Difícilmente
se sustrae uno al deseo de conocerse mejor a sí mismo. Bien que lo sabía la
serpiente que tentó a nuestros progenitores. El CI, que se empleó por primera
vez en el test Stanford-Binet, es un compendio de informaciones. Se calcula
examinando los resultados obtenidos en las distintas pruebas de un test y
expresa una puntuación global.
La expresión “Cociente Intelectual” deriva de
la finalidad originaria de la puntuación: calcula la relación entre la edad
cronológica de un niño, expresada en años y meses, y su edad mental, medida gracias
a las pruebas que es capaz de superar. Esta puntuación se relaciona con el
hecho de que, normalmente, algunos valores son típicos de ciertas edades. Y,
así, el CI nació como medida de la capacidad intelectual general de un sujeto
en relación con el estado de desarrollo medio de sus coetáneos. Respecto a
estos últimos naturalmente, puede suceder que uno esté más adelantado o se haya
quedado retrasado y, que por ello su edad mental sea mayor o menor que la
cronológica.
Hoy
en día el CI se emplea también en sujetos adultos y se ha disociado del
concepto de edad mental (CI de “desviación”). Los resultados “brutos” de las
pruebas de un test se transforman por medio de cálculos estadísticos en una escala
cuyos valores entre 90 y 110 equivalen a las puntuaciones “normales”, las más
corrientes. Por encima y por debajo de éstas tenemos las más infrecuentes por
exceso o por defecto. Se puede estimular el espíritu competitivo de cualquiera
mediante una medida, que nació para valorar si el desarrollo intelectual de los
niños era normal o no, y que se ha ido cargando, poco a poco, de significados
emotivos, de valores que van mucho más allá que las puntuaciones. De hecho,
quienes dan cotas altas en las distintas pruebas pueden considerarse sujetos
infrecuentes, personas dotadas de características extraordinarias. ¡Y a todos
nos gustaría ser así!
Pero
¿cuál es, en realidad, nuestro nivel de inteligencia? ¿Cómo son los “instrumentos
del oficio” más importantes, las habilidades que empleamos para lograr buenos
resultados en el trabajo, en el estudio, en las relaciones con los demás?
La
denominación procede del psicólogo francés Alfred Binet (1857-1911), que
elaboró una escala de test para medir la inteligencia infantil, conjuntamente
con J. Simon. La escala Binet-Simon tuvo una enorme difusión en las décadas
siguientes; el primer test de inteligencia (basado en una serie de pruebas
relacionadas con la experiencia cotidiana de distintas edades) lo elaboró Binet
en 1905 por encargo del Ministerio de Educación de su país. Dicha escala sufrió
varias revisiones, entre las cuales es muy conocida la “revisión Stanford”,
obra de Lewis Terman de la universidad homónima. De aquí que se denomine escala
“Stanford-Binet”
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