ANDAR

Desde siempre me ha encantado andar, es además de un pasatiempo mi deporte. Ya desde muy jovencita empecé a andar evitando coger el metro o el autobús y así recorría la ciudad. Me gusta mucho andar por la mañana temprano, incluso no me importa demasiado si aún no ha amanecido. Así que en muchísimas ocasiones me he levantado más pronto para poder llegar al trabajo andando.

Tengo que decir que siempre he vivido lejísimos de donde he trabajado, así que me era difícil poder llegar andando, pero he ideado siempre trucos para poder andar. En ocasiones cogía transporte público hasta donde podía empezar a andar hasta la oficina y así empezaba el día con las pilas renovadas y ganas de comerme el mundo.

Soy de biorritmo mañanero. Cuando estudiaba no me importaba levantarme a las 5 de la mañana para hacerlo, por lo que nunca me ha importado levantarme a esa hora para poder andar. Sin embargo, a partir de una hora determinada de la tarde ya no soy nadie, me cuesta andar o hacer cualquier cosa física o intelectual, excepto leer.

Nunca he sido de las que cuando suena el despertador, se queda un ratito más en la cama, yo me levanto inmediatamente y estoy lista para comerme el mundo, pero no soy trasnochadora, no me han gustado nunca las fiestas nocturnas o acostarme tarde.

En la empresa en la que trabajé casi 34 años, siempre era una de las primeras en llegar al despacho, y trabajaba toda la jornada laboral casi sin descansar para irme a mi hora y poder dedicarme a mi vida personal. Incluso en ocasiones llegaba una hora antes de la que estaba establecida, sin importarme, pero me fastidiaba mucho tener que trabajar después de la hora del final de la jornada laboral. Sin embargo, siempre a los jefes les encantaba llegar tarde y quedarse por las tardes, a nadie le gustaba esto, pero muchos compañeros copiaban a los jefes y llegaban tarde y se manchaban en cuanto el jefe se iba. Algunos miraban por la ventana el parking y si el coche del jefe ya no estaba, salían pitando de la oficina. 

Yo me quedaba a trabajar cuando no tenía más remedio y observé siempre que los que habitualmente se quedaban lo hacían para hablar entre ellos y dejar pasar el tiempo, es decir lo hacían solo para quedar bien con el jefe o la empresa. Allí estaba muy mal visto que “se te cayera el lápiz a las cinco”, pero no que perdieras el tiempo en la oficina hablando de fútbol.

En varias ocasiones se me hizo saber que la dirección de la empresa estaba “disgustada” conmigo porque no me quedaba después de la hora establecida, incluso un jefe directo me lo dijo, indicando que eso era lo que se esperaba de mí, cuando le dije que yo solo me quedaba cuando el trabajo lo requería me dijo que lo tenía que hacer siempre, si no quería tener problemillas. En efecto, como seguí yéndome a mi hora tuve problemillas.

Me he apartado mucho de mi camino inicial, que era contarles lo que me gusta andar. Intento siempre hacerlo con mi mp3 y la música que me gusta que es un revoltillo de música clásica, moderna, posmoderna, pop, etc., así que las canciones las escucho cambiando temas, cantantes y épocas, así puedo estar escuchando el concierto N.º 1 de Chaikovski, luego una de Mecano, después una de George Michael, a continuación a Nena Daconte, Tom Jones, una de los Beatles, Steve Wonder, una de Rosana, Ray Chales, Presuntos Implicados, Nat King Cole, Monserrat Caballé, Michael Hanson, Michael Buble, Louis Armstrong, George Benson, Frank Sinatra, Enya, Elvis, Bruno Mars o bandas sonoras de películas o zarzuelas.

Andar siempre ha logrado poner en su sitio los problemas o las comeduras de coco de las que soy tan habitual. Andar me conecta con mi Ego y me transporta al más allá de mi presente, pasado o futuro.

Así que cuando mi médico de cabecera me aconsejó andar “media horita” todos los días casi me meo de la risa, no quise desilusionarle y le dije que lo intentaría. En la actualidad lo hago con Caifás, mi perrito que está acostumbrado a mi paso y corre que se las pela a mi lado siempre.

Cuando viajo intento también andar por las ciudades para conocerlas más de cerca, creo que no hay nada mejor que andar mezclándote con la gente que mora allí. Así que he andado muchísimo por ciudades como Nueva York, Torrevieja, Moscú, Lanzarote, La Habana, Mallorca, Roma, La Coruña, Budapest, Praga, Menorca, Valencia, Florencia, Toledo, etc., etc.

Si es cierto que tengo predilección andarina por grandes parques, playas inmensas o senderos montañeros. A pesar de ser muy urbanita, me chifla respirar aires menos polucionados, olisquear el mar y olfatear los árboles en flor.

He notado además que me gusta andar sola, sin otros humanos, como he notado que me gusta ir al cine sola también, me encanta elegir los silencios y las películas que veo como la música de mi mp3, un tanto desordenada para romper con mi costumbre por el orden.

No me gusta andar bajo la lluvia, hay gente que le encanta a mí me horrorizan los charcos, el barro y los paraguas, por lo que si cuando me levanto llueve me quedo anonadada y me quedo en casa, para ver llover desde la frontera acristalada de la ventana. Siempre he dicho que no podría vivir en sitios como Galicia o Escocia, creo que viviría permanentemente deprimida y triste.

Si, andar y hacer caminos me hace feliz, respirar paz, tranquilidad y escuchar solo el rumor del viento o el canto de los pájaros o el oleaje del mar mientras mis pasos me llevan sin sentido a cualquier parte.








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