Uno
de los últimos datos que se conocen de esta fruta-hortaliza llama poderosamente
la atención. Y es que se ha comprobado que el zumo de tomate que se ofrece en
muchos vuelos sabe muchísimo mejor a miles de pies de altura. De ahí que muchos
de los pasajeros de los aviones lo pidan en ese momento, y a pesar de que “en
tierra” no suelan tomarlo. Al parecer, es precisamente la baja presión
atmosférica (que se produce durante el vuelo) la que consigue que este jugo
tenga un sabor más refrescante y mayor dulzor.
Seco o deshidratado. Aparte de esta curiosidad,
lo cierto es que el tomate es un producto puramente mediterráneo que se consume
en grandes cantidades a lo largo y ancho de nuestra geografía, en la que
Extremadura es la principal productora.
Además
de ser una estupenda manera de conseguir vitamina C (tomando cien gramos
obtenemos el 22% de la dosis diaria recomendada) y compuestos antioxidantes
(entre ellos los carotenoides, a los que debe su color) que ayudan a mejorar la
calidad de la piel y retrasan el envejecimiento, los órganos internos también
se benefician.
Se
sabe, por ejemplo, que es uno de los alimentos básicos para evitar el cáncer de
próstata. Y no solo si el tomate esté fresco, cuyo beneficio se concentra en el
licopeno. Los tomates deshidratados duplican su valor nutricional, según un
estudio publicado en la más prestigiosa revista americana sobre el cáncer, la Cáncer
Resecar. Al parecer, en estos productos se incrementa la presencia de un
compuesto, bautizado como FruHís que protege de las células cancerígenas.
Una salud de hierro. Y no solo eso, un estudio
publicado recientemente en la revista NeuroOncology desvela que esta hortaliza
tiene un gen que puede ayudar a vencer tumores cerebrales. Eso sí, es necesario
tratarlo y combinarlo con un fármaco específico.
Por
otro lado, también se ha demostrado que quienes incluyen habitualmente tomate
en su dieta tienen un 50% menos de riesgo de padecer un infarto de miocardio
respecto a aquellos otros que no lo toman casi nunca. Y esa salud
cardiovascular ligada a una mayor resistencia física, dado que otra
investigación, esta vez llevada a cabo entre un grupo amplio de monjas,
descubrió que las que comían más cantidad de tomate y sus derivados tenían
mayor agilidad y resistencia al hacer todo tipo de actividades.
Si
deseas que maduren colócalos dentro de una bolsa de plástico cerrada. Si por el
contrario lo que te interesa es usarlos antes de que se estropeen, elabora
salsas, mermeladas o confituras. Estas últimas son fáciles de hacer:
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