Una
adivinanza lógica
Resolver
una adivinanza a menudo significa encontrar la manera de desarrollar un
razonamiento correcto y llegar a una conclusión. La razón humana no se puede
escindir, dividir e incluso intuitivamente podemos entender que las
adivinanzas, por su misma naturaleza tienen alguna relación con la lógica,
disciplina que tiene que ver con los razonamientos válidos y correctos. A veces
un problema, un juego, nos parece imposible de resolver, pero sólo porque no
tenemos paciencia para ponernos a razonar. El juego que presentamos a
continuación no es una adivinanza tradicional, pero se trata de un problema
cuya solución no se ve de inmediato. Es necesario detenerse a analizar las
reglas del juego y ponerse a razonar.
De
una baraja de cartas se quitan tres, una de color negro (tréboles o picas) y
dos rojas (diamantes o corazones). En el juego participan dos personas. Las
tres cartas se barajan cuidadosamente y se reparte de la siguiente manera: a
cada jugador se le da una boca abajo y la última se coloca, también boca abajo,
en la mesa. A una señal de la persona que ha repartido las cartas, que se
convierte así en el árbitro del juego, cada uno de los jugadores observa su
propia carta. Gana el jugador que antes adivine el color de la carta del adversario.
Si nos metemos en la mente de uno de los dos jugadores, hemos de razonar como
sigue:
I)
Si
me toca precisamente la carta negra, no hay duda: es seguro que mi adversario
tiene una carta roja y, por lo tanto, es imposible que pierda.
II)
Si,
en cambio, me dan una carta roja, espero (pero no demasiado) a ver qué hace mi
adversario: si no habla inmediatamente, no puede tener la carta negra; por lo
que necesariamente tendrá la roja.
En
este juego gana el que primero desarrolle el razonamiento en el que se basa,
adelantándose a su adversario.
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