Si
usted es, como la mayoría de las personas, alérgico a la hiedra y al roble
(afección bastante común), es posible que no advierta su alergia hasta un día
después de haberse expuesto a ellos, cuando no le alcancen ambas manos para
rascarse el salpullido.
El
molesto escozor y las manchas rojizas sobre la piel son causadas por el aceite
toxicodendrón que se encuentra tanto en la hiedra venenosa como en el roble
venenoso. Ciertas personas son más sensibles que otras e, incluso, algunas no
lo son en absoluto (podrían impregnarse con la sustancia sin sufrir
consecuencia alguna). No obstante, los expertos no recomiendan intentarlo. La
reacción a este aceite se puede desarrollar en cualquier momento. Las
soluciones para combatirlo consisten en el empleo de sustancias para
eliminarlo. Pero recuerde, es posible que una medida eficaz para algunos no sea
para usted.
Elimine el picor. Si ha estado en contacto
con la sustancia venenosa en cuestión, pronto comprobará si es inmune o no.
Inmediatamente aparecerá la erupción, pero será el picor la manifestación más
molesta. He aquí lo que puede hacer al respecto.
Siéntase cómodo con la
apreciada calamina. La
calamina es un popular protector de la piel con un gran poder suavizante, que
produce una sensación refrescante y calma el picor. En las alergias a la hiedra
y al roble se produce la filtración de líquido desde los vasos sanguíneos hacia
la piel. Como consecuencia aparecen ampollas que rezuman fluido. Cuando la piel
se enfría, los vasos se contraen y disminuye la filtración de líquidos.
La
loción de calamina también deja un residuo en polvo que ayuda a absorber los
líquidos, produce una costra y evita que ésta se adhiera a la ropa. Se
recomienda usar una loción de calamina 2 o 3 veces por día. Cuando las ampollas
dejan de rezumar se interrumpe su aplicación, para evitar que el salpullido se
seque demasiado y el picor empeore.
Suprima los aditivos. Las lociones de calamina a
menudo contienen antihistamínicos, como el Benadryl, y calmantes, como la
benzocaína y la lidocaína. Estas sustancias pueden ser efectivas en algunos
casos, pero la relación coste- beneficio no justifica su empleo y existe el riesgo
de que provoquen alergia.
Ingiera una píldora. Los antihistamínicos
orales, sin embargo, son otra historia. De hecho, dos de ellos son muy
recomendables. Se trata de productos que no requieren prescripción médica, uno
es el Fluxal (cuyo principio activo es el maleato de clorfenamina) y otro el
Benadryl, que contiene hidrocloruro de difenhidramina.