno de los agujeros que yo he bautizado como “el quinto elemento” te tira hasta el punto de tener la sensación que se va a romper algo por dentro de ti.

Me he levantado mejor y he comenzado con las medicaciones recomendadas. La inyección que tienes que ponerte en la tripa para que no se produzcan coágulos ha sido más fácil de lo que yo pensaba, sigo sin ganas de comer y además eres consciente que sería imposible ingerir algo que no fuera líquido.


Este domingo tengo visitas por la tarde y estaré entretenida, así también pensaré en otras cosas que no sea yo misma y mi “quinto elemento”.

JUEVES ANTES DEL DIA "D"

Mañana ya me intervienen, estos tres últimos días a dieta de líquidos de sabores ha hecho que pierda 3.700 Km. Que nadie piense que la reducción de estómago te adelgaza, no sé cuánto pesará el 80% de lo que te quitan, pero supongo que es una miaja, lo que te hace adelgazar y rápido es una dieta tajante y estoica.

A partir de hoy a las 21 h. no puedo ni beber agua y así estaré hasta que me operen, y supongo que después también hasta el alta que será el lunes.

Aparentemente me darán de alta temprano por la mañana después de demostrar que mi 20% de estómago que han dejado resiste 30 ml de tila ingeridos a pequeños sorbos. Cuando llegue a casa estaré 4 días de una dieta más estricta que la que he llevado en estos tres días, me voy a mantener casi exclusivamente de Aquarios Zero. Normal que adelgace. Pero supongo que estaré dolorida y cansada y no me va a apetecer otra cosa.

Ya me dieron los medicamentos que tengo que tomar desde el lunes y recomiendan andar todos los días de 15 a 20 minutos. Yo espero estar dispuesta a andar más, pero ya veremos, me conformo con que salga bien todo.

Después de esos 4 días, paso a estar 21 días a pequeñas porciones de purés o zumos pasados por agua, para empezar a incorporar sólidos a mi paupérrimo estómago.  Total, por ende, tendré que adelgazar como mínimo 21 kilos más. Aunque la regla no puede ser de tres, ya que mi cuerpo se habrá ya percatado que es tiempo de ayuno y se agarrará como pueda a mis grasas y no adelgazaré tanto.

Me gustaría no pesarme después de la operación hasta completar los 25 días de postoperatorio, pero sé que me pesaré incluso cuando vuelva de la clínica, menuda cotilla soy. Supongo que visitaré la clínica que “lleva mi vida” una semana después de la operación y me darán más información. Me hicieron fotos la última vez que estuve y me seguirán haciendo fotos según pierda peso. Les voy a pedir que me las pasen, quiero adjuntarlas a mi diario de abordo.

Hoy me siento un poco lasa, no tengo casi fuerzas ni para tener nervios, aunque supongo que mi yo interior los tendrá a flor de piel. Esta tarde viene mi hijo y me va a llevar a ver trajes para su boda, eso me tendrá activa y no permitirá que piense demasiado.

Mi hija viene a cenar con nosotros cuando salga de trabajar y se llevará a Caifi a la casa que comparte con su pareja porque entre los dos le van a cuidar. Caifi se lo pasa muy bien con ellos le sacan muchísimo a la calle y le dan chuches perrunas porque piensan que come poco pienso, así que sé que está encantado con ellos y no me echara de menos, eso me reconforta.

Estoy segura que intuye que pasa algo, está comiendo poco y no se aparta de mi ni un solo momento. Él sabe de sobra que es una maleta y su significado y esta mañana cuando he estado haciéndola para la clínica, solo hacía que meterse dentro, como para que le lleve conmigo.

Mi hijo se quedará esta noche a dormir en casa y mañana muy tempranito me llevará al hospital, a partir de entonces ha planeado con mi hija turnarse en el hospital.  Me gustaría que no se tuvieran que quedar por la noche, pero ya me han dicho que lo van a hacer quiera o no.

Un consejo importante, es que se esté muy entretenido/a antes y después de la operación, contra menos se piense en lo que va a suceder mucho mejor. Yo he empezado el libro del “Laberinto de los espíritus” porque sé que me va a entretener su lectura y entraré en él olvidando mi cuerpo humano y convirtiéndome en un espíritu fisgón de lo que acontezca a los personajes.

Ayer tarde fui al cine con mi hija y su pareja para pensar en otras cosas, vimos El Circulo, no me gustó, muy fantástica y como siempre la actriz protagonista y conocida por su papel en la saga de Harry Potter, Emma Watson me siguió pareciendo malísima para un papel de adulta. Tengo la sensación con ella de que siempre está triste, aunque sonría por lo que ensombrece todos los papeles que hace.

Me he dado cuenta que a la clínica que voy a lo de cambio de vida nadie es simpático. Sonríen y te habla con amabilidad, pero sin más, nada cariñosos. El médico que lleva mi caso cuando me atendió, se pasó el rato sin mirarme a los ojos, algo que me pareció raro. Solo la nutricionista es algo más cariñosa pero cuando me dijo que las dudas que tuviera se las podía hacer saber a través de un e-mail, pero que el finde prefería no recibir ninguno, me pareció igual que el resto del personal.

Eso sí, me dieron un teléfono de urgencias, para llamar con cualquier cosa que me pase las veinticuatro horas del día, que espero no tener que utilizar jamás.





DIA CUATRO ANTES DEL DIA “D”

Una semana y media antes de la intervención me he tenido que hacer tres pruebas en la misma clínica donde me operarán y dos en la clínica que llevará mi vida a partir de ahora.

He hablado con la nutricionista y el doctor que llevará mi postoperatorio. La primera me ha entregado mil cosas para firmar y que si lees detenidamente escapas para nunca más volver, además de varias hojas donde dice detalladamente lo que tengo que comer desde el cuarto día antes del día D. Por último, después de quedarse con mi sangre me han hecho fotos, para ver el proceso de mi perdida de kilos.

Hoy martes tengo que estar a dieta blanda y mucha agua, creo que va a ser lo mejor que comeré en varias semanas. El miércoles y jueves a dieta de líquidos, creo que me voy a ahogar, y el día D es viernes y no podré comer ni beber absolutamente nada. Son muy específicos en esto, si al abrirte encuentran en el estómago algo de alimento, no te operar, te mandan a casa y te cobran quirófano, horas del doctor, medicinas, clínica y pruebas preoperatorias.  

Una vez que me intervengan estaré varias horas en la UCI y luego en una habitación hasta el lunes que me darán el alta después de comprobar que admito una miaja de líquido.

Ese día ya empiezo con la dieta postoperatoria, los medicamentos que el doctor me entregó y realmente empezaré con una nueva vida donde solo caben buenos alimentos, pero en pequeñas porciones. Además, tendré que andar mucho y hacer ejercicio regularmente. Me he tenido que comprar una licuadora y un medidor de líquidos.

Me llamarán para darme cita con la nutricionista y el doctor, así como para la psicóloga y el preparador físico.

Hasta ahí es lo que sé por ahora. Estoy nerviosa, muy nerviosa, pero no por el tema de la operación que también, sino porque si al abrirme ven pólipos tampoco me lo harían y tendría que parar lo mismo que si encontrasen alimentos allí, así que más vale que no encuentren nada.

A mis hijos le tuve que decir lo que me iba a hacer, pues te obligan a ingresar en la clínica con un acompañante y a la salida también. A mis amigos más cercanos les he contado mi decisión, pero no les digo que día me operan pues no me apetece marear a la gente y que tengan que venir a verme. Así que cuando salga el lunes les pondré a todos un wap diciendo que todo ha terminado y que ha ido estupendamente, como así va a ser.

Se puede decir que hoy martes he comenzado con mi nueva vida. Estoy segura que va a estar llena de dificultades, esto no va a ser fácil, lo que me van a hacer es para que en poco tiempo pierda mucho peso y así animarme a continuar con una dieta sana y ejercicio y ver con otra perspectiva la comida.

Hasta ahora los nervios y la ansiedad hacían que me refugiara en la comida y no muy sana por supuesto, cuando te da un ataque de ansiedad no vas al frigo a comerte una manzana eso está claro. Recuerdo que una nutricionista que tuve, al explicarle que me daban ataques de ansiedad y que entonces me apetecía algo dulce me dijo: “Mujer comete una manzana”, creo que cuando tienes que perder peso tienes que elegir a un buen nutricionista y que además tenga el título de psicología clínica, o no te van a entender, ¡es tan fácil dar buenos consejos!

Según me explicaron me quitan el 80% del estómago, esto hará que cuando coma enseguida me encuentre llena y en algún lugar de ese ochenta por ciento se produce la hormona del hambre, por lo que al parecer nunca más tendré ganas de comer.

Pero hay que pensar que me van a operar del estómago no de la cabeza, quiero decir que los nervios y la ansiedad se producen en el cerebro y es ahí donde tendré que trabajar.

Antes de tomar esta decisión me he leído TODO lo que han publicado en internet de esta intervención, así como las opiniones de personas que se lo han hecho. Decidí hacérmelo en esta clínica porque fueron los que me parecieron más serios y responsables, veremos si tenía razón.

Como siempre mi hija es la que me está apoyando en todo, está pendiente de mí, me lleva en su coche allí donde tengo que ir y aguanta mis peroratas sobre todo lo que pienso en estos momentos, y me anima constantemente. Está segura que a partir de que me operen seré mucho más feliz. Además se encargará en mi ausencia de mi pequeño Caifi.  La adoro, sin ella no me lo hubiera hecho.

Mi hijo se preocupó mucho desde el principio, solo veía inconvenientes, pero después de explicarle todo de forma positiva, apoya mi decisión, aunque sé que si algo saliera mal me diría: “¡Ves te lo dije”, jajaja!

Mis dos mejores amigas me llaman todos los días, para ver si ya se cuando me van a intervenir, les miento diciendo que aún no lo sé, pero me reconforta tener a gente que se preocupa por mí. Además, sé que AA se leerá este diario, creo que es el único que lee este blog y me dará buenos consejos, él SIEMPRE HA ESTADO AHÍ.

El tiempo pasa muy despacio en estos días, necesito que todo acabe para comenzar esta aventura maravillosa.



MANGA GASTRICA

Creo que la mitad de mi vida ha sido, dentro de lo que cabe” muy uniforme, me casé joven, tuve dos hijos y el mismo trabajo durante casi 34 años, y así es como yo me veía envejeciendo.

El primer cambio en mi vida fue cuando me di cuenta que no podía más y que tenía que divorciarme inmediatamente, y así lo hice. No fue fácil, me costó sufrimiento, miedo, dinero, olvido del pasado y un par de psicólogos, pero lo conseguí.

Tuve que aprender a estar sola, a tomar decisiones sola, a ir a los sitios sola, a enfrentarme a mi futuro sola, pero ha sido maravilloso.

Durante bastante tiempo tuve miedo de encontrarme con mi ex e incluso de hablar con él por teléfono. Al principio me dio mucha pena por mis hijos que su padre (el que durante mucho tiempo pensé que era un gran padre), no quisiera saber nada de ellos, pero poco a poco me di cuenta que, particularmente mi hija de 13 años tenía miedo de hablar con él, y mi hijo mayor de 19 años cuando hablaban tenía que soportar el “mono tema” de lo mala y bruja que yo era, por lo que estaba claro que era mucho mejor para todos (incluido mi ex) que no tuvieran contacto.

Al principio me sentía como si yo fuera la única divorciada en el mundo, todos mis amigos y conocidos estaban supuestamente felizmente casados. Tienes que acostumbrarte a ser el non de los pares además de dar mil explicaciones de por qué has querido divorciarte. Creo que solo dos personas sabían el infierno que se había convertido mi hogar y mi vida, el resto nunca supo nada por lo que se extrañaron mucho cuando di la noticia.

El espacio físico que él había llenado con sus cosas como por ejemplo sus cajones me costó llenarlo con las mías, un día me di cuenta que todo lo que había en mi casa era mío y que podía hacer lo que quisiera con ello y esto me llenó de felicidad, creo que hasta entonces no me di cuenta de la verdad.

Poco a poco empecé a hacer cambios en la casa para adaptarla a mi nueva vida. Hablaba mucho con mis hijos sobre cómo íbamos a hacer a partir de entonces y las nuevas reglas y todos estuvimos de acuerdo, a consecuencia de esto entró en nuestras vidas Caifás (mi pequeño perrito) y al poco tiempo mi hijo se fue a vivir con su pareja que meses después fue la madre de su hija.

Tengo que decir que la marcha de mi hijo me trastocó nuevamente mi vida, pues hacia muy poco de mi divorcio y no me había acostumbrado a una cosa cuando llegó la otra. Al parecer había abierto la “Caja de Pandora” y todo se trastocó. Una vida que parecía placida y sin sobre saltos se convirtió en cambio tras cambio.

Tres años después me despidieron de la empresa en la que había trabajado durante casi 34 años, yo tenía 52 años y fue una tragedia durante unos meses. De pronto otro cambio importantísimo que hizo que tuviera que volver a replantearme la vida. Aún a mi hija la faltaban varios años para terminar sus estudios y eso me producto mucho miedo y ansiedad, ¿podría pagarla los estudios y podría mantener nuestro nivel de vida?

Seis meses después encontré otro trabajo al que me entregué con pasión como tabla de salvación, allí estuve dos años justos, hasta que nuevamente la crisis económica golpeó brutalmente a la empresa y decidí irme de allí.

En esos dos años mi hijo decide volver a mi casa al tener problemas con su compañera, otra vez me tengo que adaptar a tener a mi hijo en casa y a recibir a mi nieta cada dos fines de semana, con todo lo que ello suponía. Mi hijo y yo nos queremos infinitamente, pero nos somos diferentes en nuestra forma de ver la vida, por lo que chocamos muchísimo en la convivencia.

Un año antes de mi baja en la nueva empresa recibimos un burofax donde un abogado le da la noticia a mis hijos que su padre a fallecido. Yo me quedé consternada y tengo que decir que le odié más que nunca, pues “todos los muertos salen a hombros” y desde el mismo momento del óbito parece que siempre han sido maravillosos y nunca han hecho nada malo.

Por aquel entonces también había fallecido mi única hermana, con la que no tenía relación hacia años y sentí lo mismo que con el fallecimiento de mi ex.

Poco a poco salí de esa vida, en la actualidad mi hijo se ha ido a vivir con su nueva pareja, está estudiando y se va a casar este año, mi hija terminó brillantemente sus estudios y ha entrado a trabajar, mi nieta ya tiene casi 10 años y yo estoy feliz de estar sola.

Con el tiempo y las dificultades la vida ha hecho que recabara arrugas, canas y grasa. Soy la misma de siempre pero más sabia y al parecer la sabiduría pesa un “huevo” y me sobra también kilos, muchos kilos.

Así que después de hablar con mi hija y que esta me aconsejara que hiciera por mi algo que nunca había hecho y era gastarme mi dinero en mí, he decidido hacerme un “reseteado” y volver a cambiar mi vida drásticamente. Así que voy a realizarme una reducción de estómago o una manga gástrica, como lo llaman en la clínica que voy a  ir.

Tengo 60 años, no tengo tiempo que perder, quiero estar feliz conmigo misma. Sé que soy inteligente, he demostrado ser muy capaz y hacer muy bien muchas cosas, pero no me gusto físicamente, así que tengo que hacer algo para cambiarlo y lo voy a hacer.

Así que he decidido ir haciendo un pequeño diario de cómo va a ser el proceso físico y mental de mi nuevo cambio de vida.










CAPITULO VI – LA VERDAD

Había sido un día agotador, desde que cumplió los 60 todo la alteraba más y eso hacía que todo su cuerpo la pesara como si tuviera que acarrear una terrible mochila de varias toneladas.

Los dolores de cabeza, últimamente la acosaban con más asiduidad, así que se puso el pijama y se tiró literalmente en la cama intentando evadirse, pero cada vez que cerraba los ojos era mucho peor, así que se levantó y se sentó el sillón favorito de su amplio salón, encendió la tele y quitó el sonido.

Pensó en lo fácil que era todo cuando era una niña, recordaba su infancia como el momento más feliz de su vida, aunque por aquel entonces no lo sabía. Su padre siempre se lo decía: “aprovéchate ahora, que cuando seas mayor todo son problemas”.

Siempre había sido una niña solitaria, no le gustaban las compañías, puede que por ser hija única y no haber alrededor más niños que ella. Por lo menos hasta que fue al internado inglés.

El primer día de clase una niña se sentó a su lado y comenzó a hablarla como si se conocieran de siempre, eso la hizo tener curiosidad por ella. La niña se llamaba Lucia y hablaba por los codos, cosa que la molestaba, pero supo enseguida que mejor era tener alguien a su lado para no parecer la “rara” del colegio, como le había pasado en su escuela anterior, así que permitió que fueran inseparables, y la dejaba hablar por las dos.

Lucia resultó ser fácil de manejar, así la hizo partícipe de cualquier juego considerado como peligroso o prohibido. En ocasiones, cuando Lucia no dejaba de hablar, ella soñaba en cómo podía deshacerse de ella y un día en el que pidieron permiso las dos para ir al servicio, en plena clase de filosofía, la retó a subirse al pasamanos de la escalera central del edificio. Estaban en el piso quinto y al verla empezó a tener esa sensación de nerviosismo que en ocasiones había podido controlar, pero en aquella ocasión se dejó llevar por la ansiedad y supo lo que tenía que hacer. Miró a su alrededor, no había nadie, así que resuelta empujó a Lucia con determinación, y calló con un movimiento que le pareció lento, pero que hizo que, al estrellarse contra el suelo, su cuerpo quedase en una posición imposible.

Nunca tuvo ningún remordimiento, pero lloró durante días y explicó a todos que su mejor amiga había resbalado y caído al vacío. Por supuesto todo el mundo la creyó y no se extrañaron de que a partir de ese momento fuera sola y no quisiera la compañía de nadie.

El psicólogo del colegio habló con ella y decidió que debían dejarla en paz, que el shock se la iría pasando poco a poco y aconsejó que una vez cada año se la hiciera un análisis clínico por un profesional, para hacer un seguimiento de su estado mental.

Cuando comenzó los estudios universitarios cambió de lugar de residencia y todo se quedó en una anécdota.

Sin embargo, su padre nunca quedó conforme con el análisis del psicólogo y a ella le pareció que a partir de entonces la miraba raro. Unos años más tarde se dio cuenta que su padre sabía la verdad de lo que pasó, aunque no se lo dijera e intentó llevarla a varios psicólogos. Aún era menor de edad y sin remedio se hacía lo que su padre quería, así que tuvo que tomar cartas en el asunto e hizo un plan.

Mojando un trapo en el aceite para freír, lo untó en el suelo de la cocina, ese suelo que siempre había sido tan resbaladizo. Luego se sentó en una de las sillas de la cocina a leer un libro, al frente de la mesa y esperó a que su padre entrara en ella.

Su padre, entró como esperaba para hacer la cena, se escurrió y calló de espaldas con mucho estrepito, golpeándose con fuerza en la cabeza, enseguida se formó alrededor de esta un charco rojo de sangre. Ella esperó prudentemente a que su padre se levantara, pero no lo hizo, esperó y esperó hasta que la sangre empezó a coagularse, entonces se levantó de la silla y le tocó el corazón. Este aún seguía latiendo levemente por lo que no le quedó más remedio que llamar a urgencias.

Cuando llegó la ambulancia se mostró histérica y tremendamente triste, alegó que había encontrado así a su padre cuando volvía de dar un paseo por el barrio. Todo el mundo la creyó y llevaron a su padre al hospital, donde estuvo en coma más de tres meses.

Un día despertó, pero realmente seguía sumido en un estado de inconsciencia, no hablaba, no andaba… así que los médicos le diagnosticaron que un coagulo se había formado en su cerebro y que viviría, así como un vegetal el resto de su vida.

Ella y su tía le ingresaron en ese sanatorio para ancianos seniles o con problemas mentales, y desde ese momento ella se sintió completamente aliviada.

Luego tuvo que quitarse de encima a su pesada tía que la volvía loca. Así que en una ocasión que estaban en el baño y le daba la matraca con que debía de salir y conocer a más gente, ella se volvió y sin más dilación agarró a su tía por los hombros, ha hizo una llave que había aprendido en la preparación física para el cuerpo de policía y golpeó su cabeza en el pico de mármol del lavabo.

Fue más fácil de lo que había pensado, el hueso de la cabeza se quebró con mucha facilidad y pudo comprobar cómo se le iba la vida a su tía sin darse cuenta de lo que la había pasado. Nuevamente tuvo que llorar y gritar cuando llamó a urgencias, estos solo pudieron certificar la muerte por accidente de hogar de su tía y ella nuevamente se sintió libre como un pájaro.

Un poco más difícil fue eliminar a Arturo. Se habían hecho íntimos hacia algunos años, al principio ella pensó que esta vez podía ser que lo quisiera, pero cuando el empezó a plantearla la posibilidad de vivir juntos, ella lo rechazó drásticamente.

El jamás entendió por qué a partir de entonces ella ya no quisiera salir con él y ni siquiera contestara sus llamadas telefónicas. La amaba tanto que nunca vio en ella ninguna falta, así que la imploró y la rogó. Intentó por todos los medios que volvieran a verse, todos sus compañeros se dieron cuenta de su profunda tristeza y aunque al principio le echaban un cable para que sus descuidos en el trabajo no fueran sabidos por sus superiores, al final le obligaron a visitar al psicólogo de la brigada que le dio la baja por unos días.

Siguió llamándola y yendo a su piso a buscarla y ella siguió despreciándole sin darle más explicaciones. Un día que la llamó de madrugada, ella le dijo que iría a verle para charlar, así que vio una puerta abierta.

Ella llegó a eso de las cinco de la mañana, y se mostró dispuesta a escucharle. El pensando que tenía una oportunidad de arreglarlo todo y le abrió su corazón, llorando y gimiendo. En un momento dado ella se levantó y salió al balcón de esa antigua casa donde él vivía, el la siguió y cuando menos se lo esperaba ella le golpeó la cabeza con su pistola reglamentaria y le precipitó al vacío.

Todo el mundo pensó que se había suicidado, y a ella le fue fácil aparentar tristeza y mala conciencia por su muerte.



Amaneció mirando el televisor sin sonido y de pronto se dio cuenta que ese vecino que siempre era tan amable con ella le recordaba a Arturo, la miraba igual que él, por eso ella siempre le contestaba afablemente. Sonrió y pensó entonces que debía de saber que quería realmente de ella y puede que llegaran a ser buenos amigos.