
Y
en una ocasión, cuando iba hacia la ciudad de Tebas, se enfrenta por motivos
fútiles con un dignatario de aspecto regio, rodeado por un séquito. En la
pelea, Edipo gana a todos e incluso mata al viejo dignatario, que en realidad
era su padre Layo. Mientras tanto en la ciudad de Tebas la gente vivía aterrada
por el flagelo de la Esfinge, u monstruo con cabeza de mujer y cuerpo de perra
alada, que había enviado Dionisos para castigar a la ciudad que se había negado
a rendirle culto. La Esfinge proponía un enigma a aquellos que no sabían hallar
la solución exacta. Solo Edipo, tras entrar en la ciudad, supo darle al enigma
de la Esfinge la solución correcta.
Esta
es la lectura del texto con el que se expone en Edipo Rey, de Sófocles, un
escritor de tragedias que vivió en Atenas en el siglo V a C.:
Hay
un ser en la tierra que camina sobre dos patas, cuatros patas y tres patas, uno
solo es el sonido de su voz, él solo entre los seres que se mueven en la
tierra, en el aire y en el mar, cambia de forma. Mas cuando avanza apoyado en
el mayor número de patas, entonces la fuerza de sus miembros es mínima.
Y
así fue como lo resolvió Edipo:
¡Escucha,
aunque no quieras, oh diosa de los muertos, diosa de alas malignas, mi voz que
anuncia tu fin: ¡hablas del hombre que, cuando camina en la tierra, primero
durante la infancia camina a cuatro patas, y lejos del vientre materno, siendo
ya viejo, se poya en un bastón, como en un tercer pie, reclinando el cuello
curvo por los años!
Entonces
la Esfinge se mató tirándose desde lo alto de un precipicio. Los tebanos,
agradecidos, eligieron a Edipo como rey y le dieron por esposa a la reina
Yocasta.
De
esta forma se cumplía la profecía del oráculo. Edipo mata sin saberlo a su
padre y se casa con su propia madre. De su unión nacerán otros hijos,
igualmente desgraciaos e infelices.
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